"ME GUSTARÍA SER RECORDADO COMO UN GUERRERO": JAVIER VEGA LUNA

Por José Luis Ruperto Mateos
Nezahualcóyotl, Edomex (Aunam). En el municipio de Nezahualcóyotl, catalogado como el más densamente poblado del país, con 17 mil 537 personas por cada kilómetro cuadrado, y en donde la edad del 50 por ciento de los delincuentes oscila entre los 14 y 19 años, hay historias que muestran una voluntad de cambio. Una de ellas es la de Javier Vega Luna.

Javier Vega posa con su trofeo de primer lugar de la carrera Molina del Rey 2017
Javier es un joven de 26 años, corredor de largas distancias, el mayor de tres hermanos y actualmente el mejor maratonista en la historia de Nezahualcóyotl y uno de los mejores a nivel nacional. Porta un semblante serio, que en momentos es interrumpido por una sonrisa al narrar sus logros y al describir lo placentero que es para él correr.

Su infancia fue una etapa muy complicada pues en su casa imperaba un entorno familiar agreste, ya que su padre padecía de problemas de alcoholismo, por lo cual había discusiones con su madre. Esta situación generaba en Javier frustración y desesperación al no poder hacer nada por sus padres y, menos aún, por sus hermanos.

Aunado a su problemática vida familiar, en la primaria empezó a padecer de obesidad, lo cual en su momento tuvo efectos negativos en su vida. Sin embargo, ese sería uno de los hechos que lo acercarían al atletismo, sumado a que en una ocasión su madre le dijo que estaba gordo, lo que él se tomó personal y le hizo decirse a sí mismo "jamás mi madre me va a volver a decir que estoy pasado de peso".

A consecuencia de ese comentario por parte de su madre, Javier empezó a hacer ejercicio, por lo que intento emular a su padre que iba al gimnasio. Además Javier empezó a correr los sábados y domingos, únicamente guiado por su instinto y con el objetivo de bajar de peso. De esta manera, a los 11 años, empezó a correr. Ser persistente hizo que en 6 meses adelgazara.

¿Nacido para correr?

Quizás la obesidad denotaba que Javier no tenía un cuerpo "diseñado" para correr, pero tenía algo que no se consigue en ningún gimnasio: la constancia. La importancia de ser constante es tal que especialistas en materia de psicología deportiva han hablado sobre este aspecto.

Uno de ellos, James E. Loehr, afirma que "no es sorprendente que la constancia sea la última medida de la fortaleza mental en un atleta, es también la señal inequívoca de un campeón". En el caso del mexiquense, esta característica fue la que lo impulsó a progresar en el ámbito atlético de manera que, sin darse cuenta, ya estaba inmerso por completo en el atletismo.

"Inconscientemente mi cuerpo ya me pedía correr todos los días, o mínimo los fines de semana", afirma el ahora fondista. A los 13 años, Javier conocería al profesor Joel, de la Alameda Oriente, quien lo invitó a participar en la que sería su primera carrera y, después, a formar parte de su equipo de corredores. El atleta recuerda con afecto el día en que ocurrió dicho encuentro.

Con 14 años de edad, Vega Luna corrió su primer competencia, la Carrera del Pavo, donde ganó el primer lugar de la categoría juvenil con apenas un año de entrenamiento en sus piernas. Así, desde el 2006 hasta la actualidad Javier ha llevado formalmente un entrenamiento. En 2007, ya con más experiencia, se hizo acreedor a su primer premio en efectivo.

Ante la adversidad, objetivos

Los problemas entre los padres de Javier impidieron que él forjara una relación sólida con su hermanos Miguel y Sergio. Sin embargo, el deporte fue algo que los unió, porque era un gusto que compartían; sus hermanos lo seguían cuando se iba a correr y cada quién se ejercitaba de acuerdo a su capacidad. El fondista aclara que se considera una persona complicada a la hora de tener relaciones sociales, en especial amigos.

Por la misma razón, desde la primaria hasta la universidad, Javier tuvo como rutina establecida estudiar y entrenar, prácticamente sin vida social, pero siempre con sus objetivos bien definidos. Quizás fue la mentalidad de perseguir sus metas la que lo apartó del mundo de las adicciones, en el cual pudo haber caído.

