INMERSO EN LA ÉPOCA PREHISPÁNICA: ALFREDO LÓPEZ AUSTIN

María Cristina Hernández Páez
México (Aunam). Dentro de un pequeño cubículo suele pasar horas sumergido en su pasión: la historia. Se complace descubriendo nuevos caminos nunca antes explorados sobre religión y mitología; pero su curiosidad más grande ha sido el mundo indígena, en el pensamiento de los pueblos politeístas. Es el doctor Alfredo López Austin, quien como pocas personas se ha preocupado por preservar el pasado para asociarlo con el futuro de México.

Sentado tras un escritorio, sobre el cual hay un teléfono y un portalápices negro con flores de colores y rasgos indígenas, accede a hablar sobre su vida, describir cómo su historia personal se conjunta con su historia laboral. Y precisamente la Historia ha sido su trabajo desde hace tiempo, tras algunas dificultades para llegar a estudiar esta disciplina tan ardua y exigente.

Su rostro visiblemente marcado por algunas arrugas y cabellos blancos que representan toda la sabiduría acumulada a lo largo de tantos años, ofrece un gesto amigable bajo unos anteojos que reflejan la mirada de alguien a quien, sin duda alguna, le complace colaborar y proporcionar toda la ayuda necesaria a todos los que deseen adquirir un poco del mucho conocimiento que él representa.

El primer acercamiento con la historia

Desde niño se interesó por una materia que explicara su pasado: la historia. Todos los relatos y leyendas de su pueblo en Ciudad Juárez, Chihuahua le parecían muy interesantes, ha buscado más allá que sólo ver y conocer sobre el México precolombino, adueñarse de él a tal grado de formar parte de las culturas ancestrales y encontró la manera de llevarlo a cabo: siendo parte del cuerpo de Investigación en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La vida en provincia es muy limitada

Alfredo López cambia su semblante de la tranquilidad a la sorpresa al recordar sus años como estudiante, más aún cuando hace referencia a su primera carrera: la de leyes. “Estudié Derecho porque la vida en provincia es muy limitada en cuanto a posibilidades, en aquella época todavía se creía que la Universidad era el pasaporte para triunfar en la vida, se creía que debíamos ir para tener un futuro y las únicas profesiones que aseguraban esta promesa eran ser ingeniero, médico o abogado”

“Opté por la carrera que me pareció más fácil”

“Cuando le dije a mi padre que quería ser filósofo se puso como loco, se molestó conmigo -¿Quieres morirte de hambre?”, al decir esto se le dibuja una sonrisa en el rostro al acordarse de la decisión tomada hace tiempo. Optó por estudiar la carrera de Derecho por parecerle “la más facilita”, trabajó de abogado pero no le gustaba del todo el camino que había elegido. Sin embargo, ha sabido conjuntar sus dos carreras al estudiar la moral del individuo y los vínculos de ésta con las concepciones acerca de las almas.

Una Nueva Aventura

En su etapa como estudiante de Derecho obtenía buenas calificaciones. Al terminar la carrera presentó el examen y se dedicó a trabajar definiendo su carrera de abogado como satisfactoria. Después se dio cuenta de que esa no era el área laboral en la cual pretendía desarrollarse toda la vida. Fue una decisión difícil para él y para su mujer pues no les hacía falta nada; sin embargo, no estaba totalmente satisfecho.

Decidió entonces emprender el viaje a la Ciudad de México junto con su familia, sintiéndose de esta manera feliz y así ha sido desde su partida de su ciudad natal hasta ahora.

A partir del momento en que se incorporó a la tarea de historiador, ha transmitido sus conocimientos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en el Posgrado en Antropología, en la Escuela Nacional de Antropología, el Colegio de México, el Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos y en la Universidad Iberoamericana. Ha sido profesor e investigador huésped de prestigiosas universidades de España, de Francia, así como de la Escuela de Ciencias Culturales de Tokio, y de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Lo que más satisface es hacer lo que a uno le gusta

