REGRESA EL PALACIO DE LOS LIBROS


Por Alexis Ortiz Balderas
México (Aunam). Imponente se levanta el Palacio de Minería sobre la calle Tacuba en el Centro de la Ciudad de México. Su estructura neoclásica, obra del arquitecto español Manuel Tolsá, resplandece con los abundantes rayos de sol que iluminan la capital. Carlos IV y su famoso “caballito” vigilan el edificio.

Sus paredes guardan trescientos años de historia, y desde el 18 de febrero hasta el 2 de marzo albergará la Feria Internacional del Libro; siglos de literatura en un solo lugar. El aroma de cada página recorre el edificio, que ya está repleto de gente buscando los escritos de sus autores favoritos o esperando ser sorprendidos por algún título.

En la explanada principal el nombre de cada editorial se alza en lo más alto. Océano se anuncia con más vigor, sus letras blancas contrastan en un gran marco azul marino. Montones de estantes acompañan a las pilas de libros que esperan ser comprados. Entre choques y empujones, personas de toda edad esperan llegar a estos.

Los Best Seller del momento se acaban poco a poco. La fiebre de 50 sombras de Grey y Los juegos del Hambre es parte de los adolescentes que corren a adquirirlos. Aunque también hombres y mujeres de mayor edad caminan por los pasillos cargándolos y observando el resto de la mercancía.

En todos lados se escuchan conversaciones sobre literatura. Hay grupos cuantiosos de amigos, quienes se reúnen en círculo para dar sus recomendaciones. Genuinamente, frente a los estantes de sociología y filosofía se forman grupos de discusión. Quienes prefirieron llegar solos levantan los libros de su lugar y ojean las primeras hojas. Otros ya saben lo que llevarán y sin más lo toman.

También familias se acompañan. Un padre dirige a su hijo a los libros de Filosofía y le muestra El arte de conocerse a sí mismo de Schopenhauer. El hombre de unos 40 años, trajeado, con lentes delgados y aspecto intelectual comienza a hablar del filósofo prusiano, pero su hijo, con una vestimenta juvenil de acuerdo a sus 16 o 17 años, no le presta mucha atención y sólo espera una oportunidad para ir a tomar Sinsajo de Suszans Collins.

A pocos metros, dos jóvenes adolescentes se acercan a los estantes de literatura clásica. Una de ellas, de cabello castaño, ojos del mismo color y test blanca comienza a hacer un resumen a su amiga sobre su actual noviazgo. “Dicen que hay un libro para cada ocasión, sólo hay que abrirlo para encontrar una respuesta”, continúa diciendo mientras toma Orgullo y Prejuicio de Jane Austen.

Una voz que anuncia los eventos del día se escucha por todo el lugar; conferencias, mesas redondas, presentaciones de libros y lecturas en voz alta es lo que ofrece. Una escalera de estilo virreinal conduce a las salas donde se efectúan todas esas actividades. En ésta, las cámaras de distintos medios graban el subir y bajar de la multitud.

En el segundo piso están las publicaciones de las Universidades más reconocidas del país: la IBERO, la Universidad Autónoma Metropolitana, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y la Universidad del Estado de México. La Universidad Nacional Autónoma de México tiene su propio espacio en el primer piso, al igual que el Instituto Politécnico Nacional.
En el segundo nivel, también, medios informativos como La Jornada y Proceso han traído las publicaciones de sus escritores. En el área correspondiente al semanario fundado por Julio Scherer, de quien hay un estante lleno de sus libros, un señor de bigote blanquecido, pantalón de mezclilla, tenis deportivos gastados y una camisa verde un poco polvorosa levanta la voz para denunciar los actos de corrupción y violencia que ha vivido México en los últimos meses.
Cerca de ahí una larga fila se extiendes por el pasillo; los padres llevan de la mano a sus hijos y también cargan los libros que les han comprado en las zonas de literatura infantil. Un pequeño de aparentes siete años no puede esperar a leer El principito en su casa y lo empieza a ojear rápidamente. Todos los que están formados se dirigen a una sala especial de actividades para niños.
El calor se ha encerrado en el Palacio de Minería, los espacios para caminar cada vez se reducen más y el viento del lugar se intoxica de un olor a sudor. En la entrada muchos se lamentan por no haber llevado más dinero para comprar más libros, otros sonríen y planean su siguiente plan para sofocar el calor después de un día de compras.





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