ARMANDO MARTÍNEZ: ENTRE LA SANGRE Y UN CLIC


Por Adriana Barrón, Mildred Espinoza y Monserrat Nochebuena
México (Aunam). En una ocasión, en Neza, Armando casi es linchado. Al menos eso imaginó que pasaría pues estuvo a nada de ser golpeado. Tuvo que entregar la tarjeta de memoria de su cámara al tener la sensación de que medio pueblo estaba contra él. -¿Qué hacía?- se cuestiona. Las instrucciones que tiene es que “si la cosa ya está muy cabrona” es mejor entregar los archivos que exponerse.

La policía no le facilita el trabajo, recurre a los golpes o busca quitarle la cámara. La familia de las víctimas tampoco lo hace -y es entendible hasta cierto punto- dice Armando -ahí es donde los fotógrafos debemos ser inteligentes, aprender a andar en la calle, saber cuándo tomar la foto, identificar con qué policía sí puedes hablar y con qué otro no puedes ni dialogar-.

Estos son sólo algunos aspectos con los que el fotógrafo Armando Martínez se enfrenta al ser reportero policial en el periódico El Gráfico y cubrir la nota roja, la cual según él es como los malos amores: tú no la eliges, ella te escoge a ti.

Armando y la fotografía

-En la universidad yo no tenía la intención de hacerlo, el papá de uno de mis compañeros me enseñó sus fotos, un día fui a cubrir con él para ver y desde ahí me gustó-. Así, como parte de su servicio social en la Facultad de Estudios Superiores Aragón de la UNAM, Armando ingresó a la policía.

-Me decían: “cómo en la policía, eres un cerdo represor, cómo puede ser que tú estudiando en la UNAM estés con esos cabrones”-. Pero la fascinación que él sentía al ver los operativos policiales era mayor que cualquier palabra que pudiera escuchar. Sin embargo, por ser de servicio social no le permitían presenciarlos: -no me dejaban subir en la moto para ir con ellos porque no tenía seguro y no se iban a hacer cargo si algo me pasaba. Yo les decía que les firmaba un papel para hacerme responsable y me dejaran ir-. Así se hizo.

Tiempo después fue contratado en la policía capitalina donde estableció contactos con los fotógrafos de la fuente policial que lo llevaron a los medios de comunicación. Comenzó tomando fotos institucionales en la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal con el Doctor Manuel Mondragón y con el ex Secretario de Seguridad Pública Jesús Rodríguez Almeida. Aquel fue su inicio en la fotografía.

Armando tiene una formación fotográfica porque la universidad ofrece clases y actividades que la hacen posible. Pero considera que la formación del ojo del fotógrafo se hace a través de la práctica. Con la teoría se puede aprender a maniobrar la cámara pero el ojo no, éste va formándose y se puede distinguir entre una persona que va iniciándose en la fotografía y alguien que ha tomando fotos toda la vida.

-La fotografía es como bailar, todos te dicen que hagas uno, dos, tres, cha cha chá- comenta el fotógrafo -es algo en lo que te ayudan a formarte pero es cuestión de experimentar, de que estés y sientas la calle, no es lo mismo que hagas información general a estar en conflictos policíacos-. Es algo que se debe sentir, de acuerdo con él, que cuando está en una escena del crimen observa dos tipos de personas: a quienes se les conoce como “tira muertos” que son los que llegan, registran y se van; y los otros (él mismo se ubica ahí) “que sabemos que con esa escena podemos hacer arte”.

Armando y El Gráfico

En una época de otoño, Armando comenzó a trabajar en El Gráfico. En este periodo, el medio no hace contrataciones, por lo que se estableció alrededor de un mes y medio como practicante “echándoles la mano en una motoneta y con cámara prestada. Todas esas cosas hacen que yo valore el doble mi trabajo y mi esfuerzo”.

El Gráfico fue el primer diario vespertino en México, esto le permitió ganar algunas primicias como la del 20 de julio de 1923 cuando registró la muerte de Francisco Villa. El periódico nació un año antes, el 1 de febrero de 1922 y después de 93 años se ha consolidado como el diario más leído en México, a pesar de no ser de circulación nacional. El público lo ha convertido en un líder del mercado pues el 44% de lectores prefieren consumir este diario. Según cifras publicadas en la encuestas del Estudio General de Medios, “El Gráfico llega a tener hasta 288 mil lectores más que el periódico Metro”.

