LUISA FERNANDA RICO MANSARD: LA MUJER DETRÁS DE LOS MUSEOS

Por Francisco Javier Navarro Alvarado
Ciudad de México (Aunam). Se pensaría que el primer contacto con una investigadora como la doctora Luisa Fernanda Rico Mansard sería un tanto frío. Sin embargo, es todo lo contrario: su bienvenida, al igual que el tiempo, es cálida como la primavera; nuestro encuentro, más parecido al que se da entre dos viejos amigos.


El preámbulo de la conversación incluye una fiesta, pues resulta que una colaboradora de la entrevistada, Silvana Arago, cumple años. Al momento de llegar a las oficinas de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGFC), el festejo está a punto de terminar.

“Hola, pasa, pasa, pensé que no vendrías. Ya no llegaste al pastel, es el cumpleaños de Silvana. Pero hay dulces y bocadillos, si quieres agarra uno”.

Uno esperaría que las oficinas de la investigadora, ubicadas en Universum, están ocupadas por personas serias y acartonadas. Sin embargo, es todo lo contrario: en el ambiente se respira un aire jovial, lleno de alegría y mucha festividad.

“¿No hay mucho ruido? Deja los voy a silenciar ¡Chicos, por favor, tantito silencio!”, expresa a sus jóvenes ayudantes mientras ellos empiezan a retomar sus actividades laborales. Agradecí la ayuda y comenzamos a dialogar.

Entrar al mundo de los museos por accidente

El asiento donde se acomoda la investigadora parece verdaderamente cómodo, luce confiada y segura de responder todo cuestionamiento. Me mira, con una sonrisa más bien comprensiva, mientras yo, un tanto nervioso, me decidía a comenzar la conversación.

El encuentro dio inicio. A decir verdad por su amplia trayectoria en la investigación Rico Mansard se muestra humilde y sencilla, y con esa actitud responde por qué decidió enfocarse en el estudio de los museos.

“Entré al mundo de los museos por accidente: mi director de tesis de licenciatura, el doctor Juan Ortega Medina, me pidió que trabajara en una exposición que se llamó La historia del derecho en México, organizada por el Centro de Investigación y Servicios Museológicos (CISM). Terminando la licenciatura y el examen profesional, entré inmediatamente ahí para hacer ese trabajo”, relata.

La doctora en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) recuerda su trayectoria con dicha y cierto tono nostálgico; se ve, por sus facciones, que le cuesta trabajo recordar su incursión en el mundo de los museos

“Mi tesis fue La idea de la historia en José María Roa Bárcenas. Fue un trabajo de análisis periodístico. Lo hice en la Hemeroteca Nacional y eso gustó mucho, hasta me la publicaron. Por la metodología aplicada a la hemerografía me pidieron que entrara yo al CISM e hiciera el corredor del tiempo sobre la historia del derecho”, cuenta.

Los pequeños, pero observadores ojos cafés de la entrevistada parecen mirar hacia el pasado. Sus manos reflejan años de experiencia y con su voz narra cómo al principio no se imaginaba entrar en el universo de los museos. “Es más, hasta me negaba yo a ingresar”, comenta con una pequeña sonrisa.

Reclinándose y meciéndose en su asiento, la coordinadora del Departamento de Estudios Museológicos detalla cuál ha sido su motivación para continuar con su trabajo en este ramo.

“Se me hizo muy interesante el valor polisémico de las piezas y sus mensajes, porque me di cuenta que ni la presentación museográfica ni el discurso museográfico son lineales, sino polisémicos. Cada cosa tiene un valor distinto según el tipo de persona. Entonces podríamos poner el código de Hammurabi desde el punto de vista estético, desde el histórico o desde el legislativo. Eso me llamó mucho la atención”, explica.

Sin embargo, desde aquel lejano 1981, año en el que ingresó a trabajar en el CISM, la entrevistada reconoce que sus intereses dentro de la museología se han ido orientando a otros aspectos.

“Ahora me gusta lo educativo y lo didáctico relacionado con los museos. Al hablar de estos aspectos en este lugar, tú puedes usarlos a partir de la divulgación, haciendo accesible un mensaje, o a partir de los públicos. No es el mismo mensaje que le das a un estudiante de Derecho que a un turista. Entonces todo puede ser didáctico, pero los públicos son los que determinan las cosas”, apunta.

Una pasión inagotable por el conocimiento

En la vida profesional de la investigadora han existido diversos trabajos y publicaciones, pero desde su punto de vista uno de ellos destaca sobre los demás.

“Considero que mi trabajo más importante ha sido la publicación de Exhibir para educar, que fue resultado mi tesis doctoral. Creo que para mí, el Seminario de Investigación Museológica (SIM) y el programa de Museos Universitario también son dos pilares de gran importancia”, aclara.

La entrevistada fundó hace nueve años el SIM, un proyecto que, en un principio, fue pensado sólo para la gente de Universum, aunque eso cambiaría después.

“Replanteé el seminario para que no nada más le sirviera a un sector de Universum, sino también para gente de otros museos, porqué sé de la necesidad que hay en el país de tener grupos de análisis de este tipo”, argumenta.

“Aquí en la UNAM, al ser autónoma, puedes jugar con distintas perspectivas. Al abrir el segundo programa que es el de Museos Universitarios lo que hago es confirmar la primera propuesta del SIM y relacionarla directamente con los museos universitarios para poder crear una museología universitaria. Entonces es una apertura bastante más amplia”, comenta.

La coordinadora de Coloquio: Museos Universitarios afirma que su labor de investigación seguirá dando de qué hablar. Ella no piensa, en estos momentos, en tirar la toalla; por el contrario, tiene en mente diversos proyectos a futuro.

