LAS PAREDES OYEN…Y TAMBIÉN EDUCAN


Por Cuauhtémoc Mondragón López
Cae la tarde y las sombras al interior de la obra en construcción comienzan a hacerse tenues sobre el suelo. En los muros retumba el eco que dejan los pasos de los obreros, quienes se enfilan para encontrarse con el ingeniero Carlos Paredes Salazar, pues es día de pago de salarios. Este los recibe y les pide que aguarden: “Señores, en lo que yo hago cuentas escuchen a mi hija”. Con apenas seis años de edad, Elia se acerca a los trabajadores y sube a un banquillo, donde comienza a declamar para ellos los versos que solía leerle su padre con tanta ternura y dedicación…

“Brindo por la mujer, mas no por esa en la que halláis consuelo en la tristeza, rescoldo del placer, ¡desventurados!; […] Yo no brindo por ella, compañeros. Siento por esta vez no complaceros: Brindo por la mujer…”.

Actualmente, aquella niña que a edad tan temprana mostraba un enorme gusto y avidez por la lectura, recibe en el año del centenario de la Universidad Nacional Autónoma de México el reconocimiento Sor Juana Inés de la Cruz, en honor a sus más de cuarenta años de labor académica y aporte a las áreas del conocimiento en pedagogía y lingüística.

Se trata de Elia Acacia Paredes Chavarría, doctora en Letras Iberoamericanas, a quien en 2011 le fue otorgado por la misma casa de estudios el Premio Universidad Nacional, gratificando así la aplicación de su método de enseñanza de la lengua española en el programa para cómputo Exa-Orto, cero errores ortográficos.

Dicho método se encuentra contenido en su libro Prontuario de lectura, lingüística, redacción, comunicación oral y nociones de literatura, el cual se emplea a través del Programa de Mejoramiento del Proceso de Enseñanza del Español (PMPEE), operando en la Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM, en el Colegio de Bachilleres del Edo. de Hidalgo y en la Universidad Autónoma de Nuevo León, por mencionar sólo algunas instituciones.

La profesora Elia es también fundadora de la Asociación Mexicana de Profesores de Lengua y Literatura, cuyo objetivo es investigar y divulgar temas de educación, al integrarse con otras asociaciones latinoamericanas como la Asociación de Profesores de la Lengua y Literatura de Cuba, Argentina y la Asociación de Profesores de Venezuela.

No conforme con ello, ha desarrollado muchas otras actividades artísticas, culturales y de participación ciudadana. Ocupó la jefatura del Departamento de Literatura de la ENP en la UNAM durante 16 años y participa actualmente dentro del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) de Andrés Manuel López Obrador.

¡Precaución! Obra y sueños en construcción

Producto de la unión entre Carlos Paredes y Carmen Chavarría Segura, Elia Acacia nació en 1942, entre los trozos despostillados de una Revolución que pareció caminar con intención de progreso durante el sexenio de Lázaro Cárdenas, de 1934 a 1940, hasta que tropezó con la I mayúscula del entonces recién fundado Partido de la Revolución Institucional (PRI).

Ambos padres se mostraron siempre preocupados por hacer felices a sus hijos y compartirles lo que sabían. La situación durante la infancia de Elia fue precaria, no obstante, la familia siempre encontró apoyó entre sí. Sus hermanos, todos menores que ella, son técnicos en radio y televisión.

“Mi padre recibió los beneficios de la posrevolución. De no ser por la escuela pública y el Instituto Politécnico Nacional, no hubiera podido hacer carrera”, afirma la maestra, quien aplica examen en el Laboratorio Avanzado de Ciencias Experimentales (LACE) a sus alumnos de área 4, orientada a las artes y las humanidades, en la Preparatoria 8 de la UNAM.

“Él era un lector muy voraz, tenía la costumbre de leerme muchos cuentos y poemas todas las noches con una ternura y una elegancia en la lectura formidable”, rememora la profesora Elia observando las luces del techo, como si tuviese aun frente de sí al señor Paredes declamando los poemas que de pequeña causaron en ella gran deleite.