El Consejo Administrativo de El Universal (al cual pertenece El Gráfico) define la línea editorial de este medio como uno que “no ha perdido de vista presentar las noticias de forma breve y con un lenguaje accesible para todo público”, además Félix Fulgencio Palavicini cuando creó el periódico declaró que éste “debía encerrar la mayor cantidad de noticias en el menor espacio posible”. Las diversas temáticas que se tratan en este medio son: la vida cotidiana y los hechos locales, aspecto que ha permanecido durante toda su historia.
Por su parte, Armando lo define como un periódico popular que busca ser misceláneo, pues no sólo muestra nota roja. También “hay una sección que sale dos veces por semana que se llama los invencibles, en ella hablamos de gente discapacitada que está trabajando como cualquier otra. Esa es una parte que la gente no conoce de El Gráfico. Otra es Espacios Alternos: una sección cultural en donde se habla de cultura urbana”. Ambas complementan y enriquecen el periódico.

La fotografía en este medio “está muy cuidada y es mejor que en otros periódicos como Pásala o La Prensa. Aquí, cuando muere un menor no le tomamos la cara, eso lo tenemos prohibido. Cuando hay feminicidios me han dicho que las fotos deben ser lo menos brutal posibles, si está muy brutal intentamos tomar algún detalle como el pie o la mano para que no sea tan fuerte”, explica Armando que se identifica con su periódico porque “mis jefes siempre están pendientes de nosotros, en que tengamos buenas motos, en que si vas a zonas peligrosas primero ven por tu integridad que por las imágenes. Porque aquí hice mis pininos y porque he conocido gente maravillosa. El medio me ha dado la oportunidad de hacer muchísimas otras cosas y de cubrir otras fuentes también”.

El periodista gráfico y la nota roja

La nota roja es un género periodístico en el que el medio publica acontecimientos de carácter violento. En el libro Nota(n) roja. La vibrante historia de un género Marco Lara Klahr la describe como el “conjunto de acontecimientos sociales que vulneran las normas penales”. A esto se puede agregar que la nota roja no son sólo delitos, como asesinatos, son también incidentes, como un choque ya sea causado por consumo de alcohol o un fenómeno natural.

La nota roja tiene como característica principal causar una sensación, una impresión fuerte provocada por algo o alguien. Para ello utiliza elementos distintivos al presentar la nota, como encabezados extravagantes, colores llamativos y por supuesto fotografías que tengan un impacto en el lector.

Armando afirma que ésta “es un indicador social, todos creen que es sangre, chichis y muchas otras cosas, pero no es así. Si yo tomo una muerta en Ecatepec hoy, otra mañana, otra pasado mañana y otra el día siguiente, quiere decir que en Ecatepec matan a las mujeres y para las autoridades es tan complicado manejar eso que, desde el 2007 a la fecha, no han podido manejarlo, no saben manejar la inseguridad en la zona”.

De la misma forma, el fotógrafo considera que con una foto o una nota, aunque sea en periódicos como El Gráfico o Pásala, hay documentación de que ocurrieron esos asesinatos. Otro ejemplo del que habla es el fenómeno de “los vengadores anónimos”: gente con el acuerdo de que a la persona que vean o encuentren robando en un camión, lo van a matar. “Eso también es un fenómeno y no lo manejan periódicos como el Reforma o El Universal. Aquí también hay que aclarar que El Gráfico es el que mantiene a El Universal, El Metro mantiene al Reforma. Son medios tan repudiados pero venden a mares y eso es bueno por el indicador social y porque, a pesar de que la gente te diga que eres amarillista y toda la doble moral, ellos lo consumen”.

Como reportero gráfico, Armando se dedica a la fotografía informativa. La cual, de acuerdo con Mariano Cebrián en su libro Géneros Informativos Audiovisuales, registra la realidad, tiene la capacidad para responder a las preguntas clásicas de toda información (qué, cuándo, cómo, dónde). Dota de realismo a los textos que acompaña por la carga informativa de los hechos cotidianos, los detalles y situaciones que capta para darlas a conocer a la opinión pública, de tal forma que son el reflejo de un contexto en el que se identifica a los protagonistas.

