29 de septiembre de 2017

CATALINA HERRERA PRESENTA SU LIBRO SOBRE EL PUEBLO JUDÍO

  • El texto explica el secreto de la prosperidad en la comunidad judía
Por: Estefanía Sánchez Aguilar
Ciudad de México (Aunam). En el Instituto Cultural México Israel, la periodista y comunicadora, Catalina Herrera presentó su libro Lo que siempre quisiste saber sobre los judíos pero nadie te supo explicar, que busca dar a conocer los misterios que historiadores y cientÍficos no han podido aclarar la historia de esta comunidad.


El evento, realizado el domingo 10 de septiembre, contó con la presencia de Jenine Serur, vicepresidenta del instituto, Isaac Shapiro, comunicador, y Mario Cuenca antiguo activista comunitario del mundo sefaradí, quienes le desearon éxito en esta publicación.

En tiempos antiguos y sin internet la comunidad judia se ha extendido por todo el mundo, y se conserva a comparación de otros pueblos como los persas o los griegos, siendo “el responsable de infudir los valores más esenciales de convivencia en la cultura occidental”, afirma Isaac Shapiro.

El amor al prójimo es la base de lo que los judíos llaman Kabbalah, parte fundamental para la vida en armonía y base del libro. Es un manual de las reglas de la vida en el que deberíamos basarnos los seres humanos, según explica la autora. Además Herrera reafirmó que el propósito de las judíos es fomentar el amor y la tolerancia. Isaac Shapiro dijo que se debe “ estrechar los corazones y vivir en paz” entre las naciones.

Algunos datos curiosos que se pueden encontrar dentro de este texto son el calendario judío, las fiestas, la explicación de los días importantes en la comunidad, el por qué de los desastres naturales y ¿qué día es preferible cerrar un trato?

La “fuerza especial” que no es explicable solamente con la historia o la ciencia, es la que busca esclarecer la autora, utilizando la Torá y las creencias de esta comunidad. “No es un libro sobre las tradiciones, la cultura, los rituales, la religión judia”, señala Shapiro.

Al preguntarle a Catalina el motivo de su investigación, mencionó que “tenia respuestas que nadie me había dado y empecé a encontrar aquí las razones que nadie daba, cuando empiezas a ver que funciona, y que es cierto no te queda de otra más que seguir” y que atravesó distintos obstáculos al comenzar y a lo largo de toda su investigación, siendo el tiempo uno de las principales trabas.

Después de la presentación del libro, se pudo apreciar un pequeño concierto con algunas interpretaciones de cánticos comenzando con una pieza que provenía desde los orígenes del pueblo judío, posteriormente la primera canción de jazz que fue interpretada por una persona judía, otras que fueron parte de obras de teatro famosas en Broadway, hasta llegar a la actualidad con la canción Yerushalaim Shel Zahav.

De la mano de Jenin Serur, el Instituto Cultural Mexico Israel le otorgó un reconocimiento a Catalina Herrera por su labor, y para finalizar con la presentación, la integraron en su libro de personalidades.

Catalina también inaguró su exposición fotográfica titulada “El Kótel: lo más cercano al cielo”, que tiene lugar en la ciudad de Israel, en especial en el Muro de los Lamentos. A lo largo de las fotografías retrata la cultura judía y sus tradiciones y busca concientizar y difundir un mensaje que promueva la paz entre las naciones.

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27 de septiembre de 2017

LOS SIETE AÑOS QUE NECESITARÁ ALPANOCAN

Texto y fotografías por Emilia López Pérez

San Antonio Alpanocan, Puebla (Aunam). Desde la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), en la Ciudad de México, el profesor y antropólogo Víctor Valdovinos condujo una camioneta rumbo a San Antonio Alpanocan, en el municipio de Tochimilco del estado de Puebla, con la finalidad de recoger a jóvenes brigadistas que se encontraban en la zona.


También viajábamos Ana Luisa Méndez y yo, porque pensábamos que allí podría estar Franco Juárez. Él es primo de Ana Luisa y durante el miércoles 20 y el jueves 21 de septiembre había estado en distintos puntos de la Ciudad de México. El viernes 22 había avisado a su madre que estaría en Tetela del Volcán. Sin embargo, la brigada con la que partió regresó a la capital del país desde el sábado sin él porque, según informó un miembro de la brigada, Franco decidió quedarse a ayudar en Alpanocan.