“Un día mi padre perdió su trabajo, por lo cual mi madre se dedicó a hacer gelatinas y mis hermanos a entregarlas. Afortunadamente encontré un trabajo de cajera con el cual pude sostenerme a los 16 años y proseguir mis estudios. Pienso que esa difícil situación provocó que mis hermanos no estudiaran una licenciatura”, reflexiona la doctora.

El largo y oscuro cabello de la doctora Elia luce siempre recogido hacia atrás por una larga trenza que devela una lúcida frente, dibujándose bajo de ella los delicados trazos de sus cejas, mismas que acentúan las emociones denotadas por sus ojos llenos de vitalidad, ojos que atesoran tras de sí sabiduría y erudición, y cuyo destello pareciera no haber visto pasar los ajetreados procesos históricos de México durante más de la mitad del siglo XX.

A pesar de no vestir aquel día el habitual atuendo que le caracteriza, dotado de elementos tradicionales muy latinoamericanos, porta un par de aretes artesanales de colores muy intensos. Se trata, quizá, de la metáfora perfecta que describe el sistema de valores personales que ha regido su vida y carrera a lo largo de los años: sutiles, discretos, pero ciertamente manifiestos, portados con orgullo y un natural encanto femenino.

La profesora ha residido siempre de manera estable en el D.F., en el barrio de San Juan, Mixcoac, donde actualmente desarrolla por parte de MORENA la actividad política. “La mayor influencia política que recibí en el Bachillerato. En mi colonia privaba la indiferencia, pues no había un desarrollo político y mis padres desafortunadamente no tenían una gran formación política”.

Al descubrir que yo también habito en esa localidad, no perdió un sólo momento para interrogarme acerca de la dirección donde vivo. “Te voy a invitar a las juntas vecinales ¿eh?”, me comenta mientras sonríe por la gracia que nos genera la inversión de roles.

Declamaciones, recitales… chismochos argüendes

“A mí me tocó crecer en la época de Miguel Alemán y Adolfo Ruiz Cortines, cuyas políticas fueron incrementando la tensión hacia Estados Unidos y modificando la conciencia nacional. Afortunadamente heredé profesores de la Escuela Socialista propiciada por Lázaro Cárdenas, quienes me inculcaron un gran amor por la patria y preocupación por los problemas sociales”.

Los alumnos de la profesora comienzan a llegar en mayor número mientras atiende hábilmente las inquietudes de cada uno. El interior del salón LACE se encuentra rodeado del color azul de los ladrillos con los que se encuentran construidas casi todas las preparatorias de la UNAM. Son los muros envejecidos donde han quedado las huellas de espíritus jóvenes.

La vida estudiantil de la profesora comienza a los seis años, cuando ingresa a la primaria Independencia en el año de 1948. “¿Y cómo se recuerda en aquel entonces?, pregunto a la maestra para recibir de ella una respuesta inmediata y definitiva: “Me recuerdo recitando”.

En efecto, el gusto por la literatura que sembró su padre en ella pronto germinó en una innata pasión por la prosa y la lírica que le llevó a ser reconocida como declamadora. No había fiesta o celebración conmemorativa en la cual no le llamaran para declamar, razón por la que recibe un notorio estímulo para participar en concursos de composición y recitales.

“Me aprendía los poemas muy rápidamente. A veces, mi querida maestra Romanita Gutiérrez me decía ‘¡Elia! Fíjate que tenemos una ceremonia y no he preparado nada para el recital de este poema’, entonces yo le calmaba diciéndole ‘¡no se preocupe!, usted déjeme ir a practicar el poema debajo de ese arbolito’, y en una hora yo tenía todo preparado”, se puede observar el regocijo que le invade al recordarlo.

Fue durante aquellos años cuando conoció a Andrea Sánchez Quintana, quien sería su inseparable amiga incluso aun después de los días de estudio en la Facultad de Filosofía y Letras, donde también coincidieron y continuaron complementando sus andares contestatarios y bohemios. Elia estudiando en Letras Hispánicas y Andrea en Historia.

“Ella influyó mucho en mi persona, tenía una formación política muy extensa pues leía siempre los periódicos y participaba en mítines. Su padre fue director de la Normal Superior, el maestro Modesto Sánchez, y su mamá, la maestra Quintana, me dio clase la en primaria. Andrea fue para mí una amiga muy íntima”.

