"LA MERCED ES PARTE DE MI VIDA”: LEONZO VALDÉZ VELÁSQUEZ

Por Gloria Chavely Toraya Pita
Ciudad de México (Aunam). Ubicado en el local 3219 de la Merced, el mercado más grande de Latinoamérica, se encuentra uno de los puestos más antiguos y prósperos del lugar, mismo que ha visto crecer cuatro generaciones. Leonzo Valdéz Velásquez, de 68 años, ha laborado dentro de este importante centro de comercio en su negocio de materias primas. “He trabajado aquí desde jovencito hasta adulto y todo lo que más me ha marcado en la vida me ha sucedido aquí”, dice con orgullo.


Con un ligero rostro de cansancio, “Don Leonzo” –como le dicen sus trabajadores– se encuentra detrás de sus productos acomodados en contenedores de plástico. Viste de manera sencilla: una camisa verde de cuadros, un pantalón de mezclilla y su delantal de cuerpo completo. Su complexión denota fuerza y agilidad, misma que le permite mover de un lado a otro sus mercancías en sacos o cubetas, tareas constantes en su trabajo.

Diario, desde las 6 de la mañana, se encuentra chambeando con el mismo entusiasmo de siempre. Este local es su casa. Gracias a él ha sacado adelante a sus cuatro hijos, dándole a cada uno la posibilidad de cursar una licenciatura. Su hijo arquitecto se encuentra ayudándole en el puesto, pero los demás varones –que estudiaron medicina, derecho y diseño gráfico– se encuentran trabajando de lleno en su labor.

Su local es diferente a los demás, tiene una esencia distintiva: los productos se encuentran bien acomodados y en general se aprecia un aire de limpieza y orden imperante. Los cereales, croquetas, granos, semillas y cereales están ordenados en sacos. Detrás de ellos se aprecian especias, frutos secos, condimentos e insumos básicos para la dieta de cualquier mexicano. Al fondo, en tarimas, existe una gran variedad de vinagres, mayonesas, aderezos, y productos en envase de vidrio o enlatado. Entre tanta variedad, es fácil sentirse complacido pues hay productos de todo tamaño, tipo y precio.

En la fortaleza de “la dinastía Valdéz”, Don Leonzo conoció a su esposa. Con su apoyo logró progresar con el puesto que heredó de su padre y desde entonces se ha dedicado en cuerpo y alma a éste. Antes solía vender frutas y verduras, pero no consiguió la misma estabilidad económica que sí logró con la venta de productos de primera necesidad, los cuales, en su opinión, se venden a diario y son fundamentales para la dieta de cualquier mexicano.

La surtida y atinada oferta del negocio de Don Leonzo se ha traducido en un importante éxito, reflejado también en la confianza que sus clientes ponen en él. Por ello cada 24 de septiembre, en compañía de la familia de la Merced (como él llama a sus vecinos de trabajo) se esfuerza por preparar una comida y dar pequeños obsequios a todos aquellos clientes que eligieron sus productos.

“La fiesta es algo muy bonito que hacemos aquí en La Merce, nos unimos todos los que trabajamos aquí y limpiamos para poner bonito el mercado. Cooperamos y realizamos un festejo a la Virgen de las Merceditas (sic). Vienen grupos famosos a amenizar la fiesta: ha venido la Sonora Santanera, los Gatos Negros, Margarita la Diosa de la Cumbia, y varios cumbieros y salseros famosos”, expresa con alegría.

Mientras contesta mis preguntas, se nota en mi entrevistado el paso de los años, mismos que todavía no le han quitado su alegría y fuerza de salir adelante. Tras pausas y segundos de comprensión, Don Leonzo contesta atentamente nuestras dudas, mismas que sirven como pautas para conocer la historia de un grande de la Merced.

Para él y su familia, la Merced es un triunfo. “De aquí hemos tenido para pagar carreras a nuestros hijos, construir una casa y viajar. Le debemos mucho a nuestro Mercado, por eso y más yo estoy enamorado de la Merced. Ahora sí que sin ser Liverpool, la Merced es parte de mi vida”, dice con orgullo mientras se aprecia en sus ojos un brillo indescriptible. Quizás los sentimientos fueron en ese momento tan grandes que, dentro de su corazón, la alegría, nostalgia y sentimiento dieron lugar a un nudo en la garganta que estuvo a punto de ser acompañado con lagrimas de felicidad.

A pesar de los incendios y la mala fama que una y otra vez ha logrado vencer, la Merced sigue viva y competitiva frente a la constante competencia de centros comerciales y mercados emergentes como la Central de Abastos. A pesar de ello, la gente siempre vuelve, dice mi entrevistado, “los precios, la frescura y calidad del producto no se encuentra en ningún lugar”.

Don Leonzo Valdéz, finaliza la entrevista con una idea que, en lo personal, resume la vida del mercado en los años futuro: “Desearía que mis nietos continúen con el trabajo que comenzó mi padre. Esta dinastía tiene que seguir y lo logrará mientras el mercado viva y eso sucederá en tanto que la gente no lo deje morir”.

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