SIN LECTURA, EL PERIODISTA CREARÁ UNA PRENSA ANÉMICA: ANTONIO SIERRA


Por Daniel Rico de la Torre
México (Aunam). En la Coordinación de Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se encuentra un hombre dedicado a la comunicación, apasionado por la literatura; su nombre, Antonio Sierra García. Su experiencia profesional le ha servido como un catalizador para compartir su conocimiento en las aulas de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), entidad académica que le permitió desarrollar una visión crítica acerca de la prensa en México y, sobre todo, sobre la historia.

Un hombre de letras es quien se encuentra como secretario técnico de Divulgación de las Humanidades y de las Ciencias Sociales en la UNAM, cuya oficina, adornada de libros, da muestra de su amor por la lectura; atiende llamadas mientras revisa su correo y, sobre su escritorio, se encuentran las publicaciones que edita y difunde por la Universidad. Una vez que termina de resolver sus asuntos de trabajo, voltea a verme y me pregunta: ¿cómo va el semestre?

No me trata tan mal —le respondo.

Parece identificarse con los alumnos y admite la dificultad que para él representa cada fin de ciclo, debido a la carga de trabajo acumulado en sus diferentes actividades profesionales.

—Si quieres podemos comenzar con las preguntas, a ver hasta dónde me dejan responderte —dice mientas cierra la puerta para evitar interrupciones.

Me parece perfecto, entonces comencemos con dos cuestiones: ¿Durante su infancia estuvo relacionado con el periodismo? ¿Existió alguna influencia que le despertara interés para realizar lo que ahora hace?

-Durante mi infancia no había personas a mi alrededor que tuvieran una orientación hacia el periodismo; lo que recuerdo es que tengo un tío, él es médico, todavía anda dando batallas –menciona entre risas-. José tenía una biblioteca y poco a poco la fue alimentando, leía bastante y contaba con mucha literatura. Siempre me instruyó, me brindaba lecturas, por lo que comencé a acercarme al mundo de las letras.

¿Qué papel representaban las publicaciones periódicas en su familia? ¿Eran leídas constantemente?

—Recuerdo que la primera publicación periódica que llegó a la casa fue Novedades, todos los días lo teníamos gracias a la suscripción de mi abuelo. Mi abuelo estaba consciente de que necesitaba información; Les pedía a mis hermanas, y a mí que le leyéramos las noticias del día. Yo agarraba la sábana enorme del Novedades y comenzaba a leer.

Con el tiempo, cuando entré a la formación secundaria, comencé a leer un poco más. Las materias de literatura eran las que más me interesaban, las otras no tanto; en matemáticas y ciencias siempre fui malo. Desde entonces había cierta inclinación hacia la literatura, porque en realidad no sabía mucho de prensa y periodismo.

El descubrimiento de su vocación

Antonio Sierra estudió la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la FCPyS, institución que más tarde se vio beneficiada por una retribución de conocimientos al tenerlo como profesor. No obstante, su formación académica daría un giro radical, pero necesario en su carrera.

¿Cómo inició su interés por estudiar Ciencias de la Comunicación?

-Cuando entré a la preparatoria me seguí inclinando hacia las letras, tenía un maestro que daba “Literatura Universal”, su clase era tan interesante que me motivaba a seguir con la lectura; después, con la materia de Literatura Mexicana, la idea se reforzó. Sin embargo, yo dudaba sobre irme a las letras o dirigirme a la comunicación, un campo que también nadaba en mis ideas. Finalmente, decidí estudiar Ciencias de la Comunicación en la FCPyS.

¿Qué le pareció la decisión?

—Al principio no me gustaba mucho, sentí que había llegado a un lugar al que no pertenecía. Pero después tuve clases con profesores maravillosos con quienes aprendí. En realidad, esa formación me ayudó mucho. Después, empecé a escuchar la historia de los periodistas de este país y eso despertó mi atención, claro, para ese entonces yo leía bastante.

Un escritorio rodeado de libros y colecciones, muchas pertenecientes a los programas editoriales de la UNAM, da cuenta de su interés por la lectura y la investigación, entendiendo a esta última como uno de los pilares de la institución; Antonio Sierra la ha reforzado con su participación en publicaciones como Una semana Con Villa En Canutillo; Índice de Revistas culturales del siglo XXI (con Fernando Curiel y Carlos Ramírez) y Darío en México: un ambiente enrarecido.

