LAS AMOROSAS MÁS BRAVAS

Por Dulce Rubí Pontaza Guerrero
México (Aunam). En algún café del centro de la ciudad de México, nos encontramos la periodista Celia Gómez Ramos, la fotógrafa Bénédicte Desrus y una servidora. El motivo de nuestra reunión es charlar acerca de su obra más reciente, el libro: Las amorosas más bravas, el cual se imprimió en febrero del presente año.


La obra refleja seis años de fotografía por parte de Desrus y largas horas de entrevistas realizadas por Gómez Ramos, en la cual se narran historias de vida de las trabajadoras sexuales de la tercera edad que viven en la Casa Xochiquetzal, un albergue para todas aquellas mujeres que se dedican o dedicaron su vida a la prostitución, ubicado cerca del centro de la ciudad. El objetivo del libro es –hacer una comunidad marginada visible–, comparten las autoras.

Celia Gómez Ramos es escritora y periodista mexicana, Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Realizó estudios en la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, en la Escuela Dinámica de escritores y en 17, Instituto de Estudios Críticos. Su última novela fue Sin Dios y sin diablo. Ha publicado en diversas revistas contenidos periodísticos sobre temas sociales, políticos culturales pero especialmente sobre erotismo y la mujer. Actualmente y desde el 2009, escribe la columna semanal “Mujeres en busca de sexo” en el Sol de México y en diarios de la Organización Editorial Mexicana.

Bénédicte Desrus, fotógrafa documental francesa desde hace 10 años, realizó sus estudios en Francia y Bélgica en la Escuela de Artes Visuales. Desrus enfoca su trabajo fotográfico a los temas sociales y humanos, con el que da a conocer la vida de las personas marginadas en la sociedad. Ha recibido los premios como el Revela 2013- II Premio Internacional De Fotografía a los Titulares de los Derechos Sociales, el New York Photo Awards y Moving Walls 18 del Open Society Insititute. Llegó a México por curiosidad, país que le gustó y por ello decidió quedarse.

Todo el proyecto del libro comienza con una visita. Bénédicte se entera de la existencia de la Casa Xochiquetzal gracias a un amigo periodista y fotógrafo canadiense: –Maxim me invitó a tomar un retrato de la fundadora y directora que a la época era Carmen Muñoz en 2008–.

Más adelante, Bénédicte decidió que quería fotografiar la vida dentro del albergue y a las trabajadoras sexuales que vivían en él, por gusto.

¿Qué te motivó para retratar el contexto de la Casa Xochiquetzal?: –Cuando fui a la casa ese día con Maxim, conocí a las mujeres y dije que quería conocer más sobre ellas porque ya había visto muchos reportajes sobre prostitución de mujeres que seguían trabajando en la calle, pero pensé “¿qué pasa con esas mujeres cuando envejecen?”. Yo quise saber más de sus historias. Además, me gustó mucho en donde está ubicada la casa. Ellas fueron una puerta abierta para conocer a México, porque ellas son muy sabias de toda la cultura–.
Desrus retrató desde el 2008 durante cuatro años el estilo de vida dentro de la casa, después le surgió una idea: –Yo fotografié cuatro años sin pensar en hacer un libro. Pensé en que las revistas femeninas no lo publicarían, dije “yo llevo una documentación bastante consecuente y me gustaría tener la suerte de conocer a una escritora” –. La tuvo, conoció a Celia.

¿Cómo se conocen Celia y Bébédicte y deciden realizar el proyecto del libro? Gracias a una de las publicaciones de Gómez Ramos, Desrus la contacta en 2012: –Bénédicte me invitó gracias a un texto que leyó en Brasieres en prisión en Gato Pardo, le gustó; me llamó y me dijo que quería que viera sus fotos y también quería platicar conmigo para ver si yo deseaba participar con ella para conocer la casa y escribir un libro. Entonces, fue en 2012 cuando yo me entero de la casa. Vi sus imágenes y me gustaron, y dije “bueno, si tú has podido fotografiar, yo no creo que no pueda platicar con ellas” –, explica Celia.

Celia y Bénédicte comentan que conectaron muy bien, pues las dos tenían en mismo compromiso de hacer el proyecto, pues no era fácil encontrar a alguien responsable que quisiera pasar tanto tiempo en una casa.

¿Qué opinaron los directivos de la Casa Xochiquetzal cuando les plantearon el proyecto? Celia toma la palabra: –En ese momento estaba la tercera dirección, a cargo de Jessica Vargas, quien está hasta al momento. Entonces, platicamos con ella. Primero, Bénédicte ya le había comentado que la idea era que yo también incursionara, Jessica se vio entusiasmada. “Nos dio manga ancha”, fuimos construyendo poco a poco. Nos dio toda la confianza.

Respecto a su metodología de trabajo, ¿cómo se organizaron?: –Estuve yendo tres veces a la semana, de 10 de la mañana a cinco o seis de la tarde. Estaba con ellas el día, si tenían actividades, me sumaba a las actividades, platicaba con ellas; cuando Bénédicte no estaba de viaje trabajábamos juntas, siempre nos poníamos de acuerdo para ir a la casa, nos organizábamos y nos íbamos juntas. Ella se aventaba mis secciones de entrevistas de cuatro horas y ella mientras fotografiaba, o al revés, si ella fotografiaba yo conversaba. Siempre trabajamos de la mano.

