SIN ETAPAS, SIN DIMENSIONES… LA VIDA ES INTEGRAL: AIMÉE VEGA MONTIEL


Por Mariana Montserrat Antúnez Estrada
México (Aunam). En las Islas de Ciudad Universitaria transitan, como todas las tardes durante el periodo de clases, miles de alumnos. El extenso sector de pasto es resguardado por dos fortalezas: la Torre de Rectoría y frente ella, separada por cientos de metros se encuentra la Torre II de Humanidades, gigante que viste con cristales. En el quinto piso del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) la doctora y maestra en Periodismo y Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Medley Aimée Vega Montiel, trabaja en su computadora.

El tamaño de la silla negra giratoria en la que está sentada la investigadora del Programa de Investigación Feminista del CEIICH contrasta con su metro sesenta de estatura y a su cuerpo esbelto parece que lo absorbe el asiento acolchonado. Inicia el encuentro. La voz tenue de Vega Montiel rompe el silencio que reina en la oficina donde hay dos estantes llenos de documentos. Su hablar sin pausas proyecta seguridad, conforme se despega del respaldo y dirige cada vez menos la vista a su computadora comenta el porqué de su acercamiento a los estudios feministas:

“Fue primordial la toma de conciencia de mi condición de género. Mi propia experiencia, mi propia historia de vida, al igual que como sucede con las feministas en distintos sectores, me motivó a dedicarme profesionalmente al trabajo feminista como académica y especializarme en el análisis de la comunicación”.

La maestra y licenciada en Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), nacida en la Ciudad de México el 3 de marzo de 1974, está sentada de espaldas al ventanal de la oficina, lleva a su cara la mano derecha delgada con dedos largos y acomoda sus lentes color vino, detrás de ellos, dos ojos grandes están enmarcados por maquillaje negro. Cada vez que habla sus labios gruesos hacen un movimiento hacia abajo, similar a una sonrisa caída. Con un sí alargado responde que ha sido víctima de lo que llama un problema estructural: la violencia contra las mujeres.

“A lo largo de mi vida he experimentado y sigo experimentando violencia y discriminación por el hecho de ser mujer; al mismo tiempo reconozco que mi condición es privilegiada frente a la de la mayoría. La violencia de género forma parte de la historia de todas, en todos los ciclos de nuestra vida o al menos en alguno porque la violencia contra las mujeres es un problema estructural”.

La también coordinadora de la investigación Género, Comunicación y Poder del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) de la UNAM afirma que el ejemplo de su madre es una de las herramientas que determinó su dedicación en las investigaciones feministas: “Ella fue quien me mostró, en la práctica, lo que es la sororidad. Es el primer ser humano al que le debo estar aquí”.

La especialista en derechos humanos de las mujeres y medios de comunicación, comenzó a “tejer el puente con el feminismo” cuando se incorporó a la maestría en la UNAM (1996), en el contexto electoral de 1997 realizó una tesis donde analizó la influencia de los medios de comunicación en la participación política de las mujeres. Ese fue el primer esbozo de lo que desarrolló con más profundidad en la maestría de la UAB (2002) y posteriormente en el doctorado (2004) con la tesis La decisión de voto de las amas de casa y las noticias electorales televisadas, en ambos grados obtuvo mención honorífica.

La académica Vega Montiel menea los brazos con movimientos sutiles y entrecruza los dedos, sube el volumen de su voz y con la mirada enfocada en el techo sonríe: “Fue en la tesis doctoral en donde construí el eje teórico epistemológico del feminismo y entendí lo fundamental que es asumir una postura feminista frente al mundo, como estudiosa”.

Desde entonces, la investigadora nivel I del Sistema Nacional de Investigadores se ha dedicado a estudiar distintos aspectos de la agenda de género y comunicación. En los aspectos de la recepción, examina cómo influyen los contenidos en la participación política de las mujeres y en la representación social sobre la violencia de género. En el ámbito de la estructura de los medios ha realizado análisis de la socio participación de las mujeres en las industrias de radio, prensa y televisión en México, así como la revisión de las políticas de igualdad en estas empresas.

La investigación en Comunicación

Quien actualmente es consejera del Canal del Congreso no siempre estuvo interesada en dedicarse a la investigación académica: “Decidí estudiar Ciencias de la Comunicación motivada originalmente por dedicarme al periodismo porque me parecía una profesión muy importante, vinculada con la responsabilidad social”.