En dicho poblado ocurrieron un par de accidentes en donde fallecieron dos jóvenes brigadistas. Los primeros reportes a través de redes sociales no eran claros sobre hechos y nombres. La ENAH, que lleva un registro de cada camioneta que sale (con datos, fechas y nombres de los tripulantes), no tenía señales de Franco. Oficialmente no estuvo enlistado ahí. Después supimos que los fallecidos fueron Mario Flores y Gustavo Adolfo Oviedo Rosas, dos brigadistas voluntarios que acudieron a ayudar a los damnificados.


Alpanocan se encuentra después de Tetela del Volcán, en los límites de Morelos y Puebla. En las pocas noticias publicadas sobre el lugar decían que el 90 por ciento del pueblo estaba destruido. Dentro de lo positivo fue que no hubo bajas humanas debido al sismo de 7.1 del 19 de septiembre.

En el pueblo, la mayoría de las casas son de adobe y las calles no están pavimentadas. Ese lunes, a las cinco de la tarde, la avenida principal estaba llena de gente. Los jóvenes caminaban de un lado a otro y atendían distintas necesidades de los habitantes. “¡Comida, chicos, comida! Un vasito de agua. ¡Vengan a comer!”, gritaba un hombre mientras unas mujeres repartían platos con distintos guisos que bajaban de la parte de atrás de una camioneta.

Alejandro, un chico de la ENAH que me guió hacia la biblioteca del pueblo donde se estaban registrando los brigadistas que llegaban, me dijo que en los días que llevaba ahí nunca le faltó de comer. Los pobladores son muy atentos con los voluntarios.

Interior de la biblioteca del pueblo

Para subir hacia la biblioteca, cerca de la primaria Ignacio Zaragoza (la única de la zona), había que tomar una calle que tenía de lado a lado una cinta amarilla con la palabra “precaución” que todos ignoraban, aunque en la esquina tres policías estaban vigilando.

Lo primero que los ojos alcanzan a ver desde el hogar de libros, un poco porque es alta, pero sobre todo por las condiciones en las que se encuentra, es la capilla de San Antonio. Parece no tener remedio.

Del otro lado de la calle está la primaria y uno de los dos centros de acopio que se han instalado en el lugar. Tras preguntar a algunos brigadistas, un joven llamado Eduardo reconoce haber visto a Franco: estaba con un grupo en la colonia El Progreso, reparando una grieta.

Mientras tanto, fuera de la capilla herida, algunos fieles improvisaron una carpa para poder realizar sus rezos. Todos son muy devotos de San Antonio.

La capilla de San Antonio antes y después del sismo del 19 de septiembre
Óscar Valdez, uno de los pobladores, dice que su santo sí hace milagros. Los más viejos del pueblo están muy tristes por las fracturas y el posible colapso de su capilla, por lo que algunos vecinos realizan ya una colecta para salvarla.

Tulio Gallardo, otro habitante de la localidad, contó al profesor Víctor Valdovinos que la escuela primaria Ignacio Zaragoza existe desde los años ochenta, y que el domingo 17 de septiembre pusieron un timbre para que funcionara como alarma sísmica: “Lo pusimos, creo que era como... como que presentíamos que venía esto. Ese timbre le permitió a los niños salir a tiempo”.

Debido a las condiciones en las que se encuentra el plantel, el regreso a clases no es posible. A pesar de ser beneficiaria del programa “Escuelas al Cien”, la escuela sólo recibió un trabajo de impermeabilización. “El presupuesto se usó para el revocado, lo que impermeabilizaron, y para pintar. También para la cancha, pero pusieron demasiado ‘pobre’ el cemento y cuando lo entregaron, como ocho días después, empezó a botarse”, comentó Gallardo.

Daños en la primaria Ignacio Zaragoza
La biblioteca pública Emiliano Zapata funciona como registro para los brigadistas y almacén para las herramientas. A decir de Tulio Gallardo y Oscar Valdez, y según lo que han hablado con algunos brigadistas, la reconstrucción del pueblo tardará entre cinco y siete años. También consideran que actualmente han llegado muchos víveres, ropa y medicamentos que, por el momento, son suficientes.

