UNIDAD DE TRANSFERENCIA CUAUHTÉMOC, TRES DÉCADAS EN LA SOMBRA

Por Atenea Itzallana Barrera Barrios y Deyanira Yael Cortés Licona
Ciudad de México (Aunam). Son las 08:22 de la mañana sobre la Avenida Chabacano en la colonia Asturias y el cuerpo desnudo de un pequeño muñeco plastificado que golpea en repetidas ocasiones la caja del camión blanco con el número de registro 816, anuncia el término de las primeras jornadas de transporte residual.


El vehículo trae consigo sacos y bolsas llenas de desperdicios divididos en orgánicos e inorgánicos y lentamente se dirige hacia la transferencia de basura Cuauhtémoc. Esperando entrar en el lugar, otro camión se encuentra estacionado invadiendo el carril de contraflujo destinado específicamente al transporte público.

Sostenidos fuertemente a la parte trasera de la gran caja, jóvenes trabajadores con camisas abiertas hasta el pecho, que asomaban delgadas playeras blancas, lanzan carcajadas mientras sale un grito de entre ellas: “¡Cámara, güey, no he desayunado nada!, ¡todo por esperarte, pinche güey!”

El conductor que no tiene más de 50 años, mira atento el espejo lateral izquierdo, mientras se estaciona a unos pasos del local de doña Mimí, donde vende desayunos o comida corrida por las tardes y delante del camión que yacía esperando el momento de ingresar a la transferencia para realizar su descarga de residuos correspondiente.

Dispuestos a matar el tiempo, los empleados descienden del camión junto con galones blancos que guardan agua y comienzan a enjuagarse rápidamente, algunos las manos, otros el rostro. A su vez, un líquido de olor agrio así como penetrante escurre por debajo de la caja donde se encuentra la basura. Los charcos que comenzaban a formarse, se mezclaron formando una mancha pestilente y resbalosa.

Con el paso de las horas la actividad se incrementa en la zona y decenas de camiones desfilan frente a los vecinos. Algunos conductores sólo miran la salida de la transferencia a través de los retrovisores y el color del semáforo que cambia sistemáticamente; otros, si tienen suerte, continúan su ruta hacia la puerta ubicada sobre Avenida De Las Torres.

Las estaciones de transferencia en la capital del país, están dedicadas a la regulación de actividades para preservar el medio ambiente, continúan siendo un enigma para la mayoría de la población en cuanto a su funcionamiento y forma de operar en las calles. Sin embargo, las personas que viven cerca de alguna de éstas, mantienen otra versión.

En promedio los habitantes de la Ciudad de México y la población flotante generan 12, 998 toneladas diarias de residuos sólidos, principalmente en las alcaldías de Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Cuauhtémoc que aportan el 41% del total de los desechos, por lo que las transferencias representan un papel fundamental dentro la megalópolis.

La transferencia Cuauhtémoc forma parte de las doce estaciones distribuidas entre las 16 alcaldías de la ciudad. A un costado de ésta, se puede observar la unidad habitacional número 1, que recién cumple su aniversario número treinta

Juan Manuel Anguiano, actual director de la unidad, cuenta con treinta y seis años de trayectoria; comenzó a trabajar como barrendero en las calles y de forma constante continuó desempeñándose para conseguir su puesto actual. La transferencia que anteriormente era una vecindad y después fue un deportivo, lleva en operación más de 30 años, indicó Anguiano.


Los conductores

Judith Martínez es dueña de una tienda de abarrotes a las afueras de la unidad habitacional número 1. Ha trabajado en ese local desde septiembre del año 2013 y durante los últimos seis años ha presenciado múltiples accidentes automovilísticos: “El domingo anterior a la Semana Mayor (Semana Santa), vine a trabajar y ya había un señor sentado sobre la banqueta con un paramédico que lo estaba auxiliando; el camión de contraflujo tuvo que invadir el segundo carril para evadir a los camiones de basura estacionados y aventó al hombre”.

Los conductores de la transferencia Cuauhtémoc no recibe capacitación para desempeñar sus labores, no existe un programa dentro del Programa de Gestión Integral de los Residuos Sólidos para la Ciudad de México 2016-2020. De acuerdo lo estipulado por el sindicato de trabajadores, los cargos ascienden por el sistema de escalafón. Muchos comenzaron siendo pepenadores, continuaron barriendo las calles y por último fueron peones de camión; así, aprenden a través de la operación, los choferes ya están “listos” para manejar los camiones cuando llegan a ese puesto.