“Yo me aburría en las clases, lo único bueno de la carrera de abogado es que se gana buen dinero.” Para el historiador lo mejor de la vida es: dormir muy bien, tener una buena compañera, en este aspecto deja claro que eso es cuestión de suerte y aclara haber sido muy afortunado; además desarrollarse en una profesión en la cual se disfrute lo que se está viviendo y visiblemente emocionado afirma: “Con esas tres cosas ya la hizo uno”

Se da a conocer como un hombre amoroso al contestar una llamada con una sonrisa en el rostro cuando escucha la voz al otro lado del auricular. Se reafirma esta aclaración al observar un pizarrón de corcho lleno de fotografías familiares. En este espacio se conjuntan sus amores: familia y trabajo, se muestran retratos en zonas arqueológicas y de figuras prehispánicas. Pareciera un conjunto de momentos importantes y determinantes para la vida del Doctor Austin.

Todos son héroes


Con seguridad afirma que no hay nadie totalmente ejemplar, todas las personas son buenas en ciertos aspectos de la vida y en otros es mejor no meterse con ellas. “En mi virtud de historiador tengo la capacidad de apreciar virtudes y defectos en todas las personas.”

Considera a la amistad como una parte importante y fundamental en su vida, tanto laboral como profesional, afirmando que pueden conjuntarse para no caer en el individualismo tan vigente en el país y el mundo en que vivimos actualmente.

“Creo que la academia debe realizarse como actividad colectiva, pues es una característica de la Universidad tener carreras divididas en diferentes espacios, pero éstas deben tener una interrelación con el fin de llegar a unificarse. Las ciencias duras como las matemáticas deben tener también un lado humanístico para no perder de vista el objetivo que persiguen, pues en ocasiones hay mentes brillantes que hacen grandes descubrimientos y, sin embargo, no tienen idea de a quiénes están beneficiando realmente.”

Este precepto lo lleva a cabo fielmente pues se ha dado a querer dentro del Instituto por parte de colaboradores cercanos a él, quienes concuerdan en la gran persona que es Alfredo López Austin.

Su colega en el Instituto, Patricia Martel, lo define como “su amigo del alma, su gurú, una de las personas más auténticas, honestas, cultas, versátiles. Es un gran amigo y un excelente maestro en el sentido más amplio de la palabra, el maestro que orienta en el tema del mito pues, además de ser investigador, ha hecho propuestas nuevas que han tocado a todos sus colegas en el estudio de la investigación Mesoamericana”

“Se dedica más a las culturas del altiplano, pero ha podido amalgamar el pensamiento característico de las culturas de Mesoamérica. Es una persona con un gran valor moral y principios, apegado a sus ideas hasta el final”, añadió la licenciada Martel.

Fernando Botas, dibujante del Instituto de Investigaciones Antropológicas, también ha colaborado con Alfredo López Austin desde hace treinta años haciendo dibujos sobre su trabajo, sin dejar de lado las diferencias entre las actividades laborales de cada uno. López Austin plasma las ideas, a lo que el dibujante responde “ha sido un arduo trabajo pues son estudios iconográficos, lo que requiere de mucha investigación.”

Reconoce la grandeza de su obra, de su talento y para él es admirable la calidad de su trabajo ya que pide en ocasiones dibujos e ilustraciones tomados de glifos y petroglifos para completar las investigaciones hechas sobre simbología prehispánica.

Todos los libros aportan algo

El Emérito López Austin ríe al preguntarle sobre su literatura favorita pues explica que no tiene el suficiente tiempo libre para dedicarlo por entero a los libros sino a sus investigaciones. Pero respecto a las páginas de los textos que han marcado su vida dice que todos los libros son sus favoritos pues algo le han aportado.

Muchos libros lo entusiasmaron de niño o adolescente y aunque ahora los recuerda con cariño, ya no le provocan el mismo sentimiento que antes. “No debemos concebirnos como personas firmes, fijas, porque vamos cambiando con el tiempo, cambian nuestras necesidades, nuestra historia”

La Rama Dorada

Es el título del libro que le abrió las puertas a estudiar la religión, asegurándole que ésta es lógica y racional; la entendió como un conjunto de sistemas que de ninguna manera podría parecer arbitrario. Concibe a la religión como “un sistema de pensamiento que unifica a todos los seres humanos en el mundo a pesar de muchas veces se esté de acuerdo con las mismas creencias o ideas que otros.”