Ya hay luz en el poblado, pero el agua para uso diario está muy contaminada. Los pobladores temen que el color amarillento de este líquido sea azufre. “Seria bueno tener baño en estas zonas donde andan los voluntarios, que andan aquí trabajando mucho”, señaló Valdez.

Basta caminar un poco para darse cuenta de la gratitud de los lugareños. Fuera de las viviendas hay pancartas que agradecen el apoyo, el esfuerzo; señoras que preparan el almuerzo y la cena; caras que sonríen aliviadas a las jóvenes que ayudan en el centro de acopio o que cargan con sus palas los escombros, a los muchachos que apuntalan sus hogares, a los que llegan a dejar más víveres.

En Alpanocan nadie está solo, pero hacen falta manos dispuestas para el futuro inmediato. Aún hay trabajo por hacer.


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TRES AÑOS DE LUCHA Y ESPERANZA: AYOTZINAPA

Por Pablo Saldaña Amador
Ciudad de México (Aunam). Tres años han pasado. Tres años de dolor, infamia, búsqueda y esperanza. Tres años de solidaridad, andar y andar por el país exigiendo el regreso de 43 jóvenes estudiantes: “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”. Y así, 36 meses después siguen aquí, en las calles, en las plazas; padres, amigos, compañeros, hermanos.


No hay lugar para el cansancio… Cuando se cumplen tres años de la trágica noche de Iguala los puños en alto sobre Paseo de la Reforma exigen justicia. Pero esta vez es diferente. Un ambiente de luto, del silencio que hermana entre el sufrimiento y el anhelo de que los ausentes volverán con vida, inunda la Ciudad de México.

El acto conmemorativo de aquella tarde empieza con una misa, en memoria de los 43 y de los cientos de fallecidos y desaparecidos que han dejado los sismos del 7 y el 19 de septiembre. Después, puños en alto y silencio. Un minuto de silencio. Vendría entonces la canción “Sólo le pido a Dios”, del cantautor argentino León Gieco como arranque de la caminata sobre Reforma, del Ángel de la Independencia al Anti-monumento.

Anti-monumento: dos números en color rojo que recuerdan a Abel García Hernández, Abelardo Vázquez Peniten, Adán Abrajan de la Cruz, Antonio Santana Maestro, Alexander Mora Venancio, Benjamín Ascencio Bautista, Bernardo Flores Alcaraz, Carlos Iván Ramírez Villarreal, Carlos Lorenzo Hernández Muñoz, César Manuel González Hernández, Christian Alfonso Rodríguez Telumbre, Christian Tomas Colón Garnica, Cutberto Ortiz Ramos, Dorian González Parral, Emiliano Alen Gaspar de la Cruz, Everardo Rodríguez Bello, Felipe Arnulfo Rosas, Giovanni Galindes Guerrero, Israel Caballero Sánchez, Israel Jacinto Lugardo, Jesús Jovany Rodríguez Tlatempa, Jhosivani Guerrero de la Cruz, Jonas Trujillo González, Jorge Álvarez Nava, Jorge Aníbal Cruz Mendoza, Jorge Antonio Tizapa Legideño, Jorge Luis González Parral, José Ángel Campos Cantor, José Ángel Navarrete González, José Eduardo Bartolo Tlatempa, José Luís Luna Torres, Julio César López Patolzin, Leonel Castro Abarca, Luis Ángel Abarca Carrillo, Luis Ángel Francisco Arzola, Magdaleno Rubén Lauro Villegas, Marcial Pablo Baranda, Marco Antonio Gómez Molina, Martín Getsemany Sánchez García, Mauricio Ortega Valerio, Miguel Ángel Hernández Martínez, Miguel Ángel Mendoza Zacarías y Saúl Bruno García.


Una bandera hecha con globos circunda la marcha, acompasada. Un contingente de trabajadores se anexa gritando consignas, pero una vez integrados a la marcha, callan. Corazones enlazados por el respeto y la solidaridad. Mario González, uno de los padres de los estudiantes desaparecidos, es enfático al señalar que el luto de quienes perdieron a alguien en los pasados temblores es el propio.