Mueve de un lado al otro su cabeza como si recordara algún suceso, al mismo tiempo se balancean los aretes plateados que cuelgan de sus orejas y la coleta hecha a la altura de la nuca con la que recoge el cabello lacio y castaño oscuro que se extiende algunos centímetros por debajo de su cintura. Comenta que tuvo algunas experiencias de trabajo periodístico, sin embargo, mientras cursaba el cuarto semestre de licenciatura en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) descubrió su vocación por la investigación académica:

“En 1993 la Asociación Mexicana de Derechos Humanos inició el primer monitoreo de medios en un contexto electoral impulsado por Alianza Cívica y financiado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El grupo estaba encabezado por Sergio Aguayo y por un equipo interdisciplinario muy bonito, tuve la oportunidad de incorporarme a este grupo y con eso conocer la investigación en comunicación”.

La comunicóloga Vega Montiel mantiene las manos sobre sus piernas, la vista dirigida hacia la parte superior del estante ubicado en el lado derecho de la puerta de su oficina y una sonrisa que no se borra al mencionar que participar en dicho proceso representó en su vida un hito importantísimo: “Esa experiencia me puso en perspectiva lo que es el trabajo académico vinculado con nuestra responsabilidad con la sociedad”.

La influencia de sus estudios se ha visto reflejada, por ejemplo, en la propuesta Lineamientos y Mecanismos para una Ley de Medios con perspectiva de género que encabezó y fue presentada al Senado de la República en el contexto de la Reforma de Telecomunicaciones y Radiodifusión; en el 2014 se aprobaron 9 de los 35 artículos que planteó. Su labor no se limita a este logro, Vega Montiel busca acompañar al Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) en el desarrollo de políticas con perspectiva de género.

Docencia: responsabilidad social

“Yo no podría entender el trabajo académico si solamente estuviera en mi cubículo produciendo datos, leyendo y escribiendo”, el volumen de su voz aumenta al dar esta declaración. La coordinadora del libro La Comunicación en México: una agenda de investigación considera que el trabajo docente es parte esencial en su formación como investigadora ya que: “No hay mejor espacio para poner en diálogo el trabajo que haces cotidianamente que una clase con estudiantes jóvenes”.

Al hablar acerca los logros que ha obtenido, la docente que cuenta con la categoría más alta en el Programa de Primas al Desempeño del Personal Académico de Tiempo Completo (PRIDE) evita el contacto visual. El tono de su voz es más tenue y no refleja emoción alguna como consecuencia, aumenta la sobriedad del encuentro.

Comenta que antes de ganar una plaza como investigadora comenzó a laborar como docente en 1997, mientras terminaba la maestría. Pese a la expresión seria con la que contesta no deja de ser amable. Tocan la puerta de su cubículo, una chica abre y refiriéndose a ella como “mi niña”, Vega Montiel le pide cortésmente que la espere afuera unos minutos. Reanuda la conversación:

“En el 97 fue mi primera experiencia como docente al frente de un grupo ya que antes había sido profesora adjunta. Cuando volví a México en el 2002, después de la maestría y doctorado en la UAB, me reincorporé a la FCPyS y en el Posgrado también fui invitada para incorporarme como profesora”.

La exdirectora de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (AMEDI) quien ahora se encarga del área de Coordinación Académica y de Investigación lleva los hombros hacia atrás, abre más sus ojos y menciona por qué se dedica a la docencia: “Comprendo que los académicos tenemos la responsabilidad de formar a otros estudiantes porque de la misma forma profesoras y profesores hicieron un cambio en mi vida. Es una manera de demostrar nuestra gratitud. Sé que esa es mi responsabilidad social como investigadora”.

Los reconocimientos de los que ha sido acreedora no influyen en la humildad con la que reconoce el papel de la UNAM en su vida, la cual le otorgó: “alas para volar”; además de brindarle la posibilidad de conocer a docentes que le ayudaron a construir una toma de conciencia. Tal es el caso de la antropóloga y política Marcela Lagarde a la que considera una maestra tanto en el campo político como en el académico y con quien integra la Red de Investigadoras por la Vida y la Libertad de las Mujeres.