"Para nosotros el probar una droga era muy sencillo, si quería uno, nada más caminaba a la esquina de la calle y la conseguía de manera fácil", relata el corredor. No sólo pudo haber caído en la drogadicción, sino en cualquier tipo de vicio, lo cual era muy común en el entorno donde vivía. Sin embargo, él ha sido testigo de cómo ahora todo eso ha cambiado.

"Nadie me dijo échale ganas"

Aunque en la etapa de la secundaria Javier ya tenía logros deportivos, a sus maestros no les importaba. Por eso Vega considera que el deporte en México es una actividad que no se valora, pues los maestros creen que se hace para perder el tiempo o para no hacer las tareas.

Por ello, en la secundaria ningún maestro lo motivó a seguir adelante en el ámbito deportivo, lo que no fue un freno para el deportista. Al cursar la educación media superior en el Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios (CETIS) 32, el atleta se encontrón con la misma situación: aunque sus compañeros sabían que él era corredor, su actitud era de indiferencia.

Por si fuera poco, Javier también batalló con su familia: en una ocasión su madre le quería prohibir salir a una carrera, a lo que él le constestó que si prefería que saliera a competir o que estuviera alcoholizándose, fumando o metido en las drogas. Su madre no supo que responderle.

A pesar de no encontrar a alguien que le diera ánimos para seguir con los entrenamientos, su misma actitud y tenacidad le hicieron aprender cualidades del deporte como el ser disciplinado y responsable; mostrarse respetuoso con las demás personas; y mantenerse constante, lo que evidencia como el deporte es un medio eficaz para desarrollarse en el plano moral.

Aunque en Nezahualcóyotl la falta de espacios deportivos sigue siendo un problema, Vega Luna contó con la fortuna de tener cerca la Alameda Oriente, parque perteneciente a la delegación Venustiano Carranza, donde el acudía y, sin hacer ningún tipo de calentamiento, corría a su máxima capacidad hasta que completaba una vuelta al circuito.

Contra toda lógica, esta rutina no le provocó lesiones al maratonista. Por el contrario, esa vuelta que corría a toda velocidad fue algo que contribuyó a su sanación emocional, gracias a que en esos segundos él sacaba la furia que llevaba dentro. “Esa vuelta era mi escape”, recuerda. Fue así como el aún incipiente deportista fue forjando sus capacidades tanto físicas como mentales.

Los hechos vividos durante su vida hicieron que Javier tuviera la madurez suficiente para enfrentar algunas desilusiones, como la falta de apoyos que lo agobiaron inclusive en la universidad, etapa en la que el nezahualcoyotlense empezó a tener logros destacados en el plano competitivo, como la medalla de oro en la Universiada Nacional de medio maratón, además de otras preseas en los 5 mil y 10 mil metros planos.

"La gente aquí en México en lugar de que apoye, de que vea a una persona exitosa como un ejemplo a seguir, le quieren poner más piedras en el camino", admite con pesar el fondista. Ejemplo de esto es que la Unidad Académica Profesional (UAEM) Nezahualcóyotl no reconoció sus logros a nivel nacional, a pesar de ser conquistas que dificilmente podrán ser repetidas.

Los retos de ser un estudiante-atleta

El deporte y el estudio requieren de dedicación, pero cuando se hacen al mismo tiempo exige todavía más. Así fue como Vega Luna vivió la universidad. Ser un estudiante-atleta fue difícil, pues tuvo que alejarse de sus compañeros, fiestas e, inclusive, de su familia, sacrificios que pocos jóvenes quieren enfrentar, pero para este corredor el deporte era un gusto, por lo que no le costó trabajo hacerlo.

Inclusive Javier prefería ir a entrenar que ir a una fiesta y aunque el entrenar y estudiar le provocaba mayor agotamiento, él no lo sentía porque quería entrenar para no vivir la situación de violencia que había en su casa.

