“PUEBLO CON ENCANTO” EN DECADENCIA NOCTURNA: TEOTIHUACÁN

  • Discotecas, un refugio del adolescente
Por Paola Yadira Sánchez Cervantes
México (Aunam). Su silueta se ilumina con la luz de los autos que circulan. El destello blanco de la serie, ubicada en el ahuehuete, alumbra sutilmente la pirámide de la Luna. El Sol en San Juan Teotihuacán está a punto de salir y en el interior de los centros nocturnos aún sigue el fervor de la música, la embriaguez de los clientes y el baile de los cuerpos.

Son las dos de la mañana y Mayra Reyes apenas abandona el antro Salamandra. Estudia el primer año de preparatoria, es una adolescente que cada fin de semana tiene un plan para divertirse por la tarde-noche en una de las discotecas del Municipio de Teotihuacán.

Ubicado en el Estado de México, Teotihuacán es considerado un “Pueblo con encanto”. Se caracteriza por ser una de las zonas turísticas del país; en los últimos cinco años, el número de establecimientos como: antros, discotecas y bares, aumentó considerablemente. Se trata de negocios que rebasan la ley al cometer irregularidades; la más grave es permitir la entrada a menores de edad.

Después de las doce de la noche, la ley es opacada por el soborno. La seguridad en manos de las patrullas municipales que rondan alrededor pasa inadvertida; un billete es suficiente para ocultar cualquier problemática.

Según Felipe González Castro, ex cadenero de la disco PH, “para los chavos todo es fácil con dinero; ellos son astutos para conseguir lo que quieren. El dinero es su mejor recurso, pero todo debía, y debe, ser por debajo del agua. Quien no me conocía me rogaba para entrar, pero los “chavitos” de cada fin de semana ya hasta sabían que tenían que caerse mínimo con cien pesitos”.

─ ¿Cómo evitó que los dueños del antro se diran cuenta de esto si había una cámara?

─De ahí parte la razón por la cual me despidieron. Siempre me acompañaba un amigo que se ponía en la esquina, a una cuadra de PH. Yo los mandaba con él y depositado el monto, los chicos regresaban para entrar y si pensaban meter alcohol la cantidad era más grande.

PH es sólo un ejemplo de las discos que en Teotihuacán se encuentran, donde chicos de 15 a 17 años están desesperados por sobrepasar esa cadena; un límite entre la diversión y la abstinencia al alcohol de los fines de semana.

Adolescencia: una etapa difícil

Un adolescente, comúnmente, siente la presión de consumir algún tipo de droga a fin de ser aceptado por un grupo de amigos. De acuerdo con la Secretaría de Salud, el 80 por ciento de los jóvenes comienzan a adquirir algún tipo de sustancia nociva entre los 10 y 19 años de edad.

Los quince años de edad son, en su mayoría, la punta de lanza para el inicio de este consumo nocivo. Mayra, por ejemplo, asistió por primera ocasión a un antro a esta edad. La influencia de su prima, Karen Reyes Velázquez, despertó en ella la necesidad de asistir a lugares donde la música, el alcohol y el ambiente jovial le hacían olvidar, por unas horas, sus problemas familiares.

En su vida ahora es indispensable acudir a estos centros nocturnos. Uno de los primeros antros al que asistió es Equinoccio, un espacio donde, a partir de las cuatros de la tarde y antes de las siete de la noche, se permite la entrada a adolescentes.

Alejandra Cecilia Martínez en su libro Jóvenes en vía libre (2008), concibe a la adolescencia como un proceso universal de cambio en busca de una identidad adulta. Según la autora, en esta lucha por moldear su personalidad el adolescente sufre la angustia que le causa tomar sus decisiones.

En consecuencia, una manera empleada para frenar este temor es sumergirse en actividades desenfrenadas que le provocan placer al momento de interactuar en nuevos espacios sociales, como los antros.

Lugares donde el olor a “chela” y cigarro se perciben de inmediato. Ahí todo es incierto, las caras desfiguradas por el alcohol y los ojos rojos de los hombres miran suculentamente desde las piernas hasta el busto de las chicas; mientras ellas, con el tacón insoportable de sus zapatillas, se tambalean a causa de la promoción: cubetazo de cerveza 2x1 y para las damas una más de regalo.

Fusión de culpas

La responsabilidad de atacar esta problemática en Teotihuacán no sólo recae en las autoridades municipales, sino también en las prácticas ilegales que realizan los dueños de los centros nocturnos.