Para ella, comunicóloga feminista, la formación universitaria es una actividad fundamental en la sociedad mexicana porque: "otorga muchas herramientas para tomar conciencia acerca de las condiciones sociales, de la propia condición y prepara para pensar en posibles soluciones respecto a los problemas que nos preocupan".

Se levanta un poco de la silla para estirar su pierna izquierda, coloca las manos sobre el escritorio que está frente a ella, aumenta el volumen de voz y sin perder el contacto visual y el enfoque de sus investigaciones asegura: "La educación es esencial para lo que las mujeres nos proponemos resolver".

Recuerda una de las principales enseñanzas que ha recibido de su maestra Marcela Lagarde y hace énfasis al mencionar que las mujeres: "Tenemos la responsabilidad de ilustrarnos, de estudiar mucho para tener clarísimos los argumentos cuando nos cuestionen la razón por la que queremos transformar el mundo, desmontar el patriarcado. Eso solo lo logramos estudiando".

Ser un ejemplo no es el objetivo

“Pienso que es fundamental el trabajo que podemos hacer con estudiantes, motivarlas y motivarlos a estudiar, a formarse”, comenta la también Consejera del Instituto de las Mujeres de la Ciudad de México. Así como la antropóloga Marcela Lagarde la ha inspirado, Vega Montiel es consciente de que como docente puede influir en varias alumnas y alumnos por ello considera que: “La mejor manera de predicar es ser coherente. No basta ir con el discurso de la compasión, de la solidaridad y bla bla bla si en la práctica soy una hija de la guayaba ―se ríe y continúa―, mejor actúo”.

Con la silla gira hasta quedar de frente al monitor de la computadora, usa las dos manos para acomodar sus lentes, baja la mirada y sonríe mientras parece recordar algo: "Mi intención no es convertirme en un ejemplo porque soy una bola de fechorías. He hecho cosas super feas en la vida. No, no me considero una persona ejemplar". Sin embargo, es consciente de la influencia que puede tener sobre sus estudiantes: “Comprendo que mi labor implica una tarea vinculada no solamente con lo que yo les pueda enseñar a nivel de conocimientos académicos, sino también con mi responsabilidad como persona, ser ética".

Todo parte de la motivación

La vista desde el ventanal del cubículo de la doctora permite contemplar La Conquista de la Energía, el mural hecho por José Chávez Morado en 1952 que decora al Auditorio Alfonso Caso. Como parte de una irónica coincidencia el lugar en el que trabaja la autora de más de 31 artículos publicados en distintas revistas científicas se relaciona con el nombre de un reconocimiento al que se hizo acreedora en 2004: la Medalla Alfonso Caso de la UNAM.

Cuando a la ganadora de un reconocimiento de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación (AMIC) en 2009 por su desempeño como presidenta durante el periodo 2005-2007 se le cuestiona sobre cómo reacciona ante los galardones obtenidos comenta que todo parte de la motivación con la que trabaja:

”Cuando se me reconoce lo agradezco muchísimo, sin embargo, no es ese mi objetivo. Trato que hacer las cosas para ser premiada no sea mi propósito en la vida porque cuando lo he hecho de esa manera y no sucede experimento mucha frustración. Intento tener presente eso porque claro, mi estimación propia y el ego enorme que tengo ―sonríe mientras cruza y descruza los dedos de sus manos― busca todo el tiempo reconocimiento.

Lo fundamental es la motivación con la que hago las cosas. Si mi intención es demostrar, como dice mi maestra ‘que soy guapa, bonita y lista’, olvídate, el resultado va a ser un desastre. Pero si el objetivo es beneficiar a los demás a través del trabajo, bueno, si hay un reconocimiento lo agradezco, me regocijo. Creo que ese es un indicador de que por ahí es el camino”.

Alarga las palabras, frunce el ceño y con un tono de burla comenta: “He entendido que esto de tener orgullo, pensar en tu título académico o cosas de ese estilo no sirven ―hace una pausa, cierra los ojos un momento, los abre y continúa―, nos hace profundamente infelices pensar que la vida es para hacer eso. Lo importante es no perder de vista que nuestra labor es beneficiar a los demás”.

Labor actual

Además de ser docente de la licenciatura y posgrado en Ciencias de la Comunicación de la FCPyS, es vicepresidenta de la International Association for Media and Communication Research (IAMCR). Actualmente representa a la asociación ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en la Global Alliance for Media and Gender (GAMAG) y coordina el Comité de Investigación del International Steering Committee de esta Alianza.