“Sería muy bueno sacar metodologías, epistemologías y, de una manera más formal, cursos, diplomados e incluso especializaciones porque lo único que se tiene en la universidad es el SIM porque el Centro de Investigación y Servicios Museológicos ahora es la Dirección General de Artes Visuales, que ya no ve aspectos museológicos”, detalla.

La doctora Luisa Fernanda Rico Mansard es consciente del panorama laboral de las personas que, actualmente, trabajan en los museos a lo largo del país.

“No buscamos crear una carrera en museología porque no hay mucha fuente de empleo y los trabajos en los museos no son bien pagados. Entonces hay que tener cuidado y no crear una licenciatura para tener egresados mal pagados. Hay que pensar otras alternativas”, afirma.

La pionera en la museología mexicana mantiene muchas expectativas y metas por cumplir. Su seguridad y la firmeza con la que asevera sus objetivos denotan su gusto por la investigación.

“Mi vida laboral sigue en expansión, una plataforma sigue a la otra y va creciendo. Tanto que pretendemos crear una plataforma a nivel nacional, generar un seminario especializado sobre patrimonio y las colecciones en museos universitarios, y promover lineamientos generales aplicables en esos lugares. Estamos hablando de más de 120 museos, planetarios, jardines botánicos, zoológicos y acuarios”, dice.

Una investigadora de talla internacional

Luisa, como le llaman sus compañeros de trabajo, forma parte del Consejo Internacional de Museos (ICOM, por sus siglas en inglés) desde 1989. Para ella, dicho puesto representa un gran honor y satisfacción.

“Ingresé al ICOM porque necesitaba referentes teóricos y metodológicos que sólo este Consejo ofrecía a nivel internacional. Al poco tiempo me pidieron que fuera vocal de la mesa directiva. El estar en el ICOM te permite tratar con gente de museos de distintos tipos y de múltiples especialidades a nivel nacional e internacional. Debemos de estar al tanto de lo que sucede en otras partes del mundo”, remarca.

Como parte de este interés por el trabajo de los museos alrededor del mundo, la también tutora en el Posgrado en Filosofía de la Ciencia acudió a la 24° Conferencia General del ICOM, realizada en Milán, Italia. La doctora Luisa Rico recuerda con emoción su experiencia.

“Fue un encuentro en el que terminé muy motivada y hasta espantada por todo lo que se hace a nivel internacional. Regresé con muchas ideas para darlas a conocer para mejorar. Éstos eventos te permiten estar más al día y a la vanguardia”, subraya.

“Los viejos ya estamos muy vistos, no tenemos mucho que decir”


La plática continúa con regularidad, cuando un pasante de la doctora irrumpe para despedirse. La presencia de muchos practicantes jóvenes en su cubículo es bastante llamativa, hecho que Rico Mansard agradece.

“Gracias a Dios hay muchos chicos. Como te das cuenta todo esto funciona gracias a los jóvenes, porque son ellos los que dicen las cosas importantes.; los viejos ya estamos muy vistos, no tenemos mucho que decir. Los chavos no tienen mi conocimiento y experiencia, pero perciben las cosas de otra manera. No es útil imponer visiones de personas adultas si estamos en un país de jóvenes”, explica.

Para la entrevistada, la participación del sector juvenil es importante pues los retos que enfrenta el conocimiento no sólo en la museología, sino en otros campos de estudio, cada vez son más fuertes.

“Con el tiempo cada vez me quedó más callada porque además me ganan en el uso de las tecnologías. Entonces ellos tienen la palabra porque los programas les pertenecen. Como jóvenes, la investigación les pertenece”, afirma.

“Si yo no estoy, esto puede continuar con los jóvenes y eso es lo que me interesa. Además, me gusta que estén aquí, si no me gustara no habría café y pastel. Pero eso sí, los hago trabajar. Pregúntales qué tanto sufren”, comenta mientras ríe y sus mejillas se ruborizan.

El gusto de la investigadora por convivir con la juventud mexicana es notorio, pues ella también forma parte del Programa de Estancias Cortas Jóvenes hacia la Investigación. Su emoción al narrar su experiencia hace obvia su pasión por este proyecto.

“Ya llevamos 6 o 7 años en el programa y quiero extenderlo también a Ciencias Sociales y Humanidades. Además, en ninguna otra parte del país se ofrece algo así, ni tanto el programa Jóvenes hacía la Investigación, ni mucho menos estos temas de museos”, aclara.

Falta mucho por hacer

La también directora del Departamento de Estudios Museológicos comenta que, a pesar de tener más de 30 años de labor museológica, todavía falta tiene asuntos pendientes por cumplir.

“Se ha hecho muy poco sobre la museología en México. Tenemos al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que empezó hace varias décadas con trabajos de museología y museografía o a la Escuela Nacional de Curaduría Restauración y Museografía (ENCRYM). Ha habido diplomados, maestrías, en la UNAM, en la Ibero, en el CAM, pero no tenemos todavía una carrera ni una especialidad ni una maestría en alguna institución educativa”, comenta.

Sin embargo, la investigadora mantiene el optimismo y confía en que el interés y el desarrollo de la museología en nuestro país continuarán con un avance del cual ella ha sido parte.

“Cuando yo inicié no había estudios de museología. Entonces casi todo fue sobre la marcha y a mí el ICOM me ayudó mucho porque tienes contacto a nivel internacional. No había muchos avances en México sobre este tema, pero en otras partes del mundo sí y eso me permitió tener acceso a esas visiones internacionales”, concluye.

La conversación finaliza en un ambiente armónico; el día ha dado paso a la noche, así como la doctora da paso a las nuevas generaciones. La investigadora resultó ser una persona afable, alejada de la idea que se puede tener sobre los científicos. Ella es una mujer que irradia felicidad y alegría a través del mundo de los museos.

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