ENTRE DANZA Y COLORES

Por Valeria Monserrat Pioquinto Morales
México (Aunam). A primera vista es como cualquier otra de las chicas que transitan por los corredores de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Lleva ese día una chamarra café de cuero, quizá para cubrirse de la lluvia que comienza a arreciar, haciendo conjunto con su playera blanca y sus jeans de mezclilla. El pelo, un poco debajo de los hombros, lo lleva suelto y sin flequillo. Lo único que no cambia de su indumentaria es la sonrisa amplia que enmarca su rostro.

Isis García es más que una estudiante de Ciencias de la Comunicación en la UNAM. Es una joven de 21 años comprometida no sólo con su carrera sino también con la danza, su pasión desde niña. Durante su vida ha practicado baile hawaiiano –que ella define como su primer amor- y más recientemente danza árabe y tango. En otras palabras, el arte siempre ha estado con ella.

Ella y la danza

Su primer contacto con la danza fue a los seis años, ya que comenzó a tomar lecciones de hawaiiano. Aunque no recuerda mucho de su primera clase o de por qué escogió ese tipo de baile –de hecho, ella misma asegura que no sabe bien las causas de haber entrado a danza; si fue por gusto propio o por cuestión familiar-, sí recuerda otros detalles que la hicieron interesarse en continuar aprendiendo.

“Cuando eres niño se te quedan grabados algunas cosas, y yo recuerdo que me impactó mucho ver a mi maestra con su cabello rojo y su buen cuerpo. También me acuerdo de que me gustó como se veían las faldas de rafia al moverse. Creo que eso fue lo que más me agradó y por eso seguí bailando. Ya después tuve otras razones.”

Esta actividad no sólo fue benéfica en cuestión de salud sino que también la hizo enfrentarse por primera vez a la competencia. Al ver que una de sus compañeras menores tenía la oportunidad de tomar algunas clases con las chicas mayores o con más experiencia, ella decidió mejorar y practicar lo más posible para estar al nivel de las más grandes. La competitividad fue su motivante durante la infancia; pero al crecer cesó de tratar de superar a alguien y se centró en mejorar por gusto propio.

La danza hawaiiana siempre estuvo con ella, a pesar de que tuvo que dejar de practicarla por casi un año. En algún momento dio un curso de verano en la Casa de Cultura donde ella misma aprendió e incluso se convirtió en maestra, dando clases a las niñas pequeñas que deseaban aprender, sin embargo, tuvo que cesar esta actividad de pues el tiempo del que disponía era cada vez menor, debido a que la Universidad lo exigía.

Sin embargo, en su estancia en la Universidad, Isis decidió buscar nuevos horizontes. Se apuntó a los cursos extracurriculares de danza árabe y comenzó a interesarse por esta disciplina. Aun a pesar de ello, también se vio obligada a dejarlo por una breve temporada.

Cuando regresó a la danza, descubrió que el grupo en el que bailaba había cambiado de integrantes, pues se anexaron nuevas estudiantes y sólo algunas de sus antiguas compañeras permanecían en él. Le fue complicado volver a integrarse al mismo, así que decidió cambiar nuevamente y probar el tango.

A pesar de ello, las cosas no acabaron ahí. Algunas de sus compañeras de la clase de danza árabe contactaron con ella de nuevo y la invitaron a unirse a un grupo de danza propio. Aceptó la propuesta, y desde entonces hasta ahora, Isis y sus compañeras hacen algunas presentaciones dentro y fuera de la Facultad.

Cuando habla de la danza, los ojos de Isis se iluminan. Recordar viejas anécdotas o explicar el por qué se interesó en cierta disciplina de baile la hacen sonreír aún más. Deja incluso de comer el almuerzo –que ha estado ingiriendo con tranquilidad desde el inicio de la charla- y se vuelca completamente a explicar sus sentimientos y las razones por las cuales es todavía una gran apasionada por el baile.

