LOS PELIGROS DE SER PERIODISTA EN MÉXICO

Por Jazive Jiménez
Ciudad de México (AUNAM). Es sábado, casi las cuatro de la tarde. El Centro Cultural Universitario (CCU) está de fiesta, con la música acompañada del andar de cientos de personas y de libros que están por aquí y por allá. La Fiesta del Libro y la Rosa ha comenzado.


En el fondo se encuentra el Foro Fuente, con una apariencia prometedora de mucho aprendizaje y entusiasmo. Es momento de darle lugar al periodismo mexicano.

No hubo cabida para toda la gente que se dio cita en el foro. Aun así, a pesar del cansancio, la opción no era rendirse. Le pido a las piernas resistir un par de horas más para escuchar a dos periodistas mexicanos comprometidos con su profesión. Sanjuana Martínez y Fabrizio Madrid.

Mientras el público se acomoda en sus lugares, Sanjuana entra con esa fuerza que la caracteriza y una sonrisa para todos. Los aplausos no se hacen esperar y todos empiezan a hablar sobre lo cambiada que se ve con ese nuevo look. Jóvenes y adultos quieren que tome la palabra y diga lo que todos ya saben, pero que es necesario confirmar con su propia experiencia.

El tiempo es poco para todo lo que hay que decir. El periodismo ha sufrido demasiado, por decir la verdad. “El 99.3% de asesinatos a periodistas no son investigados. Tan sólo de lo que va del año, hay 120 periodistas asesinados, 25 desaparecidos y 24 horas al día son acosados por decir la verdad, todo esto documentado por (la organización) Articulo 19” menciona Sanjuana Martínez.

La situación del periodista en México es cada vez es más peligrosa: a partir de la guerra contra el narcotráfico, iniciada por el entonces presidente Felipe Calderón, el ambiente ha empeorado, es más difícil decir la verdad y no temer a represalias. El escenario desfavorable se atribuye a la falta de interés de los políticos. “Al gobierno no le conviene protegernos, pues nosotros nos encargamos de revelar asuntos importantes de la corrupción dentro del gobierno”, comenta con sarcasmo la periodista.

La mirada de la gente dice más que mil palabras: coraje, asombro y tristeza hacen del lugar un alma silenciosa. Son muchos ataques contra la libertad de expresión. México siempre ha callado a sus periodistas con múltiples estrategias. Hoy la violencia de género se hace presente por la importancia que tienen las mujeres en el periodismo social.

Sanjuana sigue hablando al público de su experiencia como mujer y como periodista. De repente, las miradas se desvían a otro ángulo. La voz de la experta sigue escuchándose, pero los asistentes fijan su atención en la llegada de un hombre sencillo con un cigarrillo en la mano, el famoso periodista Fabrizio Madrid. Sin dudarlo ni un segundo arrebata la palabra a su colega para desahogarse de la criminalización que sufren día a día por su compromiso social.

“Los medios deben protegernos porque trabajamos para ellos, pero no es así. Es por eso que, entre periodistas, es necesario organizarnos y hacer una red que nos ayude a ver por nosotros”, termina con un suspiro Fabrizio Madrid.

Ser periodista es firmar con la muerte, pero también es una pizca de luz para los ciudadanos. Por lo mismo, la sociedad civil debe comprender que sus derechos también están siendo violentados al no poder contar con información de buena calidad en los medios. Tal es el caso de la expulsión de Carmen Aristegui de MVS por su reportaje de “La Casa Blanca” o el asesinato de Miroslava Breach, corresponsal de La Jornada Chihuahua.

“Estamos cansados de ver pasar los cadáveres de nuestros compañeros. Existe una terrible cacería de periodistas, estamos cansados de la impunidad, que se vulnere la información de los ciudadanos. Por eso siempre serán las plumas contra las balas, nuestras letras contra el vicioso deseo de silenciar. Porque somos voz de los que no tienen voz y debemos ir más allá del miedo”, declaran estos dos periodistas con la mano en el corazón.

La gente se pone de pie, todos aplauden volviéndose una misma fuerza, poniéndose en los zapatos de todos los periodistas caídos y de los otros tantos que siguen resistiendo como es el caso de SanJuana Martínez y Fabrizio Madrid. La conferencia termina, pero la persecución contra el periodismo no.

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