Al ingresar a la secundaria 8, colegio femenino ubicado en San Pedro de los Pinos, el estímulo literario que recibiera la profesora Elia en la primaria se vio reducido por un ambiente de mayor rigidez. “Ahí se centraban nada más en el estudio, pero era muy agradable, porque nosotras inventábamos nuestras actividades relacionadas con el arte.

Fundamos un grupo entre Andrea Sánchez, Lucero Guerrero, Elsa Recillas, Araceli Rojo y yo -sigue relatando -. En aquel entonces el famoso cinematógrafo del país tenía por nombre CLASA, al cual asistíamos constantemente. Y de ahí fue que nos hicimos llamar de la misma forma, éramos el grupo CLASA: Compañía de Locas Argüenderas, Sociedad Anónima, ¡y éramos artistas! pues película que veíamos, película que representábamos.

También fundamos un periódico, lo nombramos El Chismocho. Lo escribíamos a máquina, ¡con papel carbón!, lo vendíamos a 20 centavos y se agotaba inmediatamente“, vuelve contenta a exaltarle el recuerdo.

Aquel ambiente de exigencia forjó en la profesora una fuerte noción de responsabilidad que habría de instarle a encaminarse en la búsqueda de una conquista poco concretada por muchos: la satisfacción personal. “No se trataba de algo coercitivo, la presión que vivimos durante la secundaria nos exhortó a no realizar las cosas solo por ganarnos una nota…te acostumbras a la perfección, a no conformarte fácilmente”, afirma la doctora Elia.

El tiempo flota a la deriva, como barco de papel

Para el año de 1957, los ánimos sociales se encontraban bastante álgidos. Había tenido lugar la conquista de los derechos civiles por las mujeres, quienes acrecientan su presencia en el mundo laboral. Juan Rulfo publica Pedro Páramo, y el boom de la Literatura Iberoamericana y las metrallas de la Revolución Cubana dejan eco en las expresiones juveniles que comenzarían a enfrentar abiertamente las condiciones de asfixia colectiva.

No obstante, se mantiene inalterable la represión de la derecha priista a todos los sectores de la sociedad, siendo caso singular la huelga de los maestros, mientras el México tradicional es absorbido por la industrialización del país. En medio de aquella concentración de fuerzas sociales, la profesora Elia ingresa al bachillerato en la Preparatoria “José Vasconcelos”, mismo lugar a donde habría de regresar posteriormente en calidad de docente.

“A mí me tocó una época muy activa”, afirma la maestra. “La escuela estaba ubicada en medio de los alfalfares y yo tenía clase a las 7 de la mañana. Tomar el transporte era difícil, sin contar que no había bachilleratos cerca de Mixcoac, por lo que tenía que levantarme a las 4 de la madrugada para abordar el único trenecito que nos llevaba hasta Tlalpan, donde no era raro que me encontrara con los toros y las vacas.

En su interior, la Preparatoria era muy amplia, muy bella. Se encontraba dotada de una hermosa biblioteca y laboratorios”, describe mientras extiende sus brazos, convirtiendo los recuerdos en materia palpable por alquimia del amor y la nostalgia.

Prevalece en la Prepa 5 durante aquellos años una fuerte demanda estudiantil, lo cual tiene reflejo en el numeroso grupo donde cursaba clases la futura doctora en Letras Iberoamericanas, existiendo intereses que se dirigían hacia diversas carreras y donde Othón Salazar, líder del Movimiento Revolucionario Magisterial, era el héroe del momento.

“Privilegiaban la enseñanza tipo conferencia, nos ponían a practicar mucho la escritura. Fue profesor mío Eduardo Blanquel en Historia y Ciencia Política, de quien seguí su tendencia Marxista, pues la literatura que me interesaba esta vinculada con las ideas progresistas. También fue mi maestro Eduardo Villegas, quien continuó siendo mi profesor en la Facultad, además de la maestra Pastrana, que nos hablaba maravillas de la literatura griega”.

Afirma convencida la profesora que el grupo más entrañable de amigos que ha tenido fue durante el bachillerato: “Incluso llegué a irme de pinta con ellos…pero sólo dos veces, ¿eh?, nomás al río a arrojar barquitos” sonríe al recalcar las contadas ocasiones en que llegó a inquirir en tan inocente delito, quizá por temor a inspirar un mal ejemplo a sus alumnos…sin embargo, no sólo de La Escritura del Dios vive el hombre, ni la mujer.

