LUCHAR NUNCA SERÁ EN VANO, LOS 43 AÚN NOS NECESITAN

Por Jazive Jiménez
Ciudad de México (Aunam). Son casi la una en punto. En el auditorio Ricardo Flores Magón de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, están a punto de presentar “Ayotzinapa, El Paso de la Tortuga”, colaboración de Guillermo del Toro, Bertha Navarro y TV UNAM. Un documental de denuncia que en el silencio grita por todos los desaparecidos.


Después de la emoción viene la calma, en el fondo se escucha una voz que anuncia el inicio de esta travesía, el silencio no se hace esperar y todo comienza. Como primer plano en la pantalla, una tortuga con paso lento pero sin detenerse.

Mientras, se acerca una voz que comenta la importancia del ser maestro “ser maestro es la profesión más noble; el dentista, doctor o periodista siempre aprenden de un maestro”. Palabras de un normalista sobreviviente ante los hechos ocurridos en la noche del 26 de septiembre del 2014 en Iguala, Guerrero.

Los últimos meses del 2014 se volvieron los meses más aterradores para todos los mexicanos, y sobre todo para las familias y los estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, ubicada en Ayotzinapa, un pueblo de alguna parte de Guerrero con pocas oportunidades económicas, sociales y políticas.

Los estudiantes ese día habían decidido salir a recaudar dinero para poder asistir a la conmemoración del 2 de octubre a la que cada año participaban. Esta vez todo fue diferente. En Iguala llegó una emboscada y no necesariamente fueron narcotraficantes, la policía municipal y parte del ejército mexicano amedrentaron, mataron y desaparecieron a varios estudiantes sin ninguna arma entre sus brazos.

Esa noche las cosas se salieron de control, el miedo, la ira y la desesperación inundaron las almas de cada uno de los jóvenes estudiantes ahí presentes. Ver como mataban a sus compañeros por tratar de salvar sus vidas, observar como otros tantos eran bajados de los autobuses llevándoselos para nunca volverlos a ver.

Pasó la noche y la incertidumbre resonaba en cada uno de los cuerpos de los normalistas, fueron tratados como delincuentes y nadie pudo o quiso brindarles el apoyo. Tal vez todo parecía haber terminado, lo que no se tenía en cuenta, es que la verdadera tortura apenas comenzaba.

¿Cómo podían avisarles a los papás, hermanos, amigos lo que había sucedido? ¿Cómo decirles que sus hijos estaban muertos o que la policía se los había llevado? ¿Cómo responder cuando volverían aquellos que sólo habían salido por un par de horas? ¿Cómo responderse ellos mismos lo que había sucedido? Y peor aún ¿cómo superar un hecho tan atroz que había marcado sus vidas?


A pesar de todo el dolor y la rabia, los padres de los desaparecidos y los estudiantes, decidieron salir a las calles a denunciar y alzar la voz con el objetivo de hacer visible lo que había sucedido la noche del 26. Su voz fue escuchada por miles y miles de personas que tomaron sus manos y caminaron juntos con la consigna “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, “No somos todos nos faltan 43”.

El paso de la tortuga es un documental con un objetivo muy claro, despertar aquella luz que poco a poco han buscado apagar. La lucha por los desaparecidos no puede quedar en el olvido como ha sugerido el Presidente Enrique Peña Nieto “hagamos realmente un esfuerzo colectivo para que vayamos hacia delante y podamos realmente superar este momento de dolor".

Este documental busca que no se apague esa luz a la que le sopla el viento pero que cada vez se vuelve más fuerte. El dolor de los familiares y el de los estudiantes es un dolor de todo México, dejar de luchar es olvidarnos de cada uno de los que han desaparecido o han perdido la vida. La lucha es lenta como el paso de las tortugas pero nunca se deja de avanzar. Perder la esperanza no está permitido, dejar Ayotzinapa sola será darle la espalda a el pueblo mexicano.

Guillermo del Toro junto con Berta Navarro revivieron este trágico suceso, narraron cada uno de los hechos del 26 de septiembre hasta la fecha, revivieron cada una de las amenazas del gobierno mexicano por dejar el caso de lado como muchos otros que se han quedado en el olvido. Pero sobre todo mostró la importancia de las normales rurales y de aquellos estudiantes que hoy no están pero que seguimos esperando. Conocimos aquellos jóvenes que los medios de comunicación y el propio gobierno los trato como delincuentes.

Hoy su sonrisa se queda grabada en la mente de cada uno de los presentes en el auditorio pero no es suficiente. Los queremos presentes luchando por sus sueños.

Con lágrimas en los ojos la presentación llega a su fin, los suspiros están ahí tratando de esconderse para no ser escuchados. A lo lejos una voz empieza el conteo uno, dos, seguido por todo el auditorio; tres, cuatro, cinco, seis y así sucesivamente hasta llegar el número 43. Las paredes retumbar por lo gritos de Justicia y aparición con vida de los estudiantes hasta hoy desaparecidos.

Por qué: ¡VIVOS SE LOS LLEVARON, VIVOS LOS QUEREMOS! AYOTZINAPA NO ESTÁN SOLOS...





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