LA LITERATURA Y EL CINE SE PELEAN EN LA FCPyS

Por Ángela Lizbeth Álvarez Ramírez
México (Aunam). ¿Es superior la literatura al cine? Fue la pregunta que desvió la temática original de la mesa de diálogo “La literatura mexicana en el cine”, presentada el pasado jueves en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS). Aunque el propósito de la charla era exponer la influencia de la literatura en el cine mexicano, la discusión sobre la preferencia de los ponentes de un arte sobre otra, acaloró la sala Lucio Mendieta y Núñez.

En la polémica participaron cinco expertos en cine y literatura: Francisco Peredo Castro, José Antonio Valdés Peña, Julio Cesar Durán Vargas, Ignacio Trejo Fuentes- ante su ausencia un joven asistió en su representación a leer su postura sobre el tema- y Ricardo Pineda Aguilar. La charla dio inicio a las 3:10 de la tarde y se extendió pasadas las 5:00.

Julio Cesar Durán Vargas planteó la literatura como un limitante para el cine por condicionar a este último a “narrar” lo escrito en la primera. Por ello para el editor de F.I.L.M.E, el cine debe de ser capaz de narrar algo por sí mismo, sin la necesidad de buscar en la literatura “adaptaciones” interesantes para llevar a la pantalla. Sin embargo reconoció casi imposible lograrlo por los fines comerciales del cine, es decir, no lo verían.

Por su parte, Ignacio Trejo Fuentes argumentó lo mismo pero en favor de la literatura. En su caso el cine es un limitante para la literatura porque “todo se entrega digerido” y anula la capacidad de imaginación del espectador. Apoyó la noción comercial del cine denominándolo para “masas” y la literatura como “para unos cuantos”. Incluso el profesor de la FCPyS se declaró cine fóbico por ver a esta arte como una pérdida de tiempo, aprovechable en la lectura.

La independencia de ambos lenguajes artísticos lo explicó José Antonio Valdés Peña, ante la dificultad de llevar imágenes literarias a imágenes concretas. Por ello enfatizó que una metáfora puede ser muy hermosa pero no sirve para dar indicaciones a los fotógrafos y actores. Así, expresó: “Las mejores adaptaciones de la literatura al cine, son las que no se parecen a la novela”, porque se vuelve algo nuevo.

A su vez, el mismo José Antonio Valdés Peña explicó que las adaptaciones llevan a conflictos con los escritores. Por eso refirió que existe una cuartada llamada “inspirada en” que es diferente a “basado en”. Por lo tanto esquivan los problemas de que la película no sea fiel al texto al ser solo una inspiración. Un ejemplo que presentó de esta cuartada son todas las obras de Juan Rulfo en su intento de llevarlas al cine.

El primero que trato propiamente el tema de la mesa fue el Dr. Francisco Peredo y expuso el papel de algunas obras literarias universales adaptadas por el cine mexicano, con particular auge en los años 40s como: El hombre de la máscara de hierro (1943) y El conde de Montecristo (1941). También consideró las películas adaptadas y además mexicanizadas como Doña Perfecta (1951), historia original contextualizada en la España del siglo XIX y ajustada en la guerra de reforma mexicana.

Peredo destacó el papel de estas películas por su labor ilustradora de clásicos a la población analfabeta mexicana de la época e invitó a no criticar los filmes por las historias que narran o su producción gráfica sino más bien a “entenderlos en su contexto”.

Finalmente, Ricardo Pineda Aguilar cerró la charla diciendo que el cine “no se trata únicamente de contar historias”. Recalcó la importancia de ambas artes trabajando en equipo. Si bien los textos son únicos, para el periodista de Butaca Ancha, la lectura de ambas artes si es distinta pero disfrutable. Lo importante para él es romper cuadraturas para dejar de pensar en imágenes o en palabras y hacer un cruzamiento de las mismas para disfrute de todos.












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