"Yo quería sentir ese dolor en el entrenamiento para sentir mejor eso, esa sensación de fatiga, a sentir el dolor de casa" revela.

Un presente con logros

Para Vega Luna, el correr es algo que considera una bendición y que le ha traído muchas satisfacciones. Una de ellas es ser elemento del ejército mexicano, al cual ingresó en 2015 después de ganar el tercer lugar en el medio maratón de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) de ese año, un logro que cambiaría su vida.

Durante la ceremonia de premiación, Javier tuvo la oportunidad de expresarle al general Salvador Cienfuegos su deseo de pertenecer a las fuerzas armadas, que después recibiría una respuesta afirmativa al obtener el nombramiento de soldado.

Apenas integrado al ejército, el 10 de enero de 2016 el fondista se adjudicó el primer lugar en el Campeonato Nacional de Campo Traviesa, que fue la antesala de un logro que lo posicionaría dentro de la clasificación de los mejores corredores de México: el segundo lugar en el Maratón Internacional Lala en Torreón, Coahuila, con un tiempo de dos horas, diecisiete segundos y trece centésimas.


Javier Vega corre el Maratón Lala 2016. Fotografía tomada de la cuenta de Facebook del atleta
Para el corredor oriundo de Nezahualcóyotl ese puesto fue un hecho trascendente porque lo proyectó como un deportista a seguir en el atletismo mexicano, pero además porque se dio en un momento crucial para él, dado que antes de viajar a Torreón, discutió con su entonces pareja sentimental. "Sinceramente yo me di cuenta de que estaba compitiendo hasta el kilometro 23, 25", comenta.

La reacción fue oportuna, porque después de ir ubicado en la posición 20, remontó lugares hasta alcanzar la segunda posición y así, a pesar de no estar concentrado al 100 por ciento, Vega se quedó a poco trecho de ganar el primer lugar, lo que sorprendió a propios y extraños. Ese resultado fue una revelación, ya que hasta ese entonces, él todavía era muy conocido en el ámbito atlético.

Javier Vega alza el puño antes de cruzar la línea de meta en el Maratón de Tecamachalco 2016. 
Fotografía tomada de la cuenta de Facebook del atleta
Sin embargo, algunos corredores de elite afirmaron que el triunfo de Javier había sido una casualidad, lo que fue acallado en septiembre de 2016, cuando se consagró en la distancia de los 42 kilómetros con 195 metros, al ganar el primer lugar en el maratón de Tecamachalco, Puebla, famoso por ser uno de los eventos más arduos debido a su altimetría.

Fue una carrera a la que Javier llego en su mejor forma, dispuesto a subsanar sus dolencias emocionales y a dejar su máximo esfuerzo hasta el final de la prueba, demostrándose así mismo lo que años de disciplina le habían ayudado a construir, dejando para el recuerdo a un Javier decidido, fuerte y seguro de sí mismo, flanqueado por escoltas y ovacionado por los espectadores.

Javier Vega antes de correr el Chevron Houston Marathon
Su capacidad lo llevo a cruzar fronteras para participar, el 15 de enero de este año, en el Chevron Houston Marathon en Texas, Estados Unidos, al que acudió con el objetivo de correr la prueba en dos horas y quince minutos o menos para poder clasificarse a los Mundiales de Atletismo en Londres. Sin embargo, el alto porcentaje de humedad mermó su rendimiento físico y acabó en dos horas, veintitrés minutos y cincuenta y seis segundos.

Ahora Javier tiene en su familia una base sólida que, asegura, no lo dejaran solo. Siente un profundo agradecimiento por sus padres y por las personas que lo acercaron al deporte, como el profesor Joel y el entrenador Salvador Bañales, así como por su actual guía, Antonio Tafolla. Además expresa su gratitud por la UAEM y el Ejército Mexicano, instituciones que lo han ayudado en su crecimiento personal.

La siguiente meta para Javier es el selectivo de maratón para los Juegos Centroamericanos y del Caribe que se realizará el domingo 17 de diciembre, en la ciudad de Tijuana, Baja California, para así iniciar con el camino a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

"El camino es la bendición, el camino es lo emocionante", concluye.









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