LA NOCHE EN QUE LOS CARROS SE CAMBIARON POR LAS BICICLETAS

Por José Rogelio Casarreal López
México (Aunam). Son las 8:30 p.m. La Ciudad de México luce diferente: más dinámica, divertida y sociable. El “sábado santo”, coincidió con el inició de la primavera, es por esta razón que miles de ciclistas, patinadores y algunos peatones, se dieron cita para recorrer un circuito de17 kms por el Centro Histórico, Paseo de la Reforma y el Bosque de Chapultepec. Se congregaron para celebrar el Paseo nocturno dedicado a la primavera.


Es la edición 24 del evento, ya que desde el 2010 se han realizado diversos paseos nocturnos. La actividad es parte del programa “Muévete en bici” de la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) de la Ciudad de México. En esta ocasión se llevó a cabo el segundo de los cuatro que se tienen planeados para el año en curso.

Una multitud se divisa enfrente de la Glorieta de la Palma, sobre Paseo de la Reforma, la razón: todos quieren una bicicleta de las que el Instituto de la Juventud (Injuve) presta para hacer el recorrido. Una muchacha de chaleco blanco grita: “si no tienen la ficha, no hay préstamos”. Como respuesta la gente dice: “¿Dónde se consiguen?”. A lo que la encargada replica: “Las fichas se dieron a las 7, hora que inicio el recorrido, ya no tenemos”. Los asistentes molestos se retiran.

No obstante, esa no era la única forma de conseguir una bicicleta, ya que a pocos metros de distancia del módulo del Injuve, se encuentra una de las 444 cicloestaciones del sistema Ecobici, un proyecto de préstamos de vehículos de dos ruedas, de color rojo y blanco. Igualmente, la Sedema es responsable de dicho programa.

“Cuarenta y cinco minutos de préstamo”, dice Diana Arcega, una joven de piel morena y cabello negro, que junto a su grupo de amigos está esperando una Ecobici, al responder cuánto tiempo puede ocupar ese medio de transporte. Pasados los cinco minutos, por fin consigue una.

Cuando está a punto de partir, guarda una sudadera roja en su mochila y dice: “aquí vengo a convivir, es una forma de liberarnos de todo el estrés que tenemos de la semana. Yo soy socia de Ecobici desde el 2013, y la verdad estoy muy contenta con el servicio, ya que por 400 pesos al año, tengo un medio de transporte que generalmente ocupo para llegar a mi trabajo, que está por el Teatro Metropolitan”.

Sobre Paseo de la Reforma, las luces de las bicicletas van iluminando la ancha avenida. El flujo es rápido, cada quien a su ritmo, incluidos niños, que acompañados de sus padres, pedalean sin mostrar un signo de agotamiento. Para medidas de seguridad, muchos traen cascos para evitar algún accidente; sin embargo, la mayoría se muestra despreocupados.

No obstante, si sufrías algún accidente o tu bicicleta tenía algún desperfecto, podías recurrir a los diversos módulos de servicio mecánico que abundan en el recorrido. Son gratuitos y se encuentran en zonas estratégicas.

Al llegar a las 9:15 pm al Ángel de la Independencia, la música grabada y la voz de mujer que invita a practicar zumba sobre un templete diseñado para esa ocasión, contrasta con lo tranquilo y espectacular que se ve el monumento que conmemora la Independencia de México de 1821; luces verdes, rojas y amarillas que lo iluminan sorprenden a todos los que por ahí pasan.

Sin embargo, la que brilló por su ausencia fue la estela de luz, monumento que fue creado para conmemorar el bicentenario de la independencia de México, aunque fue inaugurada dos años después de la celebración: el 7 de enero de 2012 por el entonces presidente Felipe Calderón. Mientras los ciclistas se dirigían rumbo al Bosque de Chapultepec, la “suavicrema”, como algunos capitalinos llaman al recinto por la forma que tiene, se encontraba apagada y no lucía ya que está en medio de grandes edificios, como la Torre Mayor.


En este trayecto, las bicicletas se fueron juntando más, porque en el mismo carril convergían los ciclistas que iban rumbo al Centro Histórico como quienes iban al Bosque de Chapultepec, ya que la avenida aledaña no fue cerrada y el tránsito vehicular aparece en el paseo nocturno.

En ese desfile de bicicletas, los grupos de amigos se hacían notar, se iban siguiendo unos con otros, y algunos más cargaban en sus espaldas bocinas con música que ambientaban el trayecto. Lo importante era convivir y protegerse, como lo que hacían hombres y mujeres vestidos de negro que se dedican a controlar el paso de los ciclistas por las avenidas, pues cuando los carros iban a pasar, sacan un letrero rojo que decía con letras blancas ALTO.

Emocionados, los ciclistas, corredores o patinadores fueron dejando Reforma para concluir el trayecto en el interior del Bosque de Chapultepec. Se abrieron las puertas, y todos, iluminándose con las lámparas de las bicicletas, terminaron el paseo nocturno.

Falta media hora para las once, y la ciudad luce aún amigable, muchos ciclistas siguen recorriendo Reforma sin la menor preocupación. La no circulación de automóviles es algo que pocas veces se ve, pero esta noche, la Ciudad de México fue testigo, nuevamente, del cambio de carros por bicicletas para circular. Algo que pareciera imposible.





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