LA MÚSICA TAMBIÉN SE ENCUENTRA EN LAS CALLES

Por Ilse Becerril Castro
México (Aunam). Estudiante de Iniciación Artística en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). A sus 24 años de edad dedica siete horas diarias a tocar el violín, en un horario de 12 del día a siete de la noche, en algunas partes del Distrito Federal tales como Zona Rosa (calle Génova) y avenida Juárez.


Ricardo Márquez lleva aproximadamente siete años practicando guitarra y violín, éste último instrumento musical forma parte de su vida cotidiana. En las siete horas que presenta a las personas la música que interpreta, llega a recaudar un aproximado de 300 a 500 pesos, sin embargo, para él hay cuestiones más imprescindibles que el dinero.

El principal motivo por el cual entona las melodías clásicas e instrumentales en algunas de las calles principales del Distrito Federal, dijo, es para ver la reacción de la gente que se detiene a escucharlo un momento, además de considerar a la música un estilo de vida, para conseguir nuevas propuestas, y principalmente, por satisfacción propia.


Ricardo Márquez utiliza un amplificador como herramienta complementaria del violín, las melodías ya las lleva grabadas en su celular (son alrededor de 30) y más bien se dedica a realizar covers que varían de género, según los intereses de la gente y sus gustos personales. Si alguna persona se acerca y le pide que entone una melodía específica, con gusto lo hace.

Considera que la oferta cultural en el país es muy limitada y que se necesita apoyo para los nuevos talentos, sin embargo, depende también del interés de los jóvenes por practicar aquello que les apasiona.

Una conexión entre lo terrenal y lo humano, entre lo pasional y lo divino, una cuerda que conecta esos dos aspectos, es lo que para Ricardo Márquez significa la música.







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