UN DÍA DE MUERTOS EN TENANGO DE DORIA, HIDALGO

Por: Abigail Vargas González
Ciudad de México (Aunam). La cultura y la esencia del mexicano son reconocidas alrededor del mundo debido a la originalidad que éstas implican. Las tradiciones y las costumbres en México enmarcan una identidad que dota de riqueza al patrimonio nacional. Este país se caracteriza por albergar una diversidad de culturas, las cuales, a su vez, llegan a compartir una misma historia que designa el desarrollo de su pensamiento.


Una de las festividades más representativas de México es el culto a los muertos, en ella se realza la veneración de las almas de quienes fallecieron, especialmente de familiares y amigos cercanos. Tenango de Doria es uno de los municipios que conforman al estado de Hidalgo, en él, como en muchas más comunidades, se celebra el Día de Muertos.

La señora María Constanza Estrada García es una fiel creyente de la religión católica, así como toda su familia, de modo que el primero y el dos de noviembre es una fecha especial para conmemorar a quienes ya no están en la tierra. Ella es originaria de Hidalgo, pero radica en el área metropolitana del centro del país, inculcó a todos sus hijos regresar año con año al lugar que la vio nacer con el fin de reforzar aquella tradición.


Doña Mari, como la conocen en su pueblo, argumenta que “el Día de Muertos es una tradición de los antepasados donde se cree que los difuntos nos visitan […], les dan permiso de bajar a saludar”, por lo tanto para ella es un momento de reencuentro con sus seres amados, quienes tienen la dicha de saborear los platillos preparados para éstos.

Una mezcla peculiar de colores, sabores y olores

El altar es una pieza clave que no debe faltar porque es allí donde se presenta la ofrenda. Por ende, lo que primero se hace es montar la estructura y, posteriormente, adornarla de flores de cempasúchil, misma que indica a las almas el camino a tomar. En los hogares de Tenango de Doria se comienza a conmemorar desde el 31 de octubre, es un día dedicado a los Ángeles, de manera que se coloca caldo de pollo, agua bendita, pan y veladoras, describe María Constanza.

Al altar se le añade, el día primero, mole con pollo, tamales y gorditas de masa de alverjón, trabucos (tamales) amarrados con hilos de hoja de maíz y rellenos de pipián, conocidos por los habitantes de la región como “pascalitos”; fruta, fotografías o una imagen de Jesús, cuya función es la misma que la de la flor de cempasúchil.

El ambiente que se crea representa la unión entre vivos y muertos, la elaboración de collares de flores y papel picado significa dedicación por parte de los familiares. Doña Mari sostiene que el proceso del collar es “cortar la flor y se debe tener listo un hilo con aguja, lo insertas hasta el largo que desees colocar en el altar”, mientras que con el papel se dobla en cuatro partes y se hacen los cortes conforme la imaginación, en total son seis pliegos de éste para las figuras.

--¿Dónde se coloca el altar y por qué?
--La sala es el referente, se pone cerca de la puerta, se abre y después se desoja el cempasúchil hasta la calle; es una señal de que ya está todo listo.


Lo anterior es un elemento particular de la región aunado a los sabores, específicamente de los trabucos, los únicos tamales que los demás municipios no manejan como exclusivos de esta festividad, si bien se pueden cocinar el resto del año por gusto, son la esencia y el tributo de Tenango de Doria.

No hay Halloween

“En la ciudad, el Día de Muertos es un Halloween, lo que ahora se conoce como eso, aquí en el pueblo es la tradición que dejan tus padres y tus abuelos”, dice María Constanza. Para que no se pierda el festejo del Día de Muertos, la generación más vieja educa a los demás respecto a la forma de rendir culto, es decir, se enseñan los elementos que debe contener el altar y se responden los cuestionamientos que le surgen a los infantes y, en general, a los jóvenes.

Pese a que el tiempo cambia, la señora Estrada García menciona “toda mi vida el Día de Muertos ha sido parte de mí, si bien antes se utilizaban solamente flores para decorar y se colgaban los trabucos, hoy adapté mis costumbres, sin olvidar lo fundamental, pues trato de que mi familia viva mi experiencia como la recuerdo”.

En la sociedad mexicana se replantea la oferta de mercado de la cultura y se da pauta al fetichismo de la mercancía cultural y al consumismo; en Tenango de Doria se mantienen lejos de ello. Al ser un municipio de escasos recursos, los jóvenes no hacen fiestas con la etiqueta estadounidense de Halloween, se deja en último plano, ellos piensan en disfrutar el día.

Por su parte, Doña Mari narra que los niños que provienen de familias con inestabilidad económica salen a pedir la famosa “calaverita” con una calabaza o un chilacayote elaborado con sus propias manos, en cambio aquellos que gozan de un estatus superior sí se disfrazan ya sea de calaca o algo alusivo a la celebración.


Unión, visita y familia

Prepararse para un día tan trascendental para los mexicanos no es fácil, requiere de un proceso. Doña Mari enuncia que en Tenango de Doria la preparación del nixtamal con el que se cocina es la primera actividad a realizar, luego de eso se pasa con incienso lo que se ha de ofrendar. No obstante, para ella y su familia la oración, principalmente el rosario, es lo más importante porque “es lo que le hace falta a los difuntos, las oraciones, asistir a misa y al panteón es necesario”, indica ésta.

--En una palabra, ¿cómo usted define el Día de Muertos?
--Es una visita, vienen los muertos y toda la familia de México a Hidalgo, es bonito ver a todos y más cuando los extrañas.

Con ello, se concluye que Mari desde hace más de 70 años estimula a sus seres más allegados a ella para conmemorar esta fecha, ya que retorna una costumbre que brinda identidad a México al legitimar nuestros orígenes e impulsar la gastronomía, la convivencia en familia y, por supuesto, la costumbre.




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