La fotografía para Armando es el claro ejemplo de una realidad que está viva y es hecha por la sociedad, pues cuando se toma una fotografía no se puede negar lo que sucedió. Ésta “descubre la realidad y la verdad. Si tú ves todas esas cosas, pues yo creo que estoy haciendo un bien social aunque me critiquen como amarillista y aunque me digan que juego con los sentimientos y el sufrimiento de la gente. Hay cosas más allá de la gente rica de Polanco o de las Lomas de Chapultepec. Hay lugares donde nadie ha puesto el ojo, hasta en la misma Ciudad de México. A mí me toca ser la persona que documenta todos esos lugares. Qué más quisiera que cubrir Presidencia y andar viajando por todos lados con el presidente pero no, así nos tocó vivir y en lo personal me fascina mi trabajo”.

A pesar del gusto por hacerlo, cubrir la nota roja es complicado por distintos factores, explica el también comunicólogo. Uno de ellos es el peligro que implica andar en moto pues “no sabes cuándo te va a pasar algo, cuándo te vas a caer o te va a atropellar un camión”. Por otro lado se encuentran las distancias que “son brutales, un día me aventé: del centro de la Ciudad de México a Ecatepec, de ahí a Huehuetoca, luego a Azcapotzalco y de ahí a Coyoacán”.

La competencia también es otro elemento a considerar pues “en México no pueden ver que a alguien le vaya bien, los compañeros hablan mal de ti y entre nosotros no nos avisamos cuando pasa algo”. Así como las figuras cercanas a los hechos cotidianos de la nota roja como los policías o paramédicos de los cuales “hay buenos y malos, entonces debes tener una cartera amplia de contactos: paramédicos, policías, bomberos, entre otros”. Ese cúmulo de circunstancias hace que su trabajo sea difícil.

Algunas de las características que el periodista gráfico requiere son: habilidades técnicas, sensibilidad ante los fenómenos sociales, así como el uso de imágenes como herramienta de comunicación. Por su parte, las características para ser reportero de nota roja, de acuerdo con Armando no se distinguen del todo: el gusto por aquel ambiente denso “porque es muy pesado y si no lo sobrellevas o no te gusta pues no vas a durar ni una semana”. Hay que saber tratar con los policías y aprender a lidiar con ellos diario.

También es indispensable el buen conocimiento de la cámara con la que se va a trabajar “porque a diferencia de las conferencias, en las fotografías de nota roja no tienes el mismo manejo de luz. En primera instancia tienes el cuerpo destapado, cuando los peritos te ven llegar tapan el cuerpo, entonces desde antes tienes que ir pensando cómo vas a tomar la fotografía, a cuánto le vas a tirar, qué ISO vas a ocupar. A todos nos ha pasado: tomas una foto y cuando te das cuenta se te quemó y ya no sirve la imagen. Entonces debes tener buen manejo de la cámara y de tu técnica, tener idea de los encuadres y de los sentimientos porque a mí no me sirve de la misma forma un muerto tirado que capturar a un familiar cuando llega a abrazar al fallecido”.

El pasado 6 de julio, una mujer fue asesinada tras resistirse a un asalto, después de haber retirado dinero de una sucursal bancaria en avenida Patriotismo, en la delegación Benito Juárez del Distrito Federal. El “ladrón llegó y le puso un plomazo en el abdomen, y tú podrías decir que la escena no fue violenta porque la señora estaba completa, en cambio hay escenas donde ves descabezados”. Armando registró el hecho aquel día, no olvida la impresión de ver a una amiga de la víctima que no dejaba de llorar y piensa: “por tres mil pesos le quitaron la vida, es donde te das cuenta que la sociedad está muy cabrona”.

Por ello, para ser fotógrafo es importante ser sensible, “si no, eres un perito más. Tienes que ver por qué llora la señora, qué están hablando a tu alrededor, por qué tiene unas gafas cerca el cuerpo, de dónde venía. Tienes que ser sensible de ojo y oído”. Pero la sensibilidad también se relaciona con situaciones y aspectos que rodean al fotógrafo. Por ejemplo, en el caso de Armando al momento de tomar fotografías de niños involucrados en hechos violentos y traer a la mente la imagen de sus sobrinos pequeños.

