MERCURIO, UN BAZAR PARA EL ARTE Y LA ALEGRÍA


Por Katia Rodríguez Rodríguez
México (Aunam). En la Ciudad de México cada colonia posee un rasgo que las caracteriza; en el caso de la Roma, es la cultura. En cada esquina la arquitectura art nouveau y art decó resguarda restaurantes, cafés, galerías de arte, librerías, museos, tiendas de diseño y moda. Es así como la Roma se convierte en un escenario perfecto para aquellos que quieren incursionar en el ámbito cultural.

La colonia también alberga las oficinas de Actividades Mercurio, una agencia de viajes que ofrece talleres, excursiones y visitas guiadas a zonas culturales. Sus puertas negras estaban abiertas de par en par. En el patio, Eduardo Quiroz daba la bienvenida con sus dibujos y pinturas exhibidas en mesas redondas y las puertas blancas del salón principal.

El olor del café colombiano proveniente de la mesa de Bacano inundaba el interior del edificio. Las pláticas, preguntas, comentarios y risas de los asistentes y expositores se unían a las melodías que surgen del teclado de Ignacio Orozco y la guitarra de Sergio Ponce; en sus descansos, sonaban los discos con la música del grupo WinstonChurchill y las piezas compuestas por Jorge Garabito para “El Cuento de los Cuentos” (un proyecto junto con Eduardo Ortiz, “Laloide El Asteroide”, para crear cuentos video musicalizados).

La organización



Una idea espontánea cruzó hace un año por la cabeza de María Morozco, cuya familia es dueña de Mercurio. “Siempre estuvo Mercurio pero quise darle algo más, pues no tiene mucho movimiento. Ahora que estudio arte y que además comienzo a ver el auge de bazares de venta de cosas independientes, alternativas… decidí aprovechar el espacio”, explicó Morozco.

Con la ayuda de amigos y colegas, María logró dar a luz su proyecto en un mes. Así, el 20 de julio el salón de eventos de Mercurio se transformó en la sede del Bazar de Arte Mercurio con la idea de promover la circulación, difusión y venta de pinturas, litografías, fotografías, arte objeto, accesorios, libretas, entre otras cosas.

Veintinueve expositores, en esta primera edición, tuvieron la oportunidad de manejar su propio stand, vender sus obras en un rango de 10 a 500 pesos, e interactuar sin intermediarios con el público. “En su mayoría son o fueron estudiantes de la ENAP. En un principio la única selección que se tuvo fue nuestro criterio. María nos pidió que fuera gente de confianza, es decir conocidos (…) también tomamos en cuenta la calidad y cantidad de trabajo que tenían cada uno,” comentó Ariadna Baroja, organizadora y expositora.

Otros invitados fueron elegidos por convocatoria, en la cual tuvieron que enviar fotografías de su trabajo. “Así seleccionamos a los mejores considerando espacio y el proyecto que se estaba realizando, es decir su enfoque. Aunque las propuestas fueron diversas queríamos que sí existiera de cierta forma una unidad,” agregó Baroja.

También se contó con el apoyo de patrocinadores quienes promocionaron el evento a través de sus páginas. La DÏéresis, Suhab, Las Musas de Papá Sibarita, WinstonChurcill, Migajitas, Marca de Agua y Actividades Mercurio fueron elegidos para esta labor.

El artista

La fluorescencia es atractiva. En la oscuridad, objetos que almacenan energía solar brillan y emiten luz a través de una variedad de colores. Si uno agrega este elemento a la fotografía llama más la atención del espectador ante algo raro, poco común. Aunado a ello, si uno ofrece también postres, aumenta la posibilidad de atraer personas.

“Yo soy muy minimal”, expresó de sí mismo Ángel Hernández, quien cursa el último año de Artes Visuales en la ENAP. Tras la invitación de una compañera para participar en el Bazar de Arte Mercurio, decidió exponer su proyecto de final de semestre: fotografías de body paint con fluorescencia. Colgadas en una estructura de madera, también se encontraban fotografías de construcciones en ruinas tomadas en un viaje a Tlacotalpan, Veracruz, que evocan a la nostalgia.