Alfredo López Austin y la UNAM

Tiene un gran cariño por la Máxima Casa de Estudios, pues en ella se ha podido desarrollar profesionalmente y a plenitud. “Entré a la UNAM cuando la Ciudad Universitaria había recibido a la segunda generación de la carrera de *Derecho”; desde entonces sólo dejó este recinto durante tres años, los mismos que ejerció la carrera de leyes.

“La UNAM tiene de todo tanto, cosas buenas y malas, entonces no hay que idealizarla sino apreciar los pros y contras que se encuentran dentro de la Institución.”

Como recompensa por todas las aportaciones a la Universidad como el transmitir sus conocimientos sobre investigaciones culturales, ésta lo premió dándole el título de Investigador Emérito en el año 2000. Ama tanto su trabajo que siente que si no lo realiza hasta que pueda hacerlo le va a faltar algo, y asegura que sólo en una institución como la UNAM puede hacerlo por el mayor tiempo posible.

La sorpresa de un Premio Japonés


Dentro de los diversos premios que ha recibido, tales como la beca Guggenheim y el Premio Universidad Nacional, en especial hubo uno que lo tomó totalmente por sorpresa: el Iichiko Prize por Cultural Study, de Japón en 1993 con el cual pudo conocer la cultura y el país tan atractivos para él desde hacía tiempo.

También realizó un viaje a China, acompañado de su esposa y disfrutó de una travesía aunque rápida no por eso menos placentera, donde encontraron a muy buenos amigos a quienes aún conserva.

No se cierra a las diversas culturas del mundo pero existen países que ha visitado en los cuales se ha sentido bien, en cambio en otros le ha sido difícil adaptarse al idioma, el que más le ha gustado es Francia.

Indiscreciones

Su esposa, año y medio menor que él, ha pasado la mayor parte de su vida a su lado, llevan 70 años de conocerse pues desde el kínder compartieron salón y maestros. Se veían a menudo durante la juventud de ambos y por medio de los amigos que tenían en común fue como empezaron a salir y a establecer las primeras relaciones como pareja.

Para el Doctor Austin la vida laboral y personal son una sola debido a que realiza su trabajo en los horarios establecidos por él mismo tanto en su casa como en el Instituto.

Se siente satisfecho con lo que hace pues todas las metas y sueños que se ha fijado los ha cumplido a cabalidad, vive y se desarrolla intensamente dentro de varios campos. “Estoy en la idea de que he dado lo que he tenido que dar y doy lo que puedo, ni debo ni me deben.”

“La Cosmovisión Mesoamericana”

No se puede estudiar lo mismo con el paso del tiempo y menos la visión global de un país como México, por ello, durante 35 años ha dado un curso en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM: “La Cosmovisión Mesoamericana”, apoyado por su nieta y cuya temática cambia cada semana. “Es tan amplio el curso que cada año le quitan, le ponen, metes las novedades. No tiene que modificarse el título sino más bien el contenido. Por eso puede durar uno en un curso tanto tiempo porque puedes estarlo renovando.”

“Las personas cambian con el paso del tiempo”, es lo que dice el Doctor Alfredo López Austin pues el estudio de épocas pasadas y su misma experiencia personal lo han llevado a modificar su forma de concebir el mundo, la realidad, su manera de ser, de pensar, su pasado y presente hasta llegar a ser el hombre tan entregado a su trabajo como ahora lo es.

Ha conjuntado perfectamente las enseñanzas del pasado aplicándolas en la sociedad contemporánea, retomando el aprendizaje dejado por cada persona cercana a él, y basándose en los elementos estudiados desde épocas antiguas: la mitología, la iconografía, la religión, el rito y la magia; y precisamente ésta magia es la que caracteriza a sus investigaciones.

Se renueva cada día con historias y aprendizajes legados por sus ancestros y compañeros de trabajo. Él mismo se preocupa en dejar enseñanzas para generaciones futuras cuando pretendan acercarse al pasado de las culturas mesoamericanas y con ello, al hombre quien buscó preservar como un tesoro al México precolombino, postergándolo como el legado hecho un día por nuestros ancestros.

Foto: Erick Plata







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