“Ese dolor lo hacemos nuestro y lo sentimos nuestro porque hay personas atrapadas y muertas, que en su momento gritaron por esos 43 normalistas, que nos acompañaron en algunas de las marchas. ¿Cómo ser indiferente a ese dolor, cómo no solidarizarnos con esa gente”.

Emiliano Navarrete, otro padre en busca de su hijo y de miles de desaparecidos más en todo el país, reclamó al gobierno de Enrique Peña Nieto que cumpla con sus obligaciones y haga justicia; que deje de reprimir a los sindicatos, a las organizaciones sociales, a los jóvenes; que deje de dilapidar los recursos naturales.

Pero, aseveró, el gobierno es criminal o cómplice de los criminales. “Desgraciadamente no tienen nombre, no son seres humanos… y de verdad, nosotros no vamos a parar, vamos a seguir adelante hasta saber la verdad de dónde están nuestros hijos y si nos va a tener que matar este gobierno será mejor morir, pero luchando”.

Aseguró que es la solidaridad y el amor de la gente lo que les ha impedido caer, la compañía de los habitantes del país es lo que alimenta su lucha: “compañeros, de verdad, les pido de todo corazón que nos sigan apoyando. Aquí tienen un hermano, un amigo… en verdad, yo conocí una gran familia que son ustedes”, dijo con la voz entrecortada, mientras la multitud lo abrazaba con gritos de “¡No estás solo, no estás solo!”. Como respuesta, el padre de José Ángel Navarrete se llevó la mano al corazón.

La tarde empezaba a amenazar con lluvia, pero Tláloc se mostró respetuoso de lo que ocurría en la Tierra. Cristina Bautista Salvador, una incansable madre que busca a Benjamín Ascencio Bautista, su hijo, tomó el micrófono para refrendar: “Estamos luchando por la vida nuestros hijos porque el caso Ayotzinapa no puede quedar en la impunidad. Aquí estamos: tres años de lucha”.

“El gobierno está acostumbrado a matarnos, a desaparecernos, a encarcelarnos, y dice ‘no pasa nada’… y apuesta al tiempo, a que nos cansemos como padres y madres. ¡Pero está equivocado! Aquí estamos, a tres años de lucha, a tres años de la desaparición forzada de nuestros hijos. Seguiremos gritando en las calles que el gobierno nos tiene que entregar a nuestros hijos, que tiene que llegar la verdad…”.

Tomarían la palabra estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” para reafirmar que la lucha por encontrar a sus compañeros no parará hasta encontrarlos, hasta que los responsables de la desaparición y muerte de sus compañeros tengan nombre y apellido y sean juzgados. Las primeras gotas comenzaron a caer, mientras el reclamo, la indignación y los gritos de la gente dejaban en claro que tres años no apagan el caso, ni todo el tiempo que pueda pasar. Ayotzinapa es una herida abierta que solo sanará la justicia.

El mitin termina, cuando el vocero de las madres y padres de los normalistas, Felipe de la Cruz, rinde un último homenaje respetuoso a los fallecidos en los derrumbes que dejó el sismo en la capital del país. Y alerta que estos hechos demuestran “cómo la unidad del pueblo saca adelante al pueblo”, mientras que el gobierno “sigue cometiendo errores que van a provocar su holocausto y su caída”.

Sobre Paseo de la Reforma hay edificios vacíos, acordonados, en espera de una resolución sobre su futuro. Las calles aledañas se humedecen rápidamente. La gente se va. Pero en el aire queda flotando el ánimo de lucha y esperanza.




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25 de septiembre de 2017

RAY MENDOZA JR., VILLANO III Y VILLANO IV VISITAN LA UNAM

  • Junto a los luchadores Shaolin, Kaving y otras personalidades del pancracio mexicano, "la Dinastía Imperial" habló sobre las vicisitudes de ser luchador profesional.
Por José Luis Ruperto Mateos
Ciudad de México (Aunam). Los luchadores mexicanos Ray Mendoza Junior, Villano III y Villano IV, mejor conocidos en los cuadriláteros como "la Dinastía Imperial", encabezaron una mesa de diálogo durante el 2° coloquio de investigadores de lucha libre donde hablaron sobre las experiencias vividas en su carrera deportiva.