Las agresiones verbales por parte de los trabajadores que se estacionan en frente de su establecimiento no han dejado de ser recurrentes para Judith: “Algunos han sido insultantes. Hay que tener carácter para poderlos sobrellevar y poner un alto para establecer respeto entre ambas partes. Finalmente prefiero no hacerles caso, ellos laboran aquí, sería pelear todo el día; si vienen groseros, es cuestión de estarlos observando y poder controlarlo”.

Es bien conocido por los vecinos que los trabajadores se alcoholizan sin que reciban ningún tipo de sanción mientras permanecen fuera de la unidad habitacional. Judith Martínez relata que hace pocos días observó cómo uno de ellos, en estado de ebriedad y al terminarse la última cerveza, se subió al camión y se dispuso a conducir.

En caso de sufrir un choque automovilístico, los trabajadores cuentan con un seguro que cubre los gastos, sin embargo, el nuevo alcalde de la delegación Cuauhtémoc, Néstor Núñez, ha fijado que, si alguno amerita una multa, tendrá que pagarlo él mismo para motivarlos a cumplir con el reglamento de tránsito.

“Si alguno de los empleados es reportado, el Director de Gestiones Urbanas le aplicará su sanción. No les quitan el camión, normalmente sólo son suspensiones. Es difícil hablar con ellos porque no los controlo a todos, al haber dos empresas contratadas, no dependen directamente de mí. Yo aquí tengo la parte de recolección industrial”.

Del asfalto a la pesadilla

Entre los problemas que enfrentan los vecinos de la unidad habitacional, se encuentra el líquido que desprenden los residuos, ya que éstos hacen una capa resbaladiza en el asfalto provocando afectaciones a los motociclistas pues constantemente se derrapan y sufren entre lesiones graves o raspones.

Anteriormente eran pocas las veces en las que se podía observar a personal de la alcaldía limpiando la avenida de los residuos líquidos que se impregnan a lo largo de la cuadra, ruta establecida para los conductores de la transferencia.

El arquitecto Miguel Vivar, vive en uno de los departamentos dentro de la unidad habitacional desde hace 30 años. Reconoce que actualmente el servicio de limpieza ha mejorado. Se lleva a cabo diariamente por las mañanas, sin embargo, por las tardes el líquido se vuelve a acumular debido al número de viajes que deben cumplir los camiones y la zona permanece sucia durante el resto del día.

Sin importar si la cantidad de lluvia que cae es poca o mucha, el pavimento se vuelve sumamente resbaloso donde el líquido proveniente de residuos de hace presente. Miguel relata que, en dos ocasiones, mientras conducía su auto, al dar vuelta en la esquina e incorporarse a Las Torres, perdió momentáneamente el control de éste sin sufrir daños mayores. “Ya hasta uno sabe, si llueve mejor no pasamos por el carril que utilizan (los camioneros) porque es muy peligroso”.


Las válvulas que tienen los camiones en la parte inferior no pueden abrirse debido a que son la principal vía evacuación para dichos líquidos contaminantes. Anguiano explica que anteriormente los conductores las abrían en la alcantarilla que se encuentra en la entrada de las instalaciones propiedad del gobierno de la alcaldía. En el presente, la práctica ha sido detenida y sólo tienen permiso de vaciar las válvulas dentro de la planta, sin embargo, los camiones cuentan con graves fugas que no han sido programadas para reparación.

Los vehículos, explica Anguiano, se forman en sentido contrario al transporte público porque es más fácil estacionarlos sobre la Calzada Chabacano que del lado de Las Torres: “En ambas opciones están en contraflujo; sin embargo, hemos tenido un mayor número de accidentes sobre Las Torres, incluso se han perdido vidas, claro, también las calles no están en buenas condiciones, no todo es nuestra responsabilidad”.

Respecto a las quejas que ha recibido por parte de los vecinos sobre la forma en la que operan los camiones, aclara el director que la presidenta del comité vecinal de la unidad 1, la señora Elisa Sánchez González, ha acudido en múltiples ocasiones para hablar sobre las consecuencias de la operación del transporte de carga. “Hago todo lo posible. Ahora lavamos constantemente la calle para evitar los constantes derrapes de motocicletas”.

