EL NEGRO ELIXIR MAÑANERO

Por Jair Avalos López
México (Aunam). En las gélidas mañanas de la Ciudad de México siempre se antoja una bebida caliente para terminar de despertar. En la explanada alta de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), está el expendio de café “Ndixkasasen” (compañerismo en Maya), a donde el club de los cafeinómanos llegan por su elixir mañanero.

En ese puesto hecho apenas de dos mesas metálicas, las bardas perimetrales y unos bancos y unas bandejas, Óscar Morales López atiende a los alumnos, maestros y a los invitados de la facultad y les sirve los vasos de café en sus diferentes presentaciones, según los soliciten


El negocio es una cooperativa que nació hace 12 años y pretende, desde su fundación, “ofrecer productos de calidad y buena atención” para quienes se acerquen.

“Ndixkasasen” es una cooperativa donde laboran seis personas; Iris, Yuri, Miguel y dos profesores de la Facultad de Economía; pero Óscar es una especie de líder moral que conduce al grupo, en el cual todos tienen relación con la Universidad.

Las tres cafeteras rojas y las dos percoladoras metálicas son las productoras del líquido y el aroma. La infusión es tan negra como su origen, el oriente del continente africano, específicamente de Etiopía.

Según el diario ABC de Sevilla, en su publicación del 18 de febrero del 2016, “no fue hasta bien entrado el XII cuando comenzó a consumirse de manera habitual en Arabia, y hasta el siglo XV cuando inició su cultivo en Europa. Todo ello, gracias al comercio y al tráfico de peregrinos”.

Y fue por un peregrinaje, que un veracruzano llegó a ese negocio cafetero de “Polacas”, como los alumnos le dicen a la Facultad. Óscar Morales López es originario del municipio de Orizaba, Veracruz, cerca de la zona más pobre de ese estado.

“Migré en 2005 para poder estudiar la universidad. Hice examen en Chapingo para Ingeniero Agroindustrial y quedé seleccionado. Sin embargo, no era la carrera que quería, pero no había recursos para estudiar otra cosa”, mencionó.

Sin concluir su carrera en Chapingo, decidió probar suerte en el examen de admisión de la UNAM para la licenciatura en Arquitectura. Cuando entregaron resultados de este, el orizabeño se vio con una doble responsabilidad académica.

“Me aventé dos carreras al mismo tiempo. La verdad fue muy pesado pero lo logré y no me quejo, me ha ido muy bien. He tenido varios proyectos arquitectónicos en municipios del estado de Veracruz”, relató Óscar.

En la búsqueda de un ingreso para subsidiar los estudios en la UNAM, sin el hospedaje en Chapingo, Óscar llegó para trabajar en esa cafetería improvisada que regala una galleta por cada compra hecha.

En la escuela de Ciencias Políticas y Sociales se consume más de 50 litros por día, pues el servicio no concluye a las ocho y media de la noche y el tiempo fresco que prepondera en la ciudad de México propicia a degustar la robustez de una taza de café.

Asegura Óscar que el negocio ha tenido éxito porque venden “café veracruzano”.

En Veracruz, aunque sea mayo y haga calor, se bebe café a todas horas. Cualquier cafetería funge como salón de fiestas, centro social, despacho gubernamental o sala de prensa.

Los periodistas llegan al café de La Parroquia y piden su lecherito y una bomba con mantequilla.

-Oye Champola, manito, ¿tienes natas? – pregunta el reportero al mesero con apodo de malteada
-Déjeme pregunto, mi jefe – en lo que se vuelve a la puerta de la cocina y grita “¡Herminia que si hay natas!” – Sí, mi jefe, que sí hay.
-No seas cabrón, tráeme una bomba con natas y unos huevitos tirados con micha.

Los veracruzanos, como en “Polacas”, buscan una taza de buen café para poder sentirse vivos, para terminar de despertar por el cúmulo de tareas de la noche anterior o por el mero gusto de acompañar el desayuno de una mañana con una infusión que reanime los sentidos.

En el espíritu humanista y de cooperativismo, en la biblioteca estudiantil “Ernesto ‘Che’ Guevara” del edificio “A” en Ciencias Políticas y Sociales, existe una percoladora que funciona en apoyo para aquel que no tiene los 13 pesos que cuesta un café de “Ndixkasasen”.

Y en esa necesidad por la cafeína, por un trago que apacigüe el frío, las palabras de aquel líder de la revolución cubana nunca tuvieron tanto sentido:

“Compañero, si no hay café para todos, ¡No habrá café para nadie!”.

Foto: Archivo.

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