BAILAR POR Y PARA MÉXICO DESDE EL BALLET FOLKLÓRICO DE AMALIA HERNÁNDEZ

Por Marco Tonatiuh Villanueva González
Ciudad de México (Aunam). En el corazón de la Ciudad de México se encuentra la mayor casa de expresión de la cultura y las artes, el majestuoso Palacio de las Bellas Artes. En la sala principal frente al público hay un enorme telón; en él, dibujado los majestuosos volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl. Las ocho en punto de la noche el telón se abre. Suena la música y en escena se encuentra Edson Jaír González Gonzaga, bailarín del ballet Folklórico de México de Amalia Hernández.


Durante un recorrido por la cultura mexicana, en poco más de una hora; con vestuarios típicos de diferentes regiones del país; alusiones al mundo prehispánico, y a la mezcla de culturas el bailarín acepta que “somos un país de muchos contrastes de mezclas y de ritmos es por esto que cuando bailamos las personas de México y otros países se identifican”.

Durante la función, es difícil hablar con él, puesto que en la sala principal del Palacio de Bellas Artes y tras bastidor se respira un ambiente de nerviosismo. Los bailarines corren de un lugar a otro y esperan su turno para salir a escena. Se encuentra la utilería que necesitarán para cada pieza musical. Es evidente que no se puede hablar muy alto pues cualquier ruido extraño podría desconcertar a los bailarines.

Es hasta el término de la función que Jair González puede contestar a las preguntas que se le plantean.

Inicio en la Danza

El bailarín de aproximadamente 1.76 de altura, cuerpo delgado y atlético y al que un par de gotas de sudor le escurren sobre sus mejillas se encuentra agotado. Es el reflejo del cansancio, después de bailar una de las piezas más complicadas no solo para una persona que practica el arte de bailar folklor, si no para un bailarín completo: la danza del venado.

Edson Jair González Gonzaga nació el 1 de Abril de 1986 en la Ciudad de México. Recuerda con una sonrisa la época en la que empezó a bailar y descubrió que era lo que quería hacer. Fue durante su adolescencia, cuando participaba en fiestas de quince años, que el maestro coreógrafo lo invitó a formar parte de su compañía.

“Fue así como empezó a llamar mi atención la danza. Esto fue lo que disparó la chispa y entonces me di cuenta qué quería estudiar”, mientras pronuncia estas palabras, suspira. Seca con un pañuelo pequeño aquellas gotas de sudor que sus rojas mejillas sostienen como símbolo del cansancio físico y mental que un bailarín tiene después de ejecutar perfectamente cada movimiento sobre el escenario.

Estudiar danza no es una cosa fácil y Gonzaga reconoce que de no ser por el apoyo de su madre no hubiera podido lograr este sueño: “tengo la fortuna de tener a una madre que ha estado al frente apoyándome en cada paso: desde que mostré que quería estar cerca de la danza, ella ha sido mi sustento para lograrlo”. Se nota que le causa un poco de nostalgia hablar sobre su madre, lo observaría cualquier persona porque sus ojos se han tornado un poco cristalinos.

Su formación académica la realizó en la Escuela Nacional de Danza Folklórica del Instituto Nacional de Bellas Artes.

El tiempo otorgado dentro del salón principal se terminó; los bailarines se cambiarán y arreglarán todo para dejarlo ordenado.

Ser bailarín en México

Ha pasado alrededor de una semana después del primer encuentro. Jair se encuentra sentado en una mecedora color café obscuro con un par de cojines verde claro. Viste unos jeans azul, con una playera color marrón y tenis deportivos blancos.

De manera amable me recibe y las preguntas comienzan: ¿Es difícil ser bailarín en México? “Sí, falta mucho apoyo para los bailarines sobre todo para que no sea tan complicado llegar a obtener un lugar en las grandes compañías y en las mejores escuelas”, calla un par de segundos, piensa su respuesta, después agrega: “No hay una institución que garantice que por ser bailarín tendrás todos los derechos sociales” pero esto no lo desanima a pesar de saber que la remuneración de su trabajo depende de los espectáculos que tenga y que a veces no hay tantas funciones como le gustaría.

Reconoce también que en México, dentro del mundo laboral de la danza, dedicarse al ballet folklórico es de lo mejor.

Se encuentra un poco nervioso… está sentado y mueve de manera constante sus piernas. O es quizás el cúmulo de energía que tiene, pues hace días que no ha podido ensayar ni estar en función por el accidente que sufrió cuando regresaba de practicar en Chapultepec.

González menciona: “Soy becario de Fundación Amalia Hernández, no tengo registro bancario es por eso que es complicado tener seguro social”. El bailarín sufrió hace pocos días una lesión que por el momento lo tiene imposibilitado y por esto agrega: “Sí, tengo un seguro de gastos médicos por el ballet pero es complicado pues primero debo hacer el gasto y después se me reembolsa y si no puedo dar función pues no hay mucho flujo económico”.

Sus brazos tienen heridas que dejó el accidente. Jair viajaba en bicicleta y se atoró con un cable que se encontraba tirado en el suelo, éste le provocó perder el equilibro, caer de la bicicleta y tener un esguince de segundo grado en el pie izquierdo.

Llegada a la compañía

Para formar parte de la compañía es importante el talento y cumplir con el perfil que se requiere, Jair agrega que “miden realmente tu talento, es un proceso algo largo pero al final tiene su recompensa”. Llegar al ballet de Amalia Hernández significó un gran logro, pues después de terminar de estudiar danza acudió al proceso de selección. “Al principio bailas con el grupo experimental”, recuerda que debió aprenderse todo el repertorio de las puestas que presentaban.