“Más que explicar por qué me gusta la danza creo que debería decir por qué me gusta cierto tipo de danza. Alguna vez probé ballet pero no me gustó, Me quedé en hawaiiano porque me ayudaba a expresar esa parte de mí que no podía externar. Cuando bailas, por un momento te vuelves el centro de atención, y cuando era pequeña eso me gustaba: a mí me gustaba llamar la atención y destacar”.

Cuando creció, comenzó a verlo desde otra perspectiva: “me gusta ver la forma en la que las personas se ven cuando bailan. Entiendes qué es lo que representa la danza, a escuchar la música, a oír tu respiración, a mover tu cuerpo. No es que tú te tengas que ver más que las otras personas, sino que tienes que aprender a bailar en un grupo para que destaquen todos. Dejas de ser tú para volverte un todo”.

Más allá del baile

Isis es la mayor en una familia conformada por su padre, su madre y su hermano, quien es tres años más joven que ella. De niña estudió en una escuela privada, sin embargo, a partir de la educación secundaria tuvo que cambiar de colegio a uno de carácter oficial. A pesar de eso, ella no considera que esto haya sido un factor decisivo en su carácter o en su vida, ya que no le costó ningún trabajo adaptarse a estos cambios.

Continuó su educación en la Escuela Nacional Preparatoria no.9 y después se decidió por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Cuando estableció que quería estudiar Ciencias de la Comunicación, su objetivo fue especializarse en periodismo, pero terminó escogiendo la opción terminal de Producción Audiovisual.

Después de un semestre de estudiar las materias de esta área, Isis descubrió que no la llenaba por completo, así que volvió a su idea original de especializarse en periodismo. Tuvo que ajustar su horario y tomar materias de sexto y octavo semestre, pero no se arrepiente de ello.

“Me cambié de opción porque aunque la producción me gusta, de niña todo mundo me decía que era buena para el periodismo, además a mí también me gusta. Mi idea es abordar la danza desde el punto de vista periodístico; tengo un proyecto con algunas compañeras de este semestre para hacer una revista sobre danza pero esperamos continuarla aun después de entregar el trabajo”.

De manera general, Isis tiene una muy buena relación con su familia. Aunque actualmente vive con una prima suya cerca de Copilco por cuestiones escolares, es una persona apegada a sus padres y a su hermano. Para ella, sus padres siempre han sido un matrimonio sólido y estable y admira la capacidad de ambos para darles a sus hijos un ambiente seguro y feliz para que se desarrollaran sin ningún problema.

“Siempre he tenido buena relación con mi familia. La de mi mamá es muy grande y también me llevo bien con mis primos. Hay tres de ellas que son más o menos de mi edad, así que desde niñas convivimos mucho; me acuerdo que nos poníamos a bailar y les cobrábamos a mis tíos por vernos, les dábamos un pequeño show. De hecho cuando mis primos quieren hacer algo soy yo quien organiza las salidas y pide permiso a sus papás para salir, pues casi todos son menores”.

Aun así, en su familia también ha habido problemas. Enfrentarse a crisis de esta índole cuando todavía era pequeña y descubrir que el ambiente de perfección en el que había crecido se desmoronaba le impactó sobremanera, pero sus padres se encargaron de brindarle a ella y su hermano el soporte necesario para que no hubiera consecuencias mayores.

Después de Isis

A primera vista es como cualquier otra de las chicas que transitan por los corredores de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Sin embargo, no es así. Tras su fachada se encuentra una persona tranquila, amable, comprometida con sus actividades y fiel a sus gustos y pasiones. No es una chica como todas: es una mujer que mira hacia el futuro con ganas de superarse y continuar creciendo en todos los ámbitos.

“Creo que lo único que me falta en la vida actualmente es un novio” dice entre risas. “Hace dos meses terminé una relación y no soy una persona que esté acostumbrada a estar sola, así que me gustaría conseguirme una pareja. No pido más”.

Termina de comer su almuerzo y sonríe. Se levanta, regresa los platos utilizados a la cocina y camina lentamente fuera de la cafetería. Sonríe de nuevo antes de despedirse, envuelta en la suave llovizna que, de repente, ha comenzado a caer.

Ella es Isis, entre danza y colores.







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