60 AÑOS DE PUMAS, GARRA, PASIÓN, CORAZÓN


Por Itzel Esmeralda Ramírez Martínez
México (Aunam). “El 12 de septiembre se celebran los 60 años de nuestro Club”, es lo que durante lo que va de este 2014 se escucha entre los aficionados del Club Universidad. Así es, el día antes mencionado, pero de 1954 los Pumas jugaron su primer partido en Monterrey en la división de ascenso.

Y es que Pumas esta de manteles largos, hasta en los boletos del metro sacaron una versión donde están marcados estos 60 años de historia, los vasos de cerveza y refresco que se venden hoy en Ciudad Universitaria (CU) también señalan el motivo del festejo.

Son muchos aficionados que no se quisieron perder hoy este gran partido (Pumas Vs Tigres), pues aparte de la gran fecha conmemorativa, se está buscando el primer triunfo en casa, la rivalidad entre las barras de ambos equipos es de años, el Director Técnico (DT) de Tigres es un exjugador y ex DT de Pumas: Ricardo “El Tuca” Ferreti y Pumas viene de una gran victoria ante Las Águilas.

Eran 11:50 de la mañana y el himno se hizo presente en el terreno de juego, finalizado por un goya que retumbo en CU. Siendo las 12 del día, el árbitro dio el pitazo para arrancar el partido y la lluvia comenzó a hacerse presente también. Esto no impediría que el partido se cancelara y que la gente en el lugar empezara con los canticos de apoyo. “Hay que cantar más fuerte, esta lluvia no nos detiene”, gritó un chico.


Los goyas se oían en distintas secciones del estadio del Pedregal y “Los Libres y Lokos” (porra de Tigres) también cantaban para alentar a su escuadra. Fue al minuto 34 cuando Pumas se pone al frente con un gol de cabeza de Dante López. “Eres un chingón Dante” se oía que le gritaban, también “hasta que haces algo bueno Dante” y otros, sin importar ser hombre o mujer, le gritaban entre carcajadas: “DL hazme un hijo”.

Inmediatamente de que el balón se encontraba en la portería contraria, en el pebetero comenzaban a empujarse de un lado a otro y cantaban: “Que se mueva el pebetero, hay una barra loca muy descontrolada. Se llaman azul y oro, la que tiene aguante vaya a donde vaya. Y ahora, (y ahora), que nos chupen bien las bolas, los cremas amargos y los mugrosos rayados”.

La felicidad se veía en los jugadores, empezaban bien el enfrentamiento y minutos antes de concluir la primer parte, al minuto 42; “gooooooool” se escuchó en todo el Olímpico Universitario. Ismael Sosa marcaba el segundo gol de la tarde y esto les daba ya una victoria.

45 minutos habían transcurrido, era hora de ir al descanso y regresar los universitarios al terreno de juego a defender lo que habían hecho. Su felicidad se comenzó a fundir cuando en el minuto 71 Jesús Dueñas puso el esférico en la portería de Palacios. “Me lleva la fregada” y “Ya valió gorro” eran unas de las muchas expresiones que se hacían por este descuido del equipo de Memo Vázquez. Mientras que los “Libres y lokos” festejaban el gol.

Un gol no significaba nada, el marcador estaba 2-1 y Pumas sentía que así se quedarían. Pero un descuido cambió la historia, en el minuto 87 el balón fue a parar en el brazo de Fuentes (Pumas) e inmediatamente el árbitro señalo la pena máxima, penal. Los rostros de felicidad comenzaron a apagarse y los visitantes de Monterrey tenían una luz de esperanza en sus miradas.

Anselmo Vendrechovski cobró el penal, pateó con decisión el balón y el arquero auriazul se lanzó hacía donde se dirigía el balón. Sin embargo el esfuerzo fue en vano, la pelota estaba dentro. “Gooooool”, “a fuerza Tigres” gritaban los felinos del norte. Del lado del conjunto local gritaban: “no era penal”, “es tu culpa Fuentes”, y “ya valió madres”, pues estaban a tres minutos de finalizar todo.

Los felinos dejaron escapar el triunfo y claro, el trofeo conmemorativo. Sólo se llevan un punto, sumando 8 puntos y sin el triunfo en casa. Los norteños alcanzan 10 puntos y se quedan el hermoso trofeo de los 60 años.

“Al menos no perdimos en este día importante”, le dijo un señor a su hijo. “La Rebel” (barra de Pumas) se expresaba así: “…aunque gane o pierda, estamos de fiesta, todo es alegría, todo es carnaval…”. Algunas cabezas bajas se despedían dentro del recinto y consideraban que no valió mucho la pena la mojada que se llevaron.






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