Fue así que se aprendió todas las coreografías. “Un maestro que ahora es el coordinador artístico llegó y me dijo ‘tienes que bajar tres kilos; tu zapateado está bien; tu estatura está un poco baja pero está bien’, me remarcó que tenía que bajar los tres kilos para la siguiente semana”. Reconoce que al principio le parecía un poco exagerado pero en el siguiente filtro tuvo que hacer más esfuerzos, pues la disciplina y exigencia eran el doble.

Durante un ensayo, la directora le dijo, “tú estás muy bien, te quiero para la residente“. Fue así como Jaír González entró al ballet folklórico de México de Amalia Hernández y tiene ahora diez años bailando. Tras una gran carcajada recuerda que todo pasó muy rápido “Tenía que quitarme todos mis miedos; ya me encontraba con bailarines de gran experiencia y la escuela me ayudó pues me dió todo el conocimiento escénico”.

“El ambiente es muy competitivo pues llegar al ballet de México de Amalia Hernández, presentarte todo el año en Bellas Artes no es algo fácil, se necesita técnica de ballet, de contemporáneo, de zapateado, estar a la altura de las exigencias, que tengas un rango de peso específico, que mantengas una musculatura adecuada, tener condición física”.

Mantenerse constante es necesario y dar más lo es también, muchos de los bailarines que se encuentran dentro de la compañía toman clases aparte de los ensayos y tienen un entrenamiento dedicado a la disciplina de la Danza.

Baila para el Mundo


“Pertenecer a la Compañía de Danza folklórica es encontrarte en una talla Internacional de artistas”.

¿Cuándo bailas sientes que estás representando a México?

“Claro, es la primera compañía de danza que representa a México, es mostrar el orgullo de nuestras tradiciones”.

Bailar por y para México es lo que mantiene a Jaír González Gonzaga en constante trabajo para mejorar, es la tenacidad y pasión por la danza lo que lo ha llevado a bailar en los mejores teatros y ciudades del mundo.

Se ha presentado en Latinoamérica en países como Nicaragua, Argentina, Colombia, Perú entre otras, también en Estados Unidos en lugares como Houston Texas, Los Ángeles California, Nueva York y Europa.

Bailar en el extranjero es también la oportunidad de que los demás países vean lo que se está haciendo en México, pues “El ballet folklórico en el extranjero es muy aplaudido les gusta, tiene una gran aceptación, además en el extranjero hay mucha gente mexicana que está trabajando“.

Para Jair González es importante “quitar el estigma que se tiene de que los mexicanos son violadores y rateros” y qué mejor que la Danza para colaborar a quitar prejuicios, pues existe mucha gente talentosa no sólo en el arte sino también en muchas otras disciplinas.

Con voz fuerte menciona: “Es la danza donde también enseñamos que sabemos hacer las cosas bien y que existe gente muy capaz”.

En México ha realizado funciones para figuras importantes, con una sonrisa recuerda: “Baile la Bamba para el ex presidente Felipe Calderón en el Castillo de Chapultepec; también para el presidente Enrique Peña Nieto baile frente a él como solista de la danza de la pluma; con Elisa Carrillo primera bailarina del Staatsballett Berlín, participé en la gala con Elisa y amigos, donde baile la danza del venado”.

En el Festival Internacional Cervantino ha participado varias ocasiones, también bailando en el Auditorio Nacional como solista de La vida es un juego y en festivales en Veracruz, Puebla y otros estados de la República Mexicana.

Con una alegría que se refleja en sus ojos, pues al sonreír se vuelven una pequeña línea, recuerda: “Fue una función un 15 de septiembre en Estados Unidos donde había más de seis mil personas y yo bailando la danza del venado, fue inexplicable… además, había muchos mexicanos”.

El espíritu de un Bailarín


Jaír González muestra un cajón de tamaño grande de color azul. En él guarda fotografías, programas de mano, boletos y todo aquello que le recuerde cada país, ciudad, teatro o escenario en el cual ha estado bailando.

Observo mientras comienza a sacar todos aquellos documentos que atesoran una década dedicada al arte de bailar, de hacer vibrar los corazones de México y el mundo.

Aceptar que el tiempo es algo que no puedes detener, y en la vida de un bailarín es complicado. “Como bailarín estás acostumbrado al movimiento, bailas, trabajas con tu cuerpo; pero no es lo única forma en la que bailas, también está la docencia y muchas otras cosas que puede hacer por la danza”.

Reconoce que en algún momento debe dejar de bailar; pero sabe que aún no es el tiempo, que le faltan quizá otros diez años más. “Me retiraré cuando mi cuerpo ya no me permita bailar más”, para Jair, el arte, y en especial la danza, es algo que nos humaniza, nos conecta como seres humanos y como sociedad.

Para Edson Jair González Gonzaga bailar es su mayor pasión y es este amor lo que lo mantiene de pie en un ambiente complicado, gozar del ballet, emocionarse, sentir nervios y disfrutar de la energía antes y después de cada función es lo que lo hace bailar. “Me gusta hacer mi trabajo y es lo que me ha llevado a ser uno de los primeros bailarines”.

Cuando sea el tiempo de cerrar el ciclo como bailarín a Jair González le gustaría dar clases, y también estudiar otra carrera que complemente su formación artística, “nosotros estamos comprometidos con algo mucho más grande e inexplicable”.

Muchas veces los bailarines están condenados al olvido; pero para Jair González lo que lo mantiene de pie son “las mejores funciones donde bailas para la gente al aire libre, aquellas en las que la gente no pagó un boleto para verte y agradecen la función y te llenan de energía, pues en la actualidad, no es fácil pagar un boleto en Bellas Artes“.


Fotos: Facebook de Jair González







Bookmark and Share

No hay comentarios.

Con tecnología de Blogger.