PUMAS SE RECONCILIA CON SU AFICIÓN

Por Héctor Alfonso Morales Jurado
Domingo de esos que se creían extintos en Ciudad Universitaria. Aparecieron aplausos, sonrisas y vítores de seguidores auriazules que se habían convertido en seres amargados por acostumbrarse a sentir vergüenza por los Pumas. La alegría, que lucía extraña en el cubil felino, explotó en todo su esplendor.

Universidad ganó en casa. La frase por sí misma es reveladora. Una eternidad de 11 juegos después suponía un tormento para unos fans auriazules hartos, que se habían habituado a abuchear a sus jugadores y aventar orines (como descifró alguna vez Mario Trejo, Vicepresidente Deportivo del club capitalino) como forma de desprecio.

Esas expresiones de repudio desaparecieron ante el Pumas 3-0 a Tijuana. En cambio, una reconciliación se gestó en el estadio Olímpico. El amor hacia los colores auriazules de sus fieles volvió y, orgullosos, los pechos de los aficionados estaban inflamados por tener a un puma victorioso en su pecho. Sentimientos inéditos en CU en los últimos ocho meses.

Con base en la magia de un maestro del golpeo del balón, comenzó un triunfo oxigenador para un equipo que busca aspirar a grandes cosas. Un golazo de chistera de Daniel Ludueña (16') alimentó la confianza de los locales que llegaron a siete puntos.

Arrodillado, con los brazos en alto, “El Hachita” se posó enfrente de la tribuna universitaria que coreaba el gol. Una contagiosa alegría embriagaba al naturalizado mexicano por estrenarse como goleador puma en el Clausura 2014. Colocó el esférico en el ángulo. Un tiro plagado de talento encendió los corazones de su afición.

Desde ese momento, Pumas volvió a ser el equipo que históricamente ha sido: correlón, enjundioso, agresivo y con la mira en el marco rival. Su amnesia tuvo fin. Su martirio en casa, también. Ese minuto 16 en el que llegó la bella anotación de Ludueña fue el punto de partida para el regreso de la felicidad a CU.

Esas victorias que reencuentran amores rotos suelen sellarse por los guerreros más añejos y sabios. Darío Verón fue ese hombre para Universidad. Con su eterna cabeza rapada, confirmó laz razones por las cuales es el máximo ídolo puma de los últimos años.

Inesperado, el zagero se quedó estático mientras un tiro de esquina surcaba el aire del Pedregal. El estadio se quedó en silencio. Verón remató sin tener que elevarse ante a pobreza de la marca del cuadro fronterizo. El remate del paraguayo fue certero, hacia gol (34'). Esa distancia en el marcador, terminó por volver a enamorar a los seguidores felinos con su equipo.

Como colofón de la goleada, una vistosa "palomita" de David Cabrera selló el marcador al minuto 87.

El encuentro agotó su tiempo de disputa. Los minutos pasaron para que Pumas se quedara con su primer triunfo como local del torneo y segunda consecutiva. El público celebraba, brincaba, alzaba sus brazos y se rendía a su equipo. Hacía muchos domingos que algo así en CU. Ese triunfo fue un acto de reconciliación, el que necesitaba Universidad para volver a ser feliz.




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