EL ESCÁNDALO Y LAS NOTICIAS FALSAS, PROBLEMAS DEL PERIODISMO ACTUAL

Por Diego Caso
Ciudad de México (Aunam). Periodistas y académicos analizaron el impacto de las “noticias falsas” en los medios de comunicación, particularmente en la elección presidencial en Estados Unidos, durante la conferencia La comunicación políticamente incorrecta: ¿Llegó para quedarse?, organizada por estudiantes y profesores de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.



En el auditorio Pablo González Casanova, Carlos Castañeda, consultor político de Zimat Consultores, hizo énfasis en la forma actual en la que se consumen y distribuyen las noticias, hecho que ha sido aprovechado por la comunicación políticamente incorrecta para su beneficio.

“Ahora, el nivel de la información está mediado por la pantalla por lo que le creemos más a la imagen que al texto. Si ustedes ven una fotografía en Facebook van a creer que es verdadera. Basta la pura imagen para tomar una decisión”, apuntó.

Durante su ponencia, Castañeda también señaló la manera en la que se observan las noticias hoy en día como uno de los problemas del periodismo, pues “lo que el público percibe es lo que es. La comunicación no trabaja con la realidad, sino con percepciones”.

Al respecto de la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, el consultor político no dudó en señalar como el escándalo se convirtió en una herramienta que el entonces candidato republicano supo manejar a su favor.

“El escándalo se trata de dañar la credibilidad de alguien, y de eso se trata la comunicación en nuestra época. Ya no se trata de una batalla ideológica, sino de una batalla por la confianza del público”, mencionó.

En este sentido Susana Sáenz, conductora de El Financiero Bloomberg y que cubrió la campaña de Hillary Clinton para dicho medio, coincidió con Castañeda y agregó que el resultado de la elección presidencial en la nación norteamericana muestra un cambio en los gustos de la audiencia.

“Yo sí creo que el morbo, de cierta manera, hizo ganar a Trump porque le generó mucha publicidad. También se debe analizar el hecho de que las encuestas se equivocaron y que la comunicación políticamente correcta ya no atrae a la gente, el público está cansado de ver lo mismo”, complementó.

Como reflejo de este cambio Ricardo López, colaborador de Grupo Radio Fórmula, resaltó que las noticias falsas han ido ganando terreno en el periodismo, así como el empleo poco ético que ciertos medios le han dado.

“Eso es lo importante con las noticias falsas, son historias presentadas con la intención de engañar al público. En la época de la preverdad, este tipo de notas perdía credibilidad, pero ahora no importa si la historia es cierta o no: sólo importa cómo se siente el público al respecto”, explicó.

Del mismo modo, López señaló el peligroso papel de las redes sociales en la desinformación de las personas debido a factores como la preferencia a cierto tipo de textos o el algoritmo utilizado por Facebook para determinar qué noticias pueden ser interesantes para un usuario en específico.

“Nosotros podemos crear nuestra propia burbuja y validar lo que creemos porque sólo estamos leyendo y consumiendo información que está de acuerdo con nosotros”, subrayó.

Por su parte Alberto Aguirre, del periódico El Economista, destacó lo preocupante que es el número de noticias falsas que se dan por verdaderas pues fomentan el amarillismo en la labor informativa de los medios.

“El amarillismo es sinónimo de chisme, de coberturas dudosas o sesgadas, por lo que el éxito de este tipo de publicaciones es un doloroso recordatorio de que la popularidad y la credibilidad no necesariamente van de la mano, en especial dentro de la era del internet”, expresó.

Para el columnista, la audiencia de los medios de comunicación –“los que están al otro lado de la pantalla, del micrófono o del periódico”– deben participar más en la tarea de discernir entre las noticias falsas y el periodismo real.

En la ponencia final del evento Hugo Garciamarín, catedrático de la FCPyS, argumentó que la popularidad de la comunicación políticamente incorrecta constituye parte de un rechazo que crece cada vez más hacia la globalización y el neoliberalismo.

“Lo políticamente incorrecto aparece como una necesidad de desplazar a las élites. Esto puede ocurrir debido a que lo correcto está asociado con la desigualdad; si lo tradicionalmente correcto se caracteriza por la corrupción, las políticas precarizadoras y la poca representación, entonces lo irreverente pasa a ser una forma de rebelarse contra lo injusto”, apuntó.

Desde su perspectiva, Garciamarín encuadró el origen del fenómeno de Donald Trump dentro de este cambio social que ya se ha manifestado en otros hechos a lo largo del año pasado, como por ejemplo con la salida de la Gran Bretaña de la Unión Europea.

“Existen políticas que, en nombre de lo correcto, han violentado ciertas particularidades. Ante esto, la respuesta parece ser igual de violenta, brutal. Donald Trump es lo que sucede cuando creemos que las ideologías no existen”, finalizó.


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