El tiempo flota sereno a la deriva como los barcos de papel arrojados al río cercano de la Prepa 5, mientras los sueños y ambiciones de la profesora Elia y sus amigos son llevados por la corriente del devenir que antecede a grandes conmociones sociales para todo el país.

“Haz algo que te guste”


“Durante la Prepa no tuvimos orientación vocacional, por eso cuando tuve que definir mi carrera lo único que se me dijo fue ‘elije una carrera donde hagas algo que te guste’, y como lo que me gustaba era leer, no fue difícil decidir”. Así, en 1959, Elia Acacia ingresa a la Facultad de Filosofía y Letras, con la plena convicción de estudiar lo que más le apasiona en la vida: La Literatura, mientras busca oscilar equilibradamente entre el trabajo, la Universidad y la importancia de “hacer un poquito por la vida propia”, como ella misma asevera.

“El escritor que más influyó en mí fue Rulfo. También Carlos Fuentes, Julio Cortázar y Carlos Monsiváis, quien incluso fue mi compañero en la Facultad. Recuerdo que él entraba como alumno a las clases de la profesora Millán. No llegamos a dialogar, pues únicamente participaba y se iba”, comenta la maestra.

La orientación que recibía la Carrera de Letras Hispánicas durante la estancia de la profesora en la Universidad era fuertemente teórica. La población estudiantil expresaba una gran inclinación por el estudio de las tendencias vanguardistas en la literatura y por las propuestas estructuralistas de Jacobson y Todorov, que comenzaban a ganar mucha popularidad. “Todo eso me encantaba”, declara con gusto y ternura.

Del mismo modo, el revuelo de manifestaciones contraculturales y juveniles estaba a flor de piel. “Nos encontrábamos inmersos en esas expresiones de cultura: bailábamos rock, admirábamos a The Beatles y asistíamos a las funciones del Teatro de Avanzada que se exhibían en El Caballito. Sin embargo, no ocupaban todo el tiempo de nuestras vidas”, afirma la profesora, otorgando siempre un peso inherente a su vocación pedagógica y lingüística.

La Ingeniosa Doctora Doña Elia Acacia de la Mancha

Es a partir de esta época que se define la postura tomada por la maestra Elia dentro de la lucha feminista y el pensamiento latinoamericano, donde ideologías como el Peronismo inciden de manera clave en su formación mientras irrumpe en el ambiente la lucha por los derechos de la mujer, celebrándose importantes congresos en México comprometidos con la causa.

“Eso dio un vuelco en mi conducta -asegura la profesora- por lo que fui vinculando el tema de la emancipación femenina con la literatura y descubriendo que había una marcada tendencia entre los escritores por mantener a la mujer en un estatus de sometimiento”, afirma.

Un sentimiento de indignación se apoderó de sus palabras, afirmando el argumento que sostuviera dentro de su tesis de licenciatura con La mujer en Cervantes; en maestría, con La emancipación femenina a través de la novela Mexicana; y en doctorado, con El discurso didáctico-político en los diálogos de José Joaquín Fernández de Lizardi.

“Justo él tiene una novela llamada La Quijotita y su Prima. Pomposa o La Quijotita, es muy liberal y lee muchos libros, razón por la cual Lizardi le hace fracasar frente a su prima Prudencia, quien es muy conservadora y sólo sabe realizar los quehaceres hogareños. Y Lo mismo fracasa La negra angustias de Hank Gonzales, que Clemencia, de Altamirano... se trata de una tendencia presente en todas las épocas”.

A las puertas del 68, la población estudiantil en la UNAM comparte un rechazo común hacia la corrupción del sistema y su autoritarismo. Es entonces que la Facultad de Filosofía y Letras, en su carácter progresista, comienza a reclamar un lugar importante en el Movimiento Estudiantil junto con las Facultades de Ciencias Sociales y Medicina. “Los de Derecho no, ellos eran los más derechizados…los retrasaditos”, refiere la profesora sin ocultar su buen sentido del humor.

“El que es gallo, donde quiera canta”.