La confianza fue un punto clave para realizar esta obra. El entrar al albergue y fotografiar a las mujeres como al contexto en donde se desenvuelven no fue difícil para Bénédicte, ya que siempre tuvo buena respuesta por parte de las mujeres que la habitan: –A veces iba a la cocina, cuando comían y la cámara la dirigía a quienes me autorizaban, porque unas me decían “a mí de plano no me fotografías”. Poco a poco, con convivencia y confianza, estando allá y regresando, las otras aceptaron–.

¿Cómo te ganaste la confianza de las habitantes de la casa? Ya que el contar tan duras y tristes historias de vida, no debió ser nada fácil para ellas. Celia responde: –Comencé a platicar de cualquier cosa, no llegas preguntando “¿cómo fue tu vida?”. Llegas y les platicas cuál es tu interés, porqué estás ahí. Comienza uno a comunicarse con los gustos, con las aficiones; creo que primero se abre uno y luego los demás. Al inicio, yo platicaba con las que más se abrían, ya después las otras me decían que cuándo platicaría con ellas.
El trabajo de Bénédicte y de Celia fue arduo, cientos de fotografías y horas de grabación de las entrevistas a las mujeres de la casa fueron las que registraron para realizar la obra. Había ocasiones en las que trabajaban 18 horas al día.

–Fueron 15 mil fotografías sobre los 6 años. En el libro se guardaron como unas 60 –comenta, Bénédicte. –Deben ser más de 300 horas de grabación, más mis libretas de notas, porque al principio no grababa nada, entonces lo que hacía era recordar todo. Tenía que estar muy atenta–, agrega Gómez.

¿Cómo fue la selección de historias, Celia?: –Tengo una manera de trabajar: todo lo que está registrado lo trascribí y después leídas, releídas y subrayadas las entrevistas, las seleccioné. Comencé a armar la historia de cada una de las mujeres, después hice los enlaces–. Celia menciona que puso lo más impactante de cada una de las mujeres en las crónicas que narra en el libro.

La selección de las fotografías fue una todo un trabajo en equipo, expresa la fotógrafa: –Yo hice una preselección, luego unos amigos me ayudaron porque luego no tienes distancia, o no deseleccionas una fotografía porque le tienes un apapacho especial y ahí es en donde pides ayuda.

¿Cómo es el ambiente en la Casa Xochiquetzal?: –La casa les genera mucha paz, porque saben que van a tener una muerte digna, que no van a terminar en la calle, –comenta Bénédicte. –La casa busca la convivencia entre ellas. Tienen horarios para sus comidas, tienen un espacio de tiempo para que cada una lave su ropa, limpian su cuarto, tienen que hacer algunas cosas de limpieza desde sus quehaceres personales, que son pocos, o de lugares comunes, como ayudar en la cocina. El apoyar o hacer cosas para las otras es precisamente para que sientan que la casa es suya e ir construyendo lazos y una comunidad, –explica Celia.

¿A qué retos o dificultades se enfrentaron al realizar este proyecto?: –A la cantidad de información que teníamos, la cantidad de trabajo. Hacer todos los enlaces y las búsquedas necesarias para poder tener editora, para tener un traductor, para tener un diseñador, para crear plataformas, el trabajo constante con las señoras para que se sintieran verdaderas protagonistas del libro, que yo creo, sí logramos. Terminamos un poquito cansadas, –ríe levemente Celia.

¿Cuál fue la reacción del público?: –Muy buena–, expresa Bénédicte. –Estamos muy contentas porque creemos que ha habido mucha apertura, que la gente ha sido muy sensible, ha estado muy perceptiva y con muchas ganas reales de conocer, porque son mujeres que casi lo han vivido todo y nosotras no las queremos ver. Realmente la gente que ha ido (a las presentaciones del libro) sí tiene interés por conocer y por aprender, así como nosotros aprendimos de su sabiduría, de sus ganas de vivir, de su entusiasmo, –platica Celia.

El proyecto ha sido exitoso, Bénédicte Desrus ganó el primer lugar con la serie de fotografías “Casa Xochiquetzal: mujeres alegres”, en el Primer Concurso de Fotografía Contemporánea de Coahuila en 2012, organizado por la Fundación Mexicana de Cine y Artes.

–Parte del premio era un libro monográfico, entonces, yo les dije: No, mejor den ese premio y súmense al proyecto del libro–, comenta la fotógrafa.

También ganó el Revela Premio Internacional 2013 – II Premio Internacional de Fotografía a los Titulares de los Derechos Sociales, gracias a la misma serie de fotografías “Casa Xochiquetzal: mujeres alegres”.

–Un premio español muy bonito porque hacen la sumisión al fotógrafo pero el premio va al colectivo social fotografiado, entonces la Casa Xochiquetzal recibió 5 mil euros. –

La edición de la obra se realizó gracias los apoyos que Celia y Bénédicte ganaron por parte de la Fundación Mexicana del Cine y Artes y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca). Hoy en día se encuentran en la segunda temporada de la presentación del libro.

Actualmente, Celia y Bénédicte aún asisten a la Casa Xochiquetzal; Desrus, a veces hace fotografía. Sus demás ocupaciones en ocasiones no les permiten realizar una visita constante, pero cuando hay una oportunidad lo hacen. Ellas se encuentran satisfechas por los resultados de su obra.





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