Pese a las múltiples quejas realizadas por los habitantes de la colonia en distintas ocasiones, las violaciones al reglamento de tránsito continúan siendo motivo de discusión y preocupación entre los vecinos y sus rostros de impotencia lo revelan. Accidentes vehiculares que han terminado en graves daños o en los peores casos, decesos, respaldan la inconformidad colectiva.

La transferencia Cuauhtémoc a cargo de Juan Manuel Anguiano, ha afirmado que el transporte de basura no ha dejado de invadir carriles prohibidos o contaminar el asfalto, debido a la falta de maquinaria pesada para almacenar rápidamente todos los elementos sólidos que se ve obligado a recibir.

Acoso: una práctica común

Alejandra Granados Trejo, lleva viviendo en la Unidad 1 toda su vida, tiene 20 años y estudia por las tardes; al igual que otras vecinas sufre de acoso verbal por parte de los recolectores de basura que manejan los camiones.

De acuerdo con Alejandra, por las mañanas se encuentran en las calles los barrenderos, quienes son jóvenes (de 18 a 25 años aproximadamente) y amables; sin embargo en las noches los camioneros (de 30 a 60 años de edad) suelen estar sobre la avenida, en donde se hallan alcoholizándose o cambiándose de ropa sin tener precaución de quien los pueda ver: “Se forman como unos 10 camiones, normalmente cuando se llenan las otras transferencias vienen aquí, los camioneros son muy descarados y seguido me dicen frases como: `¿A dónde vas?´ o `mamacita´”.

Respecto al tema de los accidentes, Alejandra comenta que el 16 de mayo de 2019, en la esquina de la calzada donde se encuentra la escuela primaria Tlaxcala, se acumuló un grupo de vecinos de la Unidad 1, quienes avisaban a los conductores que fueran más despacio, debido a que las motos se caían y los autos se resbalaban, todo esto ocasionado por el líquido de los camiones basureros.

Nunca ha sufrido accidentes cuando va a tirar la basura, pero dice que el trayecto es resbaloso y, aunque ha logrado sostenerse en múltiples ocasiones, una persona que no tenga precauciones como un niño o un adulto mayor, corre el riesgo de caer.

Al otro lado de la avenida


Raymundo Pérez, es un comerciante de autopartes que lleva 30 años trabajando al otro lado de la avenida del depósito de basura. Comentó que la transferencia no lava su costado de la calle desde hace dos meses: “Hasta hace como dos meses solían lavar en las madrugadas, desde entonces ya no lo hacen; nunca nos quejamos, porque aquí nadie se organiza para pedir que nos laven”.

Al ser un vendedor especializado en llantas, argumentó que los autos se resbalan debido a que con las lluvias el líquido tirado por los camiones de basura se hace como chicle o aceite, además de que esto ya ha ocasionado muertes: “Alrededor de las cuatro de la tarde suelen dejar todo su reguero y nunca lo limpian, en tiempo de lluvias todo el líquido que derraman se hace como chicle o aceite, en el momento en el que comienza a chispear los autos y motos se comienzan a patinar, ya hubo muertos”.

Raymundo afirma que no ha percibido un cambio en su salud, sin embargo, asegura que ya se acostumbró, y a veces recuerda el olor cuando sus clientes, incómodos, mencionan el hedor.

¿Dentro de la Transferencia son los culpables?

Juan lleva trabajando 19 años como operativo en servicios urbanos, donde desempeña labores únicamente dentro del establecimiento de basura. Relata que durante años el principal problema ha sido ocasionado por el líquido que tiran los recolectores.

De acuerdo con él, esto ya se solucionó, aunque sigue habiendo accidentes: “En la mañana sale la gente a barrer, y más tarde sale una camioneta con maquina a recorrer toda la basura, después la gente lava el piso para que no arroje un mal olor, pero a veces cuando la gente viene a tirar sus bolsas de basura se resbalan en la entrada; nosotros recibimos instrucciones del director para evitar problemas o accidentes”.

Los recolectores (camioneros) y servicios urbanos (operativos), pertenecen a diferentes empresas; los primeros son de acarreo (privada), y los segundos pertenecen directamente al gobierno (pública).

Nota: Un policía interrumpió la entrevista argumentando que la empresa les tiene prohibido responder preguntas.