En la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM, el jueves 14 de septiembre el panel de expertos abordó el deporte de los encordados desde distintos puntos de vista.

El primero en tomar la palabra fue Alberto Meza, investigador en la FCPyS, quién detalló que las máscaras son un símbolo que proporciona identidad a la lucha libre mexicana en cualquier parte del mundo, aunque en la década de los 30 se creía que los luchadores usaban máscaras para ocultar deformidades.

Por su parte Alejandro Barrón, especialista de diplomacia informativa en la embajada de Estados Unidos, explicó que ahora la lucha libre pasa vive su tercer período (la era moderna), donde se ha convertido en un negocio que se ha expandido gracias a las redes sociales.

En su participación Guillermo Guadarrama “El Buitre”, coleccionista de la lucha libre, especificó que a pesar de la popularización de este deporte, “la lucha libre se consideraba como de gente sin cultura”.

Momentos después, tomó la palabra Ray Mendoza Jr., no sin antes ser recibido por numerosos aplausos.

A pesar de que su camino en la lucha libre se empezó a escribir desde la edad de cinco años –cuando ganó una competencia a nivel gimnasio–, Ray Mendoza Jr. aclaró que "el deporte no está pelado con el estudio", pues él además de tener su trayectoria como luchador, también tiene un título universitario en la carrera de Odontología.

El destacado personaje rememoró que un mes antes de su lucha de máscara contra máscara que tendría contra Blue Panther sufrió la rotura de los ligamentos de su hombro derecho. Sin embargo, descansó un mes para poder llegar a la esperada lucha –que conmemoraba el 75 aniversario de la lucha libre mexicana–, la cual eventualmente ganó.

Al recordar las lesiones y los sacrificios que ha implicado su trayectoria deportiva, la voz de Ray Mendoza Jr. se entrecorto. "Lo más importante es levantarte y seguir adelante”, resaltó.

Para finalizar el evento, el hijo de Ray Mendoza Junior explicó el objetivo de “Dinastía Imperial A.C.”, un organismo que busca representar a los luchadores profesionales en México.

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EL ESTADIO OLÍMPICO RECIBE VÍVERES PARA APOYAR A DAMNIFICADOS

  • El Centro de acopio registró una constante llegada de productos y brigadistas.
Por José Luis Ruperto Mateos
Ciudad de México (Aunam). El Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria se convirtió en centro de acopio y punto de partida para brigadistas, luego del sismo de 7.1 grados en la escala de Richter que golpeó a la Ciudad de México, Puebla, Morelos y Guerrero.


Sobre avenida de los Insurgentes, enfrente del Estadio Olímpico, arribaron numerosas personas a donar víveres, mismos que eran recibidos por cadenas humanas, conformadas en su mayoría por jóvenes integrantes de la comunidad universitaria y externos, para poder moverlos hasta las afueras del recinto deportivo.

Sin importar el sol, la lluvia, el frío y el cansancio, los voluntarios participaron en las labores de apoyo a los damnificados por el terremoto, pero ellos no estaban solos pues también era visible la presencia de personas que llegaban con comida y bebidas para los voluntarios.

Lo mismo se podía ver a un estudiante de Medicina, a un estudiante de Lengua y Literatura Hispánicas o a familias enteras ayudándose mutuamente.

Además de la comunidad que conformaba las cadenas, algunos jóvenes se ocupaban de colocar lonas, otros marcaban cajas, algunos trasladaban en carretillas los artículos pesados, y unos más se encargaban de recoger basura.

En el caso de las medicinas, había médicos que las organizaban para su mejor manejo.

Luego de trasladar los víveres a las puertas del estadio, la ropa y cobijas se almacenaban en los pasillos, mientras que los alimentos se movían al área de gradas para clasificarlos y empaquetarlos para que se cargaran a un tráiler que estaba identificado como "Centro de Acopio UNAM".

Una gran parte de las gradas estaba cubierta por las cajas de productos donados. El movimiento al interior como afuera del estadio se terminaba hasta las 3 de la madrugada y reiniciaba a las 7 de la mañana.

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