Iztapalapa. Una mujer camina sobre eje 8 con una carriola, al instante un camión aparece en su camino y se lleva aquel cochecito con una niña en su interior. Muere. Armando recibe el aviso de que ha ocurrido un delito, a veces con las claves que utilizan los policías, por mensaje o por radio para que se dirija al lugar.

Cuando llega ve a la mujer sentada en media avenida con un paraguas cargando a la niña cubierta y ve carne desprendida tirada en el pavimento. Se acerca a un policía: -¿Dónde está el muerto?- le pregunta. -Es el que está cargando la señora- responde el oficial. Indignación es lo que sintió Armando al encontrarla en shock, al verla subir a la patrulla con el cuerpo de su hija para entregarla al Ministerio Público porque no quería soltarla. Esa es una de las escenas más fuertes que ha quedado grabada en su mente.

Para lidiar con la presión que causan acontecimientos como este, Armando en sus días de descanso intenta hacer otras cosas: ejercicio, salir con amigos a tomar fotos de paisaje o voluntariado, “creo que es una parte fundamental para lidiar con todo el dolor, eso me ayuda para lidiar con la presión”. Y para tolerarlo se debe “tener un temple y un carácter de los mil demonios. Tienes que ser gente de carácter para lidiar con los policías gordos que llegan de forma agresiva y te piden la cámara, para defenderte y decir que eres periodista. Con el paso del tiempo y viendo todas las cosa que he visto, ya si me mientan la madre en la moto intento ser un hombre de paz porque nunca sabes qué te puede pasar. A veces explotas porque al final eres ser humano, pero soy consciente de que debo hacer algo para estar en comunión conmigo”.

***

“¡Métete a bañar porque hueles a muerto!”, dicen los padres de Armando cuando de noche llega a casa, después de una jornada de trabajo. A ellos no les gusta su profesión, “me querían ver como Joaquín López Dóriga pero la situación está difícil. Aunque me ven feliz y ven que soy una persona madura, que me cuido y cuido mi equipo”. La fascinación que tiene por su trabajo la transmite a sus sobrinos, uno de ellos “me dice: -tío tú eres fotógrafo de sangre, muerte y destrucción-. No han visto las fotos pero saben que soy fotógrafo de los policías y quieren que les cuente sobre mi trabajo”.

Ganarse un nombre dentro de este grupo, buscar ser editor de fotografía de un periódico, estar en un departamento de comunicación social de alguien que necesite asesoría en los medios o poder vender algunas de sus fotografías en otro lugar, son algunos de los ideales que tiene Armando para un futuro.

No tiene un plan específico de vida pero sí algunas vertientes para seguir trabajando, “es mentira que si te dedicas al periodismo te vas a morir de hambre, yo creo que tiene que ver mucho con las ganas. Yo no estoy titulado y aún con eso soy de los pocos que trabaja en medios de mi generación. No era un estudiante modelo, pero en algún momento yo dije que si había dedicado cuatro años de mi vida en esto no lo iba a desperdiciar. Hay muchos comunicólogos y reporteros, pero son pocos los que de verdad aman esto y yo creo que para soportar mentadas, bajos sueldos y todo lo que viene en una cascada de problemas, tienes que amar mucho tu trabajo”.

El pasado 19 de octubre, por la mañana, se halló el cuerpo de un hombre colgado de un puente en Iztapalapa. Aquel no era el turno de Armando, sin embargo le hicieron llegar la noticia. Como no le correspondía, no cubrió el hecho. Cuando llegó al trabajo su jefe le preguntó: -¿Por qué no fuiste?-. -No me tocaba- le respondió Armando. -Tu responsabilidad era haber ido, aunque estuviera ahí tu compañero, porque eso es algo que va a ser recordado por muchos años- comentaron algunos de sus amigos y colegas.

“Yo por mi falta de visión no fui. Si hubiera ido ese día, el periódico hubiera tenido mejores fotos y me lo hubiera ganado yo, porque al compañero que le tocaba ese turno no llegó, y cuando lo hizo ya lo habían bajado. Todas esas cosas las vas aprendiendo, si ahorita sale un bombazo, debes ir a cubrir aunque estés de vacaciones, y no por el periódico sino por ti, porque es material que posteriormente te va a servir a ti. Creo que eso es algo que nos falta a muchos fotógrafos, al igual que el guardar, el asociar y ordenar nuestros archivos. En esto no hay horas de salida ni descanso, en realidad es que tú quieras”.




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