TENGO ESPÍRITU NÓMADA: SALVADOR CRISTERNA ROMO

Por Eri Nares
México (Aunam) El sonido de cubiertos, platos y vasos se escuchaban a lo lejos. Susurros de personas que estaban alrededor de la mesa y música serena rodeaba el lugar donde estaba sentado. Detrás de él se alcanzaba a observar un ventanal y de éste un árbol grande, frondoso, cuyas hojas eran rodeas por la luz del atardecer.

Sus zapatos color negro-mate denotan el término de su día laboral en la oficina, jeans color azul cielo y una sudadera color negra anteceden al rostro del actual coordinador de difusión y prensa de los teatros en el Distrito Federal, Salvador Cristerna Romo.

En su mano izquierda tiene un objeto color rojo, sus dedos aprietan y sueltan dicho aparato mientras pide un café. Con su mano derecha, coloca el casco que utiliza para manejar su moto sobre la mesa y da una pequeña sonrisa pintoresca que resalta su gran humor.

“Desde pequeño he sido muy hiperactivo, no me podía estar quieto con nada. Hoy las cosas han cambiado, ya me controlo un poco más y uso estas cosas –levanta la mano izquierda y deja ver su aparato color rojo, mientras le lanza una mirada y da una sonrisa burlona como si la dirigiera a él mismo- para calmar mis nervios”.

Mientras terminaba su frase, su café llegaba a la mesa. El aroma era similar al café de olla, la diferencia radica en que éste era café de cafetera. Toma su cuchara y con precaución pone azúcar dos veces a su café y, posteriormente, toma un sorbo con precaución tratando de no quemarse con su bebida.

Se acomoda bien en el asiento, recarga su espalda y con una sonrisa dice: “Pues tú dirás, para qué soy bueno”.

Espíritu Nómada

Licenciado en Ciencias de la Comunicación y maestro en Filosofía de la Cienca, Salvador Cristerna Romo comenzaba a relatar parte de su infancia. Su mirada se dirigía hacia la ventana que estaba de su lado derecho; sus ojos no parpadeaban y su mano izquierda cada vez oprimía su aparato más rápido.

Mi historia

Nací el 24 de mayo de 1962 en la Ciudad de México, en un hospitalito que creo que aun existe, cerca de la Villa. Mi infancia transcurrió en una colonia popular llamada Romero Rubio, que esta cerca de aeropuerto, después el Popotla, en la Campestre Churubusco y otras. Mis padres tenían un espíritu nómada y en la primaria también tuve problemas.

A pesar de esto, la relación de mis padres fue muy estable, hasta la fecha siguen juntos. Mi padre fue muy estricto, me presionaba mucho pero es entendible por su historia de vida. Algo que recuerdo es que para salir a jugar mi padre ponía como condición leer una parte de un libro.

Un poco de café se derramó sobre su mano, tomó la servilleta y limpio el líquido. Su aspecto no cambio, siguió con la misma serenidad con la que comenzó a hablar y prosiguió diciendo:

Era imposible engañar a mi padre dado que él ya sabía que decían dichos libros. En la primaria eso fue espantoso para mí pues entré leyendo y escribiendo a primer grado. A mitad del curso me tuvieron que cambiar a segundo año porque me aburría mucho pero también, gracias a eso, encontré una de mis mayores pasiones: la lectura.

Por el ventanal se observaba el tono oscuro que hacía notar la llegada de la tarde-noche. La gente poco a poco iba llegando, el ruido de las vajillas se escuchaba más fuerte y la risa de los niños que se encontraban detrás de nosotros era cada vez más notoria; la música se perdía poco a poco entre el ruido del lugar.

Los constantes cambios de casa hacían que mi vida escolar fuera difícil. Había ocasiones en que a mitad del curso me cambiaba de escuela y era empezar desde el principio, adaptarse a nuevos profesores y hacer nuevos amigos. Mi hiperactividad también fue un factor un poco negativo para que me adaptara a esos cambios tan bruscos que acontecieron en mi infancia.

Vida influenciada

La secundaría y preparatoria fui a una escuela privada llamada Simón Bolívar. La secundaria la estudie en la mañana y era exclusiva de hombres. Ya en la prepa estuve en la primera generación mixta, pero era una cosa chistosa... suelta una risa y acto seguido toma un sorbo de café. Su mirada se dirige hacia la ventana que esta a su derecha y se queda un poco pensativo, como recordando ese momento que marcó su vida.