“Antes de empezar a dar clases en la prepa 5, trabajé bastante en secundaría, cuando todavía estudiaba en la Facultad. Mi primera experiencia como docente fue a los 19 años. ¡El primer día temblaba!, pero fueron muy cordiales los muchachos”, relata de este modo la profesora, contagiando de su alegría a quien la escucha.

“Comencé en el año de 1963 a trabajar en la Secundaria 68, donde estuve de manera activa en la vida sindical. Ahí tuve serios conflictos con la dirección de la escuela, debido a que protesté, entre otras razones, porque comenzaron a correr compañeros sin ton ni son.

Fue entonces que la maestra Álvarez, jefa de Departamento de Secundarias, me dijo ‘mire, siempre la van a molestar por defender a sus compañeros, pero el que es gallo donde quiera canta. Escoja la secundaria a la que quiera ir y yo la coloco’, y fue cuando entré a la Secundaria 8”, señala la doctora, quien también participó en la huelga de la UNAM durante la tentativa de unir el sindicato de trabajadores y profesores en los años setenta.

Para 1968, a sólo un año de haber concluido la licenciatura, la profesora Elia contaba con una amplia experiencia como docente que demostró desde el primer día de clases que impartió en la Preparatoria José Vasconcelos. Del otro lado del aula, sus alumnos le guardan un inapreciable cariño a través de los años: “No pasa un año en que no me hablen por teléfono para felicitarme en Navidad, en Año Nuevo. Siempre hay alguien que se acuerda”.

De Indiana a Tlatelolco: Altos contrastes en blanco y negro

En julio de 1968, la profesora Elia se hace acreedora de la beca Fullbright, misma que le lleva a viajar a la Universidad de Indiana y visitar escuelas de toda la parte central de Estados Unidos. A su regreso, habría de encontrarse con la tremenda herida y las consecuencias que resintió la comunidad estudiantil y el país ante los crímenes perpetuados en Tlatelolco, sólo para instarle a continuar trabajando con mayor ímpetu por la educación en México.

“Éramos diez profesores de todo el país los que nos encontrábamos en ese viaje, nueve de ellos impartían Inglés y sólo yo enseñaba Español. Fue un año en el que aprendí muchísimo, sobre sus modos de enseñar y los instrumentos que utilizaban, los cuales eran de una tecnología que por entonces se trataba de algo muy novedoso”, afirma, quien hasta el día de hoy se mantiene siempre actualizada.

“Pienso que la influencia que tenía de mis profesores, quienes instaban siempre a cuestionar el fuerte contraste entre el subdesarrollo y desarrollo, me hacía sentir deseosa de expresar lo que pensaba al encontrarme allá. No obstante, fue una experiencia donde lo más grato fue el contacto con amigos de Persia, de la India, de Brasil…eso fue lo más hermoso”.

Al retorno de la profesora a México, en marzo de 1969, había sido ya retirado el astillero al que fue reducido el portón barroco de la Prepa 5, consecuencia del disparo de bazuca con el cual irrumpe el ejército dentro sus instalaciones, por orden del gobierno de Díaz Ordaz. “Cuando llegue a México encontré un ambiente muy cambiado, con toda la resaca del 68. A un amigo que ya falleció, apellidado Pacheco, lo golpearon los porros, quienes se habían apoderado de la preparatoria reprimiendo a todo aquel que quisiera levantar los ánimos.

A veces llegaban y tocaban música de rock… ¡pero muy fuerte!, trataban de impedir las clases, cortaban la luz y la dirección no podía o no quería hacer nada, pero el hecho es que había hasta balazos”, en su voz se puede advertir la gravedad del asunto. “Los porros causaron mucho daño y claro, eran fortalecidos económicamente. Pero a decir verdad, siempre ha sido un número menor el de los que agreden la educación”, opina sin titubeos la profesora.

Juventud y docencia son el prontuario de una vida

“Siempre he buscado que el alumno realmente aprenda y tenga elementos para que aún sin mí pueda seguir estudiando. Por eso procuré que mi trabajo recogiera lo fundamental de una manera clara, ahí esta todo lo que necesita el muchacho de bachillerato’”, asegura la doctora.