De acuerdo a la Encuesta del Consejo Nacional Contra las Adicciones del año 2011, se detectó que más de la mitad de los adolescentes entre los 12 y 17 años ya han consumido bebidas embriagantes, a pesar de que la venta y distribución “está prohibida” a menores de edad.

Sin embargo, este es un problema en donde que también se remite a la falta de responsabilidad de los menores de edad al consumir alcohol, sin pensar en las repercusiones y consecuencias que pudiera traer tal acción.

“No soy una alcohólica, me sé controlar, lo que busco es disfrutar la diversión que a mi edad merezco; en unos años ya no habrá tiempo para eso”, aseguró Mayra.

Con base en el Código Penal del Estado de México, el articulo 204 menciona: La venta y distribución en lugares o establecimientos donde se vendan bebidas alcohólicas o sustancias toxicas nocivas para la salud a menores de edad, tendrá la sanción de cinco a 10 años de prisión y de mil a dos mil días de multa, así como el cierre definitivo del lugar.

PH sufrió estas medidas, pues de acuerdo a las declaraciones de Juan C., jefe del Área de Regulación Comercial, Industrial y Reglamentos del Municipio de Teotihuacán, este antro fue clausurado por una riña entre jóvenes y adolescentes suscitada el 24 de marzo de 2012.

“La venta de bebidas alcohólicas a menores de edad es la razón principal de la violencia generada en el interior de las discotecas”, afirmó Juan C.

En contraste, Manuel Arturo Alonso Galicia, licenciado en Derecho Penal, mencionó: “no hay que olvidar que cualquier establecimiento público no te puede negar el acceso porque estaríamos hablando de un trato discriminatorio por cuestiones de edad, discapacidad, color, creencia, condición social, estado civil o género, es decir, se estaría violando a las Garantías Constitucionales que como mexicanos tenemos”.

Así mismo, añadió que en términos legales, hay una cuestión importante de señalar: las leyes aplicadas a horarios, venta y los espacios para las discos no se usan de la misma manera en el Estado de México y el Distrito Federal, cada uno tiene su propio Código Penal y su Código Financiero.

El último de estos códigos presenta los lineamientos necesarios para que una disco, antro o centro nocturno pueda adquirir una licencia de funcionamiento y así abrir sus puertas a los consumidores. De acuerdo al artículo 159, el costo de una licencia para bares, antros, discotecas y centros nocturnos es de 900 pesos y su precio de renovación anual es de 800 pesos.

Sobre esto, Juan C., opina: “se necesita en el Estado de México una reforma en la que se proponga restringir la venta de alcohol a menores de edad o se fomente una venta responsable por los establecimientos y las tiendas informales que sólo ven esto como un negocio, sin pensar sus repercusiones”.

Debido a que no está regulado en el Estado de México el ingreso a menores de edad a un centro nocturno como los que se han mencionado, sí se considera un delito esta acción. Esta norma se encuentra tipificada en el capítulo II del Código Penal del Estado de México, el cual acusa al que induzca, procure, facilite u obligue a un menor a realizar o presenciar actos de ebriedad o consumo de narcóticos.

El cómplice en el delito

El poder que tienen los empleados de las discos para determinar a quién se vende el alcohol es un factor indispensable para comprender más a fondo el problema social.

A la disco Far West entran uno, dos, tres… y, quizá, más de cien jóvenes que portan botas picudas de color beige, con pequeños picos de color café, negro y rojo en su superficie. Las mujeres usan tacones, que podrían medir entre los tres y cinco centímetros de altura, como símbolo de seguridad y sensualidad al caminar.

Se trata de un antro vaquero donde el calzado es el pase directo a la pista, el detalle que distingue a los “piporros” (chavos con sombrero, botas y chamarra de piel) y los novatos de la música grupera.

Un lugar que funciona sin salidas de emergencia, sin un boleto que garantice la seguridad, y sin la prohibición del acceso a menores de edad. Un espacio donde se presentan grupos musicales representantes de la música norteña.

La venta ilícita del alcohol en Far West no está en manos de quien compra sino de quien despacha. “La Güera”, su nombre Gabriela Delgadillo, es una mujer con el cabello teñido de color rubio, ojos claros y rasgados que forman en su rostro una mirada que impone, acompañada de una sonrisa despreciable, a ella se acercan adultos, jóvenes y adolescentes para pedir una cerveza, una copa o la botella entera de tequila.

Si se pide una bebida desde la mesa sólo es cuestión de que el mesero le haga una seña y le muestre quién es el cliente. Así, observa con delicadeza y mueve la cabeza para admitir o no la venta o restricción de alcohol. No se trata de la edad, sino