Pero recuerdo que eran diez hombres por una mujer y fue muy gracioso su prepa mixta. Fueron grandes momentos los que pasé en la prepa y secundaria, momentos que jamás olvidaré.

Una vez que egrese de la prepa, que por cierto fue cuando tenía 18 años, decidí entrar a la universidad. Para ese entonces mi inmadurez y poca experiencia sobre la vida hizo que mi decisión sobre qué carrera elegir fuera influenciada por mi padre, amigos y familia.

Entonces, decidí estudiar Economía en la Universidad Autónoma Metropolitana y apasionarme por los números; creo que también le debo a esa universidad mi inicio en las ciencias sociales. Pero no solo eso, recuerdo que mientras estudiaba economía comencé a tener mi acercamiento con la comunicación y también hice muchos compañeros con los cuales tocábamos temas acerca de esa materia.

Su café había sido terminado y la taza se encontraba vacía sobre la mesa. Su mano izquierda soltó su aparato “anti-nervios” y la levanto para llamar al mesero. Eran aproximadamente las 6:35 de la noche y el color del atardecer había desaparecido. El viento soplaba e ingresaba por la ventana dando directamente al rostro de Salvador.

Creo que cerraré la ventana, ya me dio frio y así como está el clima me vaya a enfermar y no quiero eso. Se levantó y cerró la ventana; mientras tanto el mesero servía su café y, una vez la ventana estuvo cerrada, coloco dos cucharadas de azúcar en su bebida.

Ingreso a la UNAM

Cuando terminé la carrera de Economía salí a trabajar a Inglaterra y después a Italia. Cuando regresé seguía teniendo la inquietud de estudiar comunicación en la UNAM pero también me habían ofrecido un trabajo en Kenia. Así que tomé una decisión y dije: Si hago el examen para comunicación y logro pasar me quedo a estudiar, pero si no me voy a trabajar a Kenia.

Afortunadamente hice mi examen y me quede, aun recuerdo ese momento que fue muy especial para mí... su rostro cambio de la seriedad que tenía y se dibujo una sonrisa, sus ojos se lubricaron un poco pero no resbalo lágrima alguna. Tomó un poco de su café, se limpio sus ojos con ambas manos y prosiguió..., entonces rechace el trabajo en Kenia y realicé todos los trámites para inscribirme a polakas.

La carrera de comunicación, en general, se me hizo muy fácil; las lecturas que leí en la UAM me ayudaron mucho pues ya tenía noción de lo que se hablaba y, relativamente, tenía ventaja sobre mis demás compañeros por lo mismo.

Mientras terminaba su frase, tomo su aparato que sostenía con su mano izquierda y lo guardó. Sonrió un poco y apretó sus manos, sus codos se recargaron sobre la mesa y, dirigiendo su mirada hacia la ventana, suspiro.

Uno de los momento más difíciles que recuerdo fue cuando me dejaron una entrevista a un diputado. En esa ocasión no tenía ni idea de como conseguirla, por suerte, tenía un amigo de la UAM que me ayudo a conseguirla y me quito un gran problema de encima.

De la UNAM a El Universal


Terminé la carrera con mención honorífica, fue muy grato para mí tener esa mención. Mientras hacía mis trámites sobre el servicio social y demás me ofrecieron trabajar en el periódico El Universal.

Trabajando ahí, comencé con la creación de la revista ConCiencia; ese proyecto fue muy bueno y actualmente se sigue explotando en el periódico. Sin duda fue una gran experiencia.

Básicamente, toda mi vida profesional ha girado en torno a la ciencia y la cultura.

De las tutorías a la docencia

Su café estaba próximo a acabarse. El ruido de la gente se escuchaba con proximidad y los platos y cubiertos también hacían presencia. Por fuera de la ventana se veía gente corriendo hacia una misma dirección y Salvador no hizo caso omiso de esto.

Parece que pasó algo ahí afuera, ¿no crees? Supongo que ha de ver sido en el mercado artesanal, bueno luego investigaré.

Su rostro enmarcaba una preocupación por saber que es lo que estaba sucediendo. El espíritu periodístico que el maestro Cristerna tiene hace que se tenga pasión por conocer y dar la noticia. Su mano izquierda tomó de nuevo su objeto rojo y comenzó a apretar y soltar con sus dedos, síntoma de la urgencia que tenía por salir y comprobar que estaba pasando.

