PAZ VERDE POR MÉXICO: GUERREROS QUE AÚN TIENEN FE EN LA HUMANIDAD


Por Vania Y. Alvarado Salcedo
México (Aunam). Hay grupos de personas que aún creen que el planeta tierra tiene individuos que valen la pena, quienes pueden ayudar a salvarlo si juntan fuerzas. Son organizaciones no gubernamentales (ONG) que lo dan todo por un bien social, sus integrantes dedican su vida entera a una causa que saben necesaria; así como hay otras que sólo existen en el papel y esperan que el dinero les caiga del cielo con sólo decir que ayudan aunque en realidad no lo hagan.

Según el Centro de Información de las Naciones Unidas, una ONG “es cualquier grupo no lucrativo de ciudadanos voluntarios, que está organizada a nivel local, nacional o internacional. Con tareas orientadas y dirigidas por personas con un interés común, las ONG realizan una variedad de servicios y funciones humanitarias, llevan los problemas de los ciudadanos a los gobiernos, supervisan las políticas y alientan la participación de la comunidad. Proveen de análisis y experiencia, sirven como mecanismos de advertencia temprana y ayudan en la supervisión e implementación de acuerdos internacionales. Algunas están organizadas sobre temas específicos”.

Cualquier, sí, cualquier ONG necesita de la ayuda del resto de las personas para lograr un cambio real, ya sea para que les brinde apoyo como voluntarios o con alguna donación monetaria o física; resulta un problema el hecho de que no sean conocidas, más aún si ni siquiera intentan serlo, por ende, si nadie las ubica, ¿quién les dará una mano?

Si tú no te preocupas ¿quién?

Uno de los problemas de los mexicanos es que no están en armonía con su territorio: cada día producen 86 mil 343 toneladas de basura que, multiplicadas por 365 días, al año resulta 31 millones 515 mil 195 toneladas de desechos. Esto es muestra de lo que le dan al planeta.

Igual o más alarmante resulta saber qué es lo que metemos al cuerpo. Sólo en 2007, la agricultura industrial utilizó 269 toneladas de plaguicidas por hora en el ámbito mundial; en México se usan 3 mil 307 toneladas de plaguicidas por cada mil hectáreas. Lo cual no tendría mayor conflicto si sabemos que estos se utilizan para proteger al cultivo de las plagas, el problema radica en que las personas se colocan máscaras blancas para protegerse de los químicos dañinos de este producto y ¡todo esto lo consumimos!

¡No sólo eso! Los productos transgénicos fomentan el uso de ciertos herbicidas, como el glifosato, ingrediente que a largo plazo causa graves daños a la salud. El 20 de marzo de 2015, la Organización Mundial de la Salud dio a conocer que el uso de glifosato, producto muy utilizado para la expansión de cultivos transgénicos, puede causar cáncer en los humanos, daña la tierra y el agua, según la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés).

Esto resulta inquietante. Afortunadamente hay organizaciones que se preocupan por estos casos y se encargan de generar consciencia al respecto, una de ellas es Greenpeace, que se ha caracterizado por cuidar el medio ambiente, y vaya que ha logrado mejoras a escala internacional, sobre todo salvando especies en peligro de extinción.

Esta ONG promueve dos soluciones básicamente: la primera, que la gente consuma productos orgánicos, los cuales no sólo resultan benéficos para la salud, sino que también ayudan al trabajo mexicano, pues son producidos en el país, son más saludables y tienen pocos días en el mercado, a diferencia de los transgénicos, más grandes y frescos sólo en apariencia, pues provienen del extranjero y han viajado ya varios días.

La otra opción que nos ofrece es la información adecuada sobre lo transgénico para concientizar sobre lo perjudicial que puede resultar para la salud. Lastimosamente esto parece no ser suficiente, pues hubo una persona que al preguntarle sobre la ubicación de las oficinas de esta ONG respondió “¿Greenpeace?, ¿qué es eso?”, estando cerca del lugar.

Greenpeace es diferente

No todos son iguales, esta ONG se compone de activistas, voluntarios, aliados y miles de colaboradores alrededor del mundo, gracias a los cuales ha llegado a sobrevivir 40 años en flota. Su nombre, dado por Jim Bohlen, Irving Stowe y Paul Cote, reúne los caracteres principales a los que se dedica la organización: pacifismo y ambientalismo, surgió tras ser probada una bomba nuclear en Amchitka, Alaska; a los pueblerinos les pareció, al principio, un sismo.