Aumenta la velocidad al hablar y con una sonrisa en su rostro comenta que cuando en el 2013 tomó el cargo de la GAMAG organizó un grupo interdisciplinario en el que incluyó a expertas en género y comunicación a nivel internacional como Margaret Gallagher, pionera en estudios de ese tipo. Enfrentarse a retos de esta magnitud ha dejado valiosas enseñanzas para Aimeé Vega: “Con cada responsabilidad asumida he entendido que no hay una forma establecida para hacer las cosas, se aprende al tiempo que estas se realizan”.

En el marco de la Alianza Global con la Unesco, en el 2014 se constituyó un Comité de Investigación Internacional, quien obtuvo la Distinción Universidad Nacional para Jóvenes Académicos 2013 considera que esto es clave porque: “Hay investigadores que nos dicen ‘¿Para qué sirve el trabajo que hacen en la universidad?’ Nada más y nada menos que para construir diagnósticos que informan sobre el desarrollo de acciones políticas. Si tú no tienes un conocimiento de la naturaleza de los fenómenos, que eso solo te lo da la investigación académica, no sabes para dónde tirarle a la hora de la incidencia”.

El primer producto de la alianza fue el libro Media and Gender: A Scholarly Agenda for the Global Alliance on Media and Gender (Medios de comunicación y género: una agenda académica para la Alianza Mundial sobre Medios de Comunicación y Género) publicado en el 2014 y coordinado por Vega Montiel: “Fue una experiencia muy enriquecedora, la intención es que la ONU, le dé prioridad a este tema en la agenda de igualdad de género porque es de las áreas en las que menos avances se registran ―frunce el ceño, es evidente su molestia ante esta situación―.

La sonrisa en su rostro crece cuando anuncia la reciente aprobación del programa University Network on Gender, Media and ICTs de la Unesco, UNAM y RMIT (Australia): “Es un proyecto muy importante con la Unesco a nivel internacional, me siento muy feliz porque voy a tener la fortuna de encabezarlo”. Al terminar esta frase asiente con la cabeza y, de nuevo, mira su computadora: “En un día me llegan entre 100 y 200 correos, muchos son demandas de trabajo que tengo que resolver en ese mismo momento. Pero lo entiendo, es parte de mi vida”.

La vida es integral

Ante la interrogante “¿Cómo equilibra su vida laboral con la investigación y su vida personal?” en su rostro se dibuja una media sonrisa, sus ojos brillan y acomoda los brazos sobre el escritorio: “Yo pienso que la vida no se divide en etapas o dimensiones ―mueve su mano derecha de un lado a otro y habla de manera más aguda, en tono de burla― o sea, mi dimensión personal, mi dimensión laboral y mi dimensión como docente. Tengo la fortuna de que no tengo un empleo, no vivencio mi vida en la universidad como el-trabajo que tengo-que-hacer de ocho a ocho. Esto que hago ―sube el volumen de su voz― es mi vida.

Vega Montiel, quien ama la música de David Bowie, comenta: “Dentro de esto que es mi vida tengo mis espacios de amistad, de recojimiento, etcétera ―observa fijamente sus manos―. Tengo también a muchas personas maravillosas ―sus ojos siguen fijos en un punto bajo y la sonrisa de su rostro no se borra―, familia, amigas, amigos, colegas, personas a las que quiero”.

Levanta la vista y continúa: “Estoy muy agradecida, tengo un trabajo precioso que me da la posibilidad de beneficiar a los demás. No padezco mi trabajo, lo disfruto mucho y soy afortunada porque sé que varios lo sufren aún en esta universidad, yo no ¡Tengo un trabajo padrísimo!”.

La sobriedad con la que el encuentro inició se esfumó. Aimée Vega Montiel coloca las manos sobre sus piernas y prosigue: “Todo esto que hago para mí forma parte de lo mismo: de mi vida. Sí con la Unesco, sí con InMujeres, sí con el canal del Congreso, sí con las asociaciones y más cosas. Pero entiendo que la vida es integral, insisto, no se vive por dimensiones, sino que todo en su conjunto abona al crecimiento personal, todo esos aspectos me han hecho mejor persona”.






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