Su línea de investigación durante la licenciatura y la maestría fue el trabajo de Regino Hernández Llergo, ¿qué aspectos de este personaje lo motivaron para seguir con el estudio de su trabajo periodístico?

—En la licenciatura descubrí a Regino Hernández Llergo gracias a una de mis maestras, Irma Lombardo, quien me dirigió la tesis de licenciatura y ahora es parte de mi comité en el doctorado. Ella me contagió ese gusto. Irma me habló de José Pagés Llergo; a partir de este personaje comencé a encontrar pistas de quien sería mi material de estudio en mi tesis de licenciatura.

Lo que me motivó a trabajarlo fue la ausencia de investigación. No se había hecho algún trabajo del periodismo que Regino Hernández Llergo estaba ejerciendo, en gran medida debido a su filiación ideológica, la cual era considerada de derecha; lo dejaron a un lado, como si ese elemento fuera un corto circuito para los investigadores. Yo dije: “este es un gran tesoro”, así que pensé en recuperar y anexar en mi tesis la entrevista, realizada a Pancho Villa.

Era un campo inexplorado y lo sigue siendo. Para mí es muy importante apuntalar que Regino Hernández Llergo fue un revolucionario, no solamente porque participó en el movimiento de 1910, sino por su revolución en el periodismo al incorporar una nueva forma de trabajo conocida popularmente hasta la década de los sesenta.

Una decisión crucial

¿Por qué decidió orientar sus estudios a la maestría en Letras Mexicanas?

—Como siempre me había inclinado hacia la literatura, ya tenía una idea, pero justo cuando iba a inscribirme en la maestría de Comunicación, Lucía Rivadeneyra, otra de mis grandes maestras…

El teléfono suena y atiende la llamada; mientras responde revisa su computadora, quizá para buscar algún pendiente o indicación que pudiera olvidar.

—Como te decía, yo quiero mucho a Lucía, ha sido una de mis orientadoras a lo largo de mi carrera. Cuando yo llegué con ella y la escuché, me deslumbró, sobre todo por su línea de trabajo entre la literatura y periodismo. Ya cuando iba a entregar mis papeles, Lucía, quien conocía mis intereses sobre la literatura me invitó para que fuera a Filosofía y Letras; y ese consejo fue fundamental, porque creo que todos necesitamos tener una mirada multidisciplinaria.

Entrada a la vida laboral

Al recorrer los pasillos de la Coordinación de Humanidades, las personas se dan cuenta del trabajo exhaustivo que desempeñan los académicos, todo con el objetivo de difundir el trabajo humanístico y social de la Universidad.

—Comencé mi vida laboral realizando síntesis informativas para agencias que me pagaban poco. Más tarde conocí a personas que laboraban en las editoriales; estuve en Impacto, Milenio, además fui analista de medios.

¿Cuál es su género preferido?

—El reportaje es el que más me gusta, ya que recoge a los demás géneros, permite una lectura global.

Además de ser editor en la Revista de Humanidades y Ciencias Sociales ¿En qué consiste su trabajo como Secretario Técnico de esta Coordinación?

—Fui alumno del doctor Fernando Curiel, quien me invitó a trabajar como becario en su estudio sobre la obra de Alfonso Reyes, con él aprendí mucho, sobre todo en la investigación. Después de que la beca se terminó, comencé a trabajar durante la rectoría del Dr. Juan Ramón de la Fuente, con un proyecto muy grande, ahí comencé a colaborar en el Departamento de Información y Medios de la Dirección de Divulgación de las Humanidades y Ciencias Sociales, que inició el doctor Curiel.

La idea era darle difusión a estas áreas a través de diversos formatos; la secretaría en la que estoy se encarga de lanzar una agenda quincenal; después se inició la Revista de Humanidades y Ciencias Sociales, la cual es puesta en la gaceta mensualmente.