“Hoy, como desde hace 40 años, Greenpeace no acepta dinero de gobiernos, partidos políticos o empresas. La organización se mantiene a través del apoyo de un contingente global de contribuciones individuales y fideicomisos, lo cual garantiza su independencia y efectividad en el presente y para un futuro”, comenta Silvia Díaz, activista de Greenpeace desde 2013. He aquí la importancia de la participación social.

Como es notorio, tristemente Greenpeace se ha encontrado con obstáculos a lo largo de su vida activa; ahora su problema consiste en concientizar a la población mexicana. Para empezar, aunque resulte sorprendente, no sólo ha hecho una labor por México ni se encarga sólo de salvar animales en peligro de extinción, ni de evitar que se derritan los hielos de los polos; desafortunadamente los mexicanos no están muy interesados en trabajos de servicio social y mucho menos conocer las campañas que se hacen en beneficio de México y de la calidad de vida de sus habitantes.

Greenpeace está reconocida internacionalmente como una ONG y se ha dado a la tarea de dedicar tiempo y esfuerzo para lograr un cambio global, ya sea con cualquiera de sus cinco campañas: agricultura sustentable, bosques, clima y energía, océanos y costas y, por último, tóxicos.

Como toda ONG, necesita ayuda del mayor número de personas posibles, pues se apoya en donaciones económicas, físicas o por papel (firmas) para terminar con éxito sus campañas; la cuestión es, ¿cuándo has visto publicidad de Greenpeace? Si es que lo has hecho, seguramente ha sido escasa, y conoces más a la institución por sus macro campañas para advertir del deshielo de los polos y la ayuda a los animales que viven en estas zonas.

Pero ¿qué pasa con México? ¿Nos ha ayudado en algo? Tal vez por falta de información sobre las labores llevadas a cabo por esta organización es que no nos animamos a auxiliarla en su labor.

Recientemente hizo un llamado a través de su portal para salvar a la vaquita marina, una especie endémica del golfo de California, de la cual sólo quedan 97 ejemplares. Ésta es una marsopa que debido a la pesca y falta de control de las autoridades podría desaparecer en sólo tres años, según la estimación de científicos. También ha defendido la comida orgánica y se ha opuesto a que México apruebe la siembre de maíces transgénicos o que empresas de ropa de moda contaminen con sus productos.

Durante décadas han intentado llamar la atención del gobierno mexicano para prevenir que perdamos otra especie en el mundo y evitar un desajuste ecológico, pero qué se le puede exigir al Presidente si la misma población está desinteresada, los seres humanos solemos preocuparnos de las cosas sólo cuando nos afectan de algún modo.

Por ello, su campaña para preservar el maíz mexicano evitando transgénicos que dañan nuestra salud, economía y raíces culturales o su apuesta por comida orgánica apunta a dar en el blanco ¿qué hay más cercano a nuestra vida diaria sino nuestra alimentación?

En este caso, el apoyo se realiza mediante su portal en línea mexicano, pues los recursos para sustentar un proyecto de tal magnitud no son suficientes; hasta el momento se ha logrado, gracias a ciudadanos, productores y científicos, pero esto no es suficiente a la larga, por lo que siempre se dejan las puertas abiertas a colaboradores. Es triste saber que algunos de sus colaboradores en México son extranjeros, siendo que los mexicanos ni sabemos del problema y eso que, en este caso, son cosas que consumimos a diario, como la tortilla.

Si comiéramos siempre lo mismo…


Piensa en algo sencillo, comer todos los días del resto de tu vida la misma comida, no importa si fuera tu favorita, al final del día te terminaría por cansar, o al menos esto es lo que defiende Edith Martínez, coordinadora de prensa de Greenpeace México. Para ella la biodiversidad es un tesoro que debemos cuidar y los transgénicos están acabando con las posibilidades a la hora de escoger qué comemos.

“El 22 de mayo se celebra el Día Internacional de la Diversidad Biológica, entonces ¿por qué querer transformar todas nuestras opciones en sólo una “mejor”? México es un territorio con casi 70 por ciento de la diversidad de especies a nivel mundial y aun así se atreve a tener grandes porciones de tierra con un solo tipo de cultivo, estos monocultivos son los que ponen en riesgo la pluralidad de especies.”