Su libro, Prontuario de lectura, lingüística, redacción, comunicación oral y nociones de literatura, se construye de manera escalonada, producto de una necesidad que acomete a la profesora en la tarea de producir una forma de capacitación para el profesorado del Estado de Hidalgo, y que después haría extensiva conforme comienza a dimensionar las tallas de un país lleno de problemáticas en materia educativa, como lo es México.

Así, con cada nuevo esfuerzo por mejorar lo ya perfeccionado, el proyecto se define mientras toma diversos nombres: De Ortografía Práctica a Ejercicios Léxico-Ortográficos. De Método Integrado de Ejercicios de Lectura y Redacción, a Prontuario de lectura, y de ahí, al Programa del mejoramiento del proceso de enseñanza del Español (PMPEE).

“Me interesa que el alumno aprenda, ¡pero con gusto!, que el estudio sea agradable, y no una opresión a las vocaciones, al ímpetu y al entusiasmo juvenil. Por eso nunca he querido abandonar el bachillerato, me encanta trabajar con los jóvenes, me contagian de su energía”, explica la profesora, como queriendo abarcar con palabras la medida de todas las cosas.

“Mi otro interés ha sido ayudar a actualizar al profesorado de provincia, pues existe mucha diferencia entre la preparación de profesores en el D.F. y en otras entidades. Esta razón fue la que me llevó a crear el PMPEE, el cual han solicitado aquí y en otros estados. Yo se los obsequio, ¡que vaya y circule!”, expresa deseosa y llena de anhelo.

“Nos han escrito correos electrónicos reportándonos casos donde las escuelas tienen 3 libros por biblioteca, e inmediatamente nos hemos movilizado junto con Paco Ignacio Taibo para enviarles una biblioteca completa. ¡Por eso hay que aprovechar la herramienta de internet!, pero he ahí otro problema, pues a veces hay una computadora por escuela, o el internet es deficiente…de todas maneras, hay mucho interés en los profesores por entrar en ese medio. Yo siento que hay mucha vocación de magisterio en el profesorado mexicano”.

Transformar lo difícil en sencillo: Tarea del profesorado

“¡Imagínate qué alegría tan grande cuando recibí el premio Sor Juana Inés de la Cruz! ¡No, maravilloso! Una ceremonia muy elegante, muy sencilla y muy conmovedora. Ya tenía tiempo compitiendo pero todavía no me tocaba, y ya me tocó”, describe en tan breve remembranza. “Uno va buscando actualizarse, encontrar diferentes formas de trabajar con una diversidad de opciones”, afirma la profesora, quien comenta encontrarse muy interesada en las investigaciones que esta generando la nueva tendencia por el estudio de la dinámica cerebral.

“Tenemos que seguir estudiando mucho y transformar, porque esa es la labor del profesor: Transformar lo difícil en sencillo. Por ello hago traducción de estos estudios cerebrales, porque están generando nuevas perspectivas de enseñanza que todavía están en embrión, pero que yo ya las estoy activando, estoy experimentando siempre”, afirma vislumbrando hacia delante, pues como ella afirma, “se trata de una meta enorme y larga”.

“Mi más grande motivación a lo largo de 40 años de docencia ha sido el cariño, sin eso no se hace nada. Siempre estoy muy contenta dando clases. Soy feliz así: Con mis niños, cantando, escribiendo, actuando…pienso que me pagan por ser feliz”, un suspiro exhala desde su pecho al quedar reconfortada con su respuesta.

Siempre acotadas, siempre humildes son todas las intervenciones de Elia Paredes para hablar de Elia Paredes, negándose cortésmente a que le asciendan al podio de los ganadores pues es su trabajo el único objeto de emotivas palabras que poco relucen para sí, y mucho para quien tiene la oportunidad de aprender al escucharle predicar lo mejor de sí.

“La vida no tiene sentido si no te trazas un concepto de vida, una vocación social. Si sólo piensas en ti, como que se cierra el ámbito de tu proyección. Por eso es necesario ver más allá, pensar en los demás y desarrollar esa consciencia social, es lo que le da más sentido a tu existencia, le da fuerza y la despoja del vacío. Es el amor a mi país…y a estos escuincles, pues no quisiera que sus vidas se sintieran en ningún momento vacías”.






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