“Para mí uno de mis más granes miedos es la soledad, entonces me hace sentir muy bien esa analogía porque yo lo evoco a los recuerdos. Cuando me siento triste empiezo a recordar mis momentos felices y es más o menos lo que intento hacer con mi trabajo, la luz fluorescente... para mí es como llevar ese recuerdo a la fotografía mediante la luz que emana energía,” dijo Ángel.

Para realizar las fotografías de body paint, realizó a las modelos (al ser criado por mujeres, el sexo femenino le brinda seguridad) un test de personalidad para poder conjugar lo que él conocía e interpretaba de ellas con los resultados del test. “Prácticamente se podría decir que es su personalidad emanando de la piel”.

Aunque sus profesores de la ENAP comentaron que veían un poco disperso su proyecto, también dejaron ver que “es un trabajo de toda la vida” y que podía enfocarse en cada fragmento y elemento presente en las fotografías expuestas en el bazar.

Diseño sustentable



Suhab puede ser “su habitad” o “su habilidad”. Esta palabra engloba el trabajo que llevan realizando desde 2009 cuatro socios, diseñadores gráficos e industriales, egresados de la Universidad Iberoamericana con el fin de buscar la sustentabilidad tanto en materiales como en el propio diseño de los productos.

La gente se acercaba a preguntar a Melissa Fuentes, representante de los dueños de Suhab, por el papel reciclado con semillas de zanahoria (“para que lo siembren, lo cuiden y le den otro giro al papel”), los porta vasos y memorias USB de corcho, las bolsas de algodón, los porta colillas de latón (“para guardar las colillas de los cigarros y evitar tirarlas a la calle”).

“A nuestros productos les damos un giro comercial”, explicó Melissa, “vemos que tanto los estudiantes pueden utilizar una libreta, las señoras pueden usar las bolsas, los jóvenes pueden usar a lo mejor los porta colillas, digamos no hay una generalización. Sin embargo, sí hay una línea que se utiliza para fines empresariales de difusión de empresas o publicidad. Las empresas nos pueden contratar, por eso es el despacho de diseñadores, para que los personalicemos y les demos este tipo de materiales sustentables a las empresas y que den esa visión.”

No es la primera vez que Suhab se presenta en bazares de arte o ecológicos, ni tampoco su primera experiencia en vender ya que proveen a tiendas de sus productos. “Estamos tanto a favor de los productos mexicanos, del arte mexicano y el apoyo a los jóvenes. Creemos que encajamos muy bien en este tipo de bazares, este tipo de ambiente les da muchos recuerdos (a los socios) cuando salieron de la universidad o cuando ellos incluso estaban trabajando en este tipo de diseños.”

Simbiosis visual y escrita

Las formas de expresión, aunque difieran en elementos y procesos, no están en pleito. La DÏéresis, Editorial Artesanal ha demostrado desde 2009 que el arte visual y la escritura pueden unirse para presentar propuestas creativas.

Anaïs Abreu D’Argence y Emiliano Álvarez, fundadores de La DÏéresis, presentaron al público poemarios en forma de papalote o de un costurero; algunos de los libros cuentan con el arte de expositores visuales del Bazar de Arte Mercurio.

“A Emiliano y a mí nos gustan muchísimo los libros, y yo había tomado un curso de encuadernación”, contó Anaïs Abreu, “justo cuando terminó el curso me di cuenta que al aprender a encuadernar había adquirido el poder de hacer libro. Platicando con Emiliano, se nos fue ocurriendo la idea de crear el proyecto y poco a poco fuimos empezando a asentar la idea de qué tipo de editorial queríamos. (…) La idea fue que los textos que están contenidos dentro del libro y el libro tuvieran un diálogo, que el objeto tuviera que ver con el libro”.