El reporte Agricultura Ecológica: los siete principios de un sistema alimentario que se preocupa por la gente, presentado por Greenpeace, menciona: “Este tipo de agricultura minimiza los servicios de un ecosistema funcional y afecta gravemente nuestra salud con dietas pobres y sin diversidad nutricional”. Entonces no sólo estamos hablando de la pérdida de un tipo de fruta o verdura, nos encontramos con que lo que comemos no es suficiente para mantenernos sanos.

La coordinadora de prensa menciona que Greenpeace promueve una agricultura ecológica con la campaña Comida Sana, Tierra Sana, la cual da como resultado alimentos saludables, con el plus de proteger el suelo, agua, medio ambiente y biodiversidad, además de que la comida resultante estará libre de agroquímicos y transgénicos, evitando enfermedades que pueden llegar a ser mortales, como el cáncer.

¿Por qué transgénicos?

¿Por qué escuchar a esta organización que cataloga a los transgénicos como malos? En primer lugar, Greenpeace siempre ha actuado a favor de la vida y de la conservación del medio ambiente, pero si esto no resulta convincente, en segundo lugar tenemos la opinión de Gilles-Eric Séralini, especialista en toxicidad de variedades transgénicas y herbicidas.

El doctor habla sobre su profesión, que es la investigación biológica molecular, él estudia cómo se hacen los organismos genéticamente modificados (OGM) y qué efectos tienen en la salud. Sabe que el cáncer está directamente relacionado con los químicos que contienen los OGM y lo confirma con el cambio de su expresión cordial de saludo a un rostro serio al tocar el tema.

Lo alarmante radica en que “hay varios tipos de transgénicos, como la soja, el maíz, algodón y colza. En este caso, el maíz y la soja contienen Roundup, el mayor herbicida del mundo y son muchos los alimentos que contienen soja o maíz, basta decir que hablamos de todo lo que contiene azúcar de maíz: refrescos, lo de pastelería, salsas, dulces como los bombones y el chocolate; y, empeorando la situación, los animales que ingerimos han sido alimentados con maíz transgénico; vaca, pollo, cerdo y sus derivados son afectados”.

Lo peor de todo es que aún no se sabe en qué cantidades hacen daño, lo que es indiscutible es que a largo plazo causan problemas a la salud. Impiden que los órganos y células funcionen debidamente. Y aun más, muchas pruebas realizadas acerca de los OGM son confidenciales, lo cual imposibilita conocer más a fondo el problema para evitar futuros daños.

La otra cara de la moneda

Siempre habrá personas que crean lo opuesto. Es el caso de Daniel Ramón Vidal, experto en biotecnología, quien menciona: “somos totalmente dependientes de los alimentos transgénicos”.

Sus argumentos se respaldan en la sobrepoblación mundial que se ha multiplicado considerablemente, o más bien duplicado, si a esto le sumamos que el espacio para cultivar se ha vuelto escaso y éste, para que rinda mejor, es necesario que sea cultivado con transgénicos.

“Hay millones de personas muriendo de hambre en el mundo y hay que buscar soluciones para dar de comer a todos con el menor impacto ambiental posible”; aunado a esto, recalca, todo lo que ingerimos actualmente pasa por la mano del hombre, deberíamos analizar el asunto de una manera más técnica pero desafortunadamente esto se ha vuelto un debate ideológico con el cual las personas se aferran, muchas veces sin el conocimiento suficiente ni adecuado.

Para esta persona el verdadero problema es económico, pues las grandes potencias que antes tenían los primeros lugares en ingeniería genética, están perdiendo sus posiciones y con esto sus investigaciones van careciendo de inversiones. Ramón Vidal pone el puño en la mesa asegura que llevamos más de 10 años consumiendo transgénicos y no ha habido quejas reales.

Salud a quien la merece


Si bien es cierto que todas las posturas anteriores se respaldan en hechos y alguna convence en mayor medida, todas tienen argumentos a favor, pero no hay duda de que queremos salud y uno de los mayores temores es enfermar de cáncer.

Claro que no podemos salvar a la población mundial de la hambruna generada con la sobrepoblación y la solución para aprovechar el escaso espacio de cultivo es la creación de transgénico, aun así no podemos salvar a todos de padecer hambre, en este caso hay más factores que intervienen que sólo el modo de cosechar.

Cada quien es libre de decidir qué es lo que come, pero para esto debe estar bien informado, evaluar los pros y los contra para concluir con una decisión consciente y más apegada a sus necesidades.







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