Bueno, hablando un poco sobre mi trabajo como decente, recuerdo que el coordinar de comunicación me invitó a dar una adjuntía y yo accedí. Me invitó a ser su adjunto en la materia Periodismo de la Ciencia, en ese entonces él estaba haciendo su maestría y pues casi todo el curso lo tuve que dar.

Fue entonces que me gusto dar clases y, posteriormente, la propia Facultad de Ciencias Políticas y Sociales me invitó a dar clases. He impartido Teorías de la Comunicación, Taller de Periodismo Especializado y también he dado conferencias sobre cultura y ciencia.

Curioso es que no soy una persona que se establece en un solo trabajo, me gusta crecer y me gusta estar trabajando en varios lugares, por eso soy muy cambiante en mis trabajos y de ahí que no este de lleno en un solo lugar.

De El Universal a los Teatros

Con su taza de café llena otra vez y su mano izquierda libre de todo objeto, Salvador tomó por primera vez crema para vaciar un poco sobre su bebida; su mirada iba hacia la ventana y comenzó a recordar su llegada a su actual trabajo.

José Antonio Robles me llamó en una ocasión para ser editor en el LIMBA y, dos días antes de integrarme me llamarón de la coordinación de teatros para ingresar a trabajar con ellos. Me dio mucha pena cancelar a José Antonio pero mi pasión por los teatros fue más y decidí trabajar ahí.

El problema de la difusión en los teatros ha ido aumentando mucho últimamente, ¿Cómo ha actuado para combatir este problema?

Más que difusión yo creo que el problema radica en la educación básica. Los planes de estudios no están hechos para que los alumnos asistan a obras de teatro u otro medio de difusión cultural.

Por otro lado, la difusión ha sido mal enfocada. Desde mi perspectiva, la difusión debe generar propuestas para la creación de nuevos públicos y no solo difundir lo que ya existe. Además, las funciones son muy reciclables, pues se repite la misma obra en diferentes puntos del D.F., y obviamente la gente ya no va a verlas.

Incluso los propios estudiantes de la UNAM no asisten a las obras de teatro por esa falta de educación. El teatro necesita gente que sepa sobre cultura general y que difunda los proyectos donde asisten.

De lo profesional o lo personal

La gente se marchaba y llegaban nuevas personas; el ruido disminuía mientras los minutos avanzaban. Eran las 7:30 de la noche y Salvador Cristerna comenzaba a bostezar. Denotaba el cansancio que tenía pero dibujo una sonrisa cuando se le pregunto por su esposa.

Conocí a mi esposa en la universidad; ella era muy inteligente y por eso me enamoré de ella. Actualmente estamos divorciados pero creo que no cambiaría por nada los momentos que pasamos juntos y, sobre todo, las experiencias que como comunicólogos tuvimos.

¿Y tuvo hijos profesor?

Claro que si. Tengo una hija que es mi adoración. Ella vive con su madre pero cuando quiere se viene a vivir conmigo. Por supuesto yo estoy feliz cuando hace eso y paseamos mucho, mi hija es mi adoración y pues ella es la única que tengo.

Cuando recuerda a su hija y los momentos que vivió y vive con ella, el rostro del profesor dibuja una sonrisa, sus mejillas se enrojecen un poco y sus ojos parecen que derramaran una lágrima. Sin embargo, retoma su posición inicial y sigue con su discurso.

Desde pequeño, siempre me ha gustado mucho el rock y el metal, aunque escucho todo tipo de música excepto el reggaetón. Tengo una banda de garaje con mis amigos y pues en ocasiones nos invitan a tocar. La mayoría de estas ocasiones mi hija viene a verme, ella también le gusta mucho el metal y el rock.

Al final profesor, ¿cómo definiría a Salvador Cristerna?

Pues creo que defino a Salvador como una persona que siempre ha luchado por lo que quiere, que ha conseguido lo que tiene por lo que él ha hecho. He aprovechado las oportunidades que la vida me ha dado y sobre todo he hecho todo lo que me corresponde hacer con mucho esfuerzo y dedicación.

Mi política es simple; uno es no hacer política, dos: aprende de todos y en especial de los tontos para no hacer tonterías y; tres, cállate y que tu trabajo hable por ti y créeme, me ha funcionado.

Se levanta de su asiento, mira su reloj y observa que marca las ocho 8:30 de la noche. Se despide cordialmente no sin antes dejar ver una última sonrisa; toma su casco y se dirige hacia la salida para regresar a su hogar.










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