PLAZA DE LA CIUDADELA: AL RESCATE DE LA MÚSICA MEXICANA


Por Diana Jazmín Escalona González
México (Aunam). Salir a bailar los domingos por la mañana al ritmo de la música mexica en la Plaza de la Ciudadela, en el centro de la Ciudad de México, se ha convertido en una tradición en cuya pista imperan desde las 11:00 a.m. los mejores pasos de salsa, cumbia, danzón y bachata.

Desde dos cuadras antes, los oídos logran distinguir la música y los ojos ya perciben la multitud en el lugar. Un letrero color vainilla de un metro cuadrado recibe a los asistentes con la leyenda: “Todos nuestros eventos son realizados por amor al arte y al rescate de nuestra música mexicana”.

El escenario principal es ambientado por músicos de la Asociación Alianza Yucatán y Distrito Federal pro Artistas Independientes. Los hombres de más de cincuenta años con traje, zapatos bien boleados y sombreros color caqui buscan la cintura y manos de sus parejas, para bailar lentamente al ritmo de canciones de Javier Solís.


“Desde hace 8 años se realizan estos eventos ininterrumpidamente cada domingo” afirma Joel Caballero miembro de la Asociación, quienes a base de donaciones: monetarias, de sillas o bancos de plástico, y la venta de alimentos, realizan estas actividades para llevar un poco de felicidad a los adultos mayores.

La música no se detiene y una pareja de jóvenes de no más de 25 años, ambos con tenis y jeans, se aventuran en la pista cuando el popular tema Cómo te voy a olvidar de los Ángeles Azules es interpretado; cada movimiento de sus cuerpos encaja a la perfección, como un rompecabezas, mientras los labios del hombre susurran al odio de su pareja “quiero que me vuelvan a besar tus labios rojos”.

A lo largo de la plaza las bocinas bombardean con diferentes ritmos y, a contra esquina del escenario principal, hay clases gratuitas de zumba para aquellos que van con shorts, camisas holgadas, gorra y tenis; donde canciones de Romeo Santos son responsables de la intensa quema de calorías.


En el centro de la ´pista al ritmo de los discos de la Sonora Santanera sólo se permite bailar en pareja. La vestimenta es indiferente mujeres con falda y tacones, o jeans y botas; los hombres llevan pantalón con raya en medio y zapatos lustrados, todos con la suela desgastada a causa del constante zarandeo. Para quienes sólo se dedican a observar la dueña del sonido pasa a pedir la colaboración voluntaria.

Olvidados y con menos público los delicados y elegantes pasos del danzón son enseñados en pareja; las señoras portan trajes de colores llamativos, rojos y azules, mientras el olor dulce de sus perfumes es el responsable de seducir a los caballeros que las acompañan.

El tiempo se detiene con cada ráfaga de movimiento, mientras los destellos del astro luminoso se convierte en fuego que arde en los cuerpos de los expertos y principiantes que se arriesgan a presumir sus mejores pasos ante familias que disfrutan pasar los domingos entre coplas de amor y cumbias populares que rescatan la música mexicana.





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