Los textos publicados despiertan una idea visual. Es así que surgen propuestas como Blanco de José Luis Rico, una serie de poemas que resaltan el blanco como elemento presente en una historia; físicamente se presenta como un libro con hojas en blanco, que al desdoblarlas muestran el poema. En La Gatomaquia, de Félix López de Vega, la cola de un gato negro de gamuza incrustado en la portada sirve para cerrar el libro. Entomofilia, de Luis Flores Romero con ilustraciones de María Morozco, está diseñado como un insectario, cada insecto cuenta con su propio poema.

Aunque su tiraje consta de 50 ejemplares, elaborando entre diez o quince por cada tirada, han logrado vender sus productos en galerías y librerías. También elaboran libretas con el sobrante de los papeles (la mayoría importados, entre ellos predomina el italiano) que utilizan para armar los libros.

“Vemos que cada vez la editorial va agarrando su propio impulso. Al principio nos costaba un poco más de trabajo porque al ser una editorial nueva, todavía mucha gente no nos conocía. A pesar de las limitantes (entre ellas el tiraje) creemos que vamos a seguir creciendo y esperamos que cada vez hagamos libros más bonitos y creativos, cada vez mejor hechos”, visualizó Anaïs Abreu sobre el futuro de la editorial artesanal.

¿Otra posible edición?

El bazar dejó con buen sabor de boca a los expositores. “Es grato ver que los jóvenes tienen esa iniciativa, no nada más de crear arte, lo cual ya en estos días me parece muy importante, sino también de decir ‘bueno, tenemos esto’ y tratar de concebir cómo mover su obra y eso me parece súper valioso”, mencionó Anaïs Abreu sobre el evento.

El ambiente del Bazar de Arte Mercurio, para Melissa Fuentes, “es muy joven, creativo y también tiene esa parte empresarial o de emprendedores hacia la venta de sus productos. Ya no solo es hacer arte por arte, sino también comercializar el arte… generar ingresos.”

Para las organizadoras del evento era la primera vez que formaban parte de un proyecto así. El tiempo para organizarlo, la asistencia de las personas al evento, la difusión y la recuperación de lo invertido eran cuestiones que les preocupó a las organizadoras, “el qué tan bien podría funcionar y ser aceptado”, mencionó Ariadna Baroja días después.

“Resultó bien, no tuvimos complicaciones. Los participantes salieron contentos, conformes con las ventas y con el público asistente”, opinó Baroja. “Pienso que nos dimos cuenta de que este tipo de eventos pueden resultar y hacerse cada vez más grandes, fue más bien quitarnos ese miedo a proyectos de este tipo y comenzar con una simple idea, sólo una iniciativa y de ahí realizarlo.”

“Otra de las cosas que me encantaron del evento es que el público tuvo la oportunidad de dialogar directamente con el creador, preguntar sus dudas, informarse sobre lo que hacemos, etcétera. Eso es algo que personalmente me motiva y retroalimenta mucho, el dialogar con las personas, conocedoras o no, de distintas áreas y condiciones, enseñarles y que ellas mismas aprendan. Puedes darte cuenta cómo ven los demás tu trabajo, si les gusta o no y por qué”, agregó.


Itzel Hernández, organizadora y expositora, aprendió “que si te esfuerzas en algo se puede lograr muchas cosas y que por mucho que sea difícil la organización o como se va dando el desarrollo del evento, siempre deja una buena experiencia que a la vez siempre ayuda en un futuro”, expresó Itzel Hernández, organizadora. María Morozco agregó que se dio cuenta que, con ayuda, es capaz “de organizar algo así de grande y además que se puede hacer un bazar muy alegre. Por lo mismo, me gustaría hacer más”.

“Después de todo, nos quedaron ganas de organizar una segunda edición del bazar”, concluye Ariadna Baroja, aunque aclara que no han hablado formalmente del asunto.


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