También comenzó un programa en Radio Educación; hablábamos sobre problemas nacionales, la desigualdad, la pobreza, bioética, temas de agenda nacional. Invitábamos a diversos investigadores, e incluso instituciones que trabajaban esas problemáticas para dar una visión más amplia sobre un mismo fenómeno; en un inicio fue cada 15 días, pero debido al éxito ampliaron las emisiones semanalmente.

Su labor como docente

En los últimos años, Antonio Sierra ha impartido las asignaturas de “Sociedad y Comunicación” e “Historia y Procesos de la Comunicación en México”. Su empeño por dar una cátedra provechosa a los alumnos de la FCPyS crece día con día, así como su interés por dar una visión amplia sobre la relación existente entre los contenidos de la clase y la literatura.

¿Por qué decidió ser maestro?

—La docencia al principio no me entusiasmaba, había dado clases en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) y en El Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (CONALEP), pero fue muy distinto trabajar con chicos de nivel medio superior, son diferentes etapas. No tiene mucho que llegué a la Facultad, tenía ganas de dar algo de mi experiencia.

¿Qué es lo que más le gusta de desempeñar esa profesión?

—Me gusta descubrir lo que otros dicen, porque yo puedo llevar las cosas que estoy trabajando y simplemente exponerlas, pero en realidad me sorprende más lo que encuentran los alumnos a través de sus miradas.

O porque no leen

—Exacto —se ríe mientras asiente con la cabeza—, por muchas cosas; es un intercambio de ideas y cuando encuentro comentarios que dan vuelta a lo que uno ya había visto, es una riqueza; sin ellos no podemos tener aportaciones.
Es una retroalimentación

—Justo así, no hay alumno si no hay profesor, y no hay profesor si no hay alumno. Me gusta descubrir a través de los alumnos muchas cosas que también me ayudan en mi formación académica.

El periodismo ideal

¿Cuál es la opinión que tiene respecto a las generaciones o estudiantes que aspiran a hacer periodismo? ¿Qué recomendación les daría?

—Creo que la base de absolutamente todo es una actualización y una constante preparación, el periodista no puede quedarse estático y no se trata sólo de ir y hacer entrevistas o reportajes; deben ser científicos sociales porque así nos formamos en la Facultad, hay que salir las calles, al gran laboratorio compuesto por la sociedad, a la realidad. Los estudiantes deben profesionalizarse, el periodista se queda estancado si no hay una preparación persistente.

Recomendaciones, pues es necesario leer, todos los días. El ser humano alimenta el espíritu a través de la lectura y sin esta alimentación el periodista creará una prensa anémica.

¿Cuál es la percepción que tiene de los medios de circulación nacional y del periodismo mexicano en general? ¿Realmente cumplen con la labor social que el periodismo implica?

—Veo dos asuntos que son muy importantes; el soporte de la prensa, de los medios impresos, y el de las redes sociales. Estos soportes requieren una nueva comprensión sobre la difusión de la información. Pero también hay un peligro, este tipo de plataformas nos orienten a una nueva comunicación y, a la vez, sufren una gran crisis.

Un mundo tan globalizado ha contribuido a la conformación de estas plataformas. Otro gran problema es la falta de comprensión de estos soportes, los periodistas de la vieja guardia se rehúsan a utilizarlos o no los entienden; hay que comprender su lenguaje.

Finalmente ¿Cómo ve o quisiera ver al periodismo en 10 años?

—En 10 años a mí me gustaría regresar a viejos modelos, es decir, a los modelos fuente, pensando en los años treinta, cuarenta y cincuenta. Hay que tomar los elementos de una prensa mucho más crítica, profesional; en esos tiempos existía una formación integral a raíz del trabajo diario y la actualización.

El periodismo ya no considera importante a sus propios géneros, tratan de vender reportajes de una cuartilla y eso no es posible. Tenemos que regresar a la definición de cada uno de los géneros periodísticos para poder comprender el complejo enramado social y así lograr consolidar una prensa nacional.

Con esta reflexión termina una larga charla limitada por el papel, pero extensa en pensamiento y letras. A través de todas las palabras dichas por el doctorante en Ciencias Políticas y Sociales, Antonio Sierra García, se puede entender la visión de un científico social en busca de una reforma integral en el quehacer periodístico, reforma que él lleva a cabo día con día en los salones de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.






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