ENTRE LIBROS Y VISITANTES

Por Valeria Pioquinto Morales
México (Aunam). Entras, todavía sosteniendo el boleto mal cortado en una mano y la ficha del guardarropa en la otra porque no te han dejado pasar con tu mochila. Sin saber muy bien por dónde comenzar te diriges al primer stand que te topas: una imponente construcción improvisada hecha de plástico y mamparas que superan los dos metros de altura.

La gente a tu alrededor no podría ser más diversa pues así como ves jóvenes adolescentes de secundaria que han acudido porque “los mandaron de la escuela a hacer un trabajo”, también hay niños pequeños acompañados de sus padres y que a duras penas pueden cargar los libros que llevan en los brazos porque los superan en tamaño y en peso.

Hay, también, alguna que otra persona mayor que vigila detenidamente los montones de libros que se apretujan unos con otros. En fin, el público es variado, tanto como las publicaciones y las editoriales que, como cada año, se han dado cita –como tú- en el Palacio de Minería para la vigésimo sexta edición de la Feria del Libro.

La FIL de Minería es, probablemente, una de las Ferias dedicadas a los libros más grandes del país y de las más concurridas también. Este año el evento espera albergar a más de 100 mil visitantes que tendrán la oportunidad de disfrutar no sólo de la amplia variedad de libros que las 600 editoriales presentes ofrecen, sino que también podrán formar parte de las 1,506 actividades culturales como charlas, coloquios, presentaciones, ponencias, homenajes, debates y discusiones relativas, cómo no, al mundo de la literatura.

La entrada tiene un precio accesible: no supera los 20 pesos e incluso hay descuento para estudiantes que presenten su credencial, con lo cual el costo disminuye a 15 pesos. Por esta cantidad monetaria se puede recorrer de cabo a rabo cada stand y gozar de todos los títulos que cada editorial presenta y que pueden satisfacer incluso a los gustos más exigentes. Los libros de superación personal, de política, economía, terror, humor, drama, filosofía, ciencia, poesía, teatro y otros géneros se dan cita y crean así un abanico de opciones lo suficientemente amplio como para encantar a niños y adultos, propios o extraños, lectores novatos o experimentados.



Con esta promesa de variedad en la mente te adentras más en la Feria y te propones revisar stand por stand, poniendo atención a todo aquel título que parezca interesante o que resalte por encima de los demás.

Te resulta divertido ver cómo los grandes escritores de antes y ahora logran convivir armoniosamente en pequeños estantes, en el suelo o apilados unos sobre otros, porque es igual de grande la cantidad de libros que la de personas. Por aquí, Julio Cortázar y Edgar Allan Poe; por allá, Gabriel García Márquez y Agatha Christie. Un poco más a la izquierda se ven las obras maestras de Miguel de Unamuno y los libros de Haruki Murakami y, muy a lo lejos, se ven libros para niños y revistas de interés general. Te sientes atraído por cada uno de ellos, los tomas en tus manos, los revisas, los hojeas, revisas el precio y, lentamente, vuelves a colocarlo en su espacio con decepción. Lástima, no todo es posible en el mundo.

Así como los libros, los precios también son variados. Las publicaciones más baratas rondan los 40 pesos; pero por el otro lado, las más caras rondan casi los mil quinientos. Todo depende de la demanda del título, de su rareza o de su exclusividad. A pesar de ello, el rango general de precios está entre los 150 y los 350 pesos, por lo cual no siempre es posible llevarse a casa todos los libros que a uno le gustaría, ya que el costo no siempre es accesible para todo el público y las ofertas son, francamente, escasas. Sin embargo, muchos visitantes se entretienen dando una rápida revista a las publicaciones y anotando algunas en su lista de deseos, “pa’ la próxima vez”, cuando traigan más dinero.

El tiempo se te va volando. Cuando menos te das cuenta, has llegado al final de la Feria y has estado ahí por casi cuatro horas. Te encaminas a la salida con lentitud y con un poquito de nostalgia, pensando en los títulos que te hubiese gustado comprar y consolándote con los que ya llevas. Finalmente, un año no es tanto, y cuando menos te des cuenta, estarás de nuevo frente a esas puertas de madera, rodeado de libros y visitantes.

Fotos: Axel Rangel - Archivo Aunam



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