Beto actualmente tiene 42 años, comenzó como barrendero a los 22 años, y después de 7 años ascendió a camionero en el cual tiene 13 años laborando.

Respecto al problema del líquido que derraman los camiones en el pavimento, lo cual provoca accidentes, Beto argumentó: “Ya no deberían de quejarse, porque ya estamos limpiando”. Continuó diciendo que intentan no tener problemas con los vecinos: “Tratamos de respetar a los vecinos, hacemos lo que nos toca hacer, no nos les gusta perder el tiempo”.

Antes de que se finalizara la entrevista, Beto mencionó que intentan no romper ninguna ley de tránsito, porque eso les puede ocasionar regaños.

Riesgos indirectos

Miguel Vivar no percibe cambios en su salud debido a los olores que se desprenden durante el día y penetran cada rincón de la unidad habitacional. Al ingresar a ésta, en algunas ocasiones es necesario cubrirse la nariz y boca debido a lo intolerable que es el olor: “Ya estando dentro de mi casa no lo huelo tanto o quizás ya me acostumbré”.

Los vecinos reconocen que la intensidad de los malos olores no es permanente, sino que su presencia está asociada a las condiciones del clima o a la cantidad de vientos, siendo las horas nocturnas y los días cálidos que siguen a las lluvias cuando éstos son más intensos.

Respirar elementos contaminantes puede causar enfermedades respiratorias tanto a residentes como a visitantes, principalmente a los niños y personas de la tercera edad. Además de que su inhalación afecta bronquios y pulmones, de forma silenciosa y progresiva.

La basura, asegura la doctora Patricia Larraín, docente en la Facultad de Medicina de la Universidad Andrés Bello en Chile, puede ser la causa principal de más de cuarenta enfermedades y de transmisiones infecciosas través de los llamados “vectores”, es decir, moscas, ratones, aves, gatos y perros, que viven en los lugares de acopio de desechos.

Las moscas son otro de los problemas más frecuentes dentro y fuera de las viviendas aledañas Su ciclo de reproducción depende de la temperatura ambiental y en épocas de calor, aunado a los contaminantes que estimulan su ya de por sí fácil proliferación, la cantidad de tales insectos se vuelve incontrolable.

Pueden llegar a su estado adulto en un lapso de entre 8 y 20 días y su radio de acción puede ser de 10 km en 24 horas. Su medio de reproducción está en los excrementos húmedos de humanos, animales y sitios para el tratamiento de basura. Se estima que un kilogramo de materia orgánica permite la reproducción de hasta 70.000 moscas, volviéndose un peligro inminente para la salud de los residentes.

“Siempre ha habido muchas moscas, y cuando llueve se meten mucho a las casas, en mi recamara suelen haber unas cuatro; ojalá algún día los puedan lograr mover, porque a nosotros sí nos afecta”, narra Alejandra Granados, preocupada.

No obstante, elaborar un sondeo de contaminantes para analizar qué tan dañino es interactuar directa o indirectamente con los residuos y obtener resultados sobre la viabilidad de establecer una transferencia de basura a un costado de las viviendas, parecen ser temas poco señalados entre las autoridades capitalinas.


Voces vecinales

Elisa Sánchez González es presidenta del Comité Vecinal de la Unidad Habitacional número 1. Elisa relató que los accidentes son comunes en la zona: “Hace tres meses un camión aventó a una moto y el jovencito que iba en ella falleció y hace cinco años, Carlos, un vecino de la Unidad, iba caminando por la entrada de la Transferencia y un conductor lo atropelló y le ocasionó la muerte”.

Judith, como dueña de un local, se ha quejado con las autoridades sobre los camiones de basura. En noviembre del año pasado realizó una llamada a las autoridades para quejarse no sólo por los camiones estacionados frente a los establecimientos, sino para denunciar específicamente al local número uno. Éste vendía bebidas alcohólicas a los vecinos y trabajadores de la transferencia, aunque aún no hubiesen concluido su jornada laboral.

Los propios vecinos abogaron para que consiguiera otro local; ahora se ha trasladado al número tres y el propietario continúa vendiendo alcohol, los viernes en la noche. De acuerdo con Judith, los conductores de camiones son los principales consumidores, señaló: “ellos son los que traen el billete”.

Asimismo, Judith relató que en el mes de diciembre hizo una queja ciudadana: “Yo estaba recién operada, mi hermana iba a traerme mercancía de la Central de Abastos para surtir la tienda y un camión de basura lo estaba impidiendo al permanecer estacionado aquí afuera. Le pedí de favor al conductor que permitiera el paso al carro de mi hermana y ésta pudiera bajar los productos con mayor facilidad dado mi condición y sólo me respondió: `Ah, sí, ahorita que llegue me avisa´; nunca lo movió, me dio mucho coraje”.

Con lo que respecta a las peticiones que han realizado, Elisa Sánchez mencionó que, durante el mes de febrero, cuando Dolores Padierna, actual vicepresidenta de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, solicitó una junta para la rendición de cuentas en la colonia, el comité vecinal dejó en claro que existían diversas formas de comprobar que no se estaba haciendo caso a las exigencias pese a los oficios que ya se habían mandado a la alcaldía. La vicepresidenta sólo respondió: “Vamos a ver eso”.

“Ese mismo mes, quedó de venir (Dolores Padierna) a ver cómo estaba la situación en la transferencia y ese día lavaron toda la manzana como nunca lo han vuelto a hacer. Nos dijeron después que no iba a poder venir porque sus actividades no se lo permitieron. No les conviene quitarla, hemos pedido que se haga un gimnasio, un parque recreativo pero la transferencia tiene más tiempo aquí que todos nosotros”.

Anguiano habló sobre las quejas que ha recibido de los vecinos respecto a la forma en la que operan los camiones y afirma que la presidenta del comité vecinal de la Unidad 1 ha asistido en múltiples ocasiones con éste y afirma que hace todo lo posible para evitar conflictos entre ambas partes.

Solución a medias


La solución propuesta por Juan Manuel Anguiano fue el aumento de cajas almacenadoras de basura. Se han destinado 18 cajas en total para la planta Cuauhtémoc y 3 de ellas permanecen inservibles, lo que provoca estancamiento en las operaciones. Cuando funcionan todas las cajas no existen problemas, ni se alcanzan a chorrear las válvulas pues debido a que no tienen la necesidad de estacionarse en la calzada por mucho tiempo.

Al comenzar la presente administración, Claudia Sheinbaum se comprometió con la unidad de transferencia a proporcionarle más cajas. “Lamentablemente como va iniciando su gubernatura, no sabe y nunca ha sabido lo que es la basura. Tendría que venir ella a sentarse y observar las condiciones en las que tenemos que trabajar”.

La producción de basura no se detiene, y los empleados tienen que trabajar con los instrumentos que poseen. La maquinaria adquirida por las instituciones es comprada, en su mayoría, con premura y sin un estudio adecuado a las características de las labores realizadas en el lugar, por lo que las averías se hace presentes rápidamente.

Judith también mencionó que a partir de que Elisa Sánchez, presidenta de la mesa vecinal en la Unidad 1, metió un oficio en la alcaldía Cuauhtémoc, los trabajadores ya no se bañan afuera, ni se orinan como acostumbraban.

“No digo que las autoridades no hayan hecho nada para solucionar las problemáticas que se han señalado, pero, se podría poner mayor atención en éstas. Todavía queda mucho por hacer”, indicó Judith.

Con lo que respecta a la posibilidad de trasladar la transferencia a otro lugar, a unidad Azcapotzalco será trasladada a las afueras de la Ciudad de México, no obstante, trabajadores de la alcaldía Cuauhtémoc insisten en su derecho de pertenencia debido a la cantidad de años que llevan trabajando ahí.

“Cuando nosotros llegamos aquí estábamos solos, las colonias viejas no tenían todas las vecindades o edificios con los que ahora cuentan. Esto ha provocado que no podamos realizar nuestras actividades como debemos porque los vecinos nos lo impiden y nosotros afectamos en las suyas. Nosotros llegamos primero, los condominios son los que han ido invadiendo los lugares aledaños a la transferencia”.

“Uy no, doñita, es más probable que los reubiquen a ustedes que a nosotros” le expresa un camionero a Elisa Sánchez en modo de burla. “Es verdad, ellos parecen tener más preferencia para el gobierno que nosotros los ciudadanos” replica la presidenta del comité, motivada por conseguir una calidad de vida digna y libre de riesgos para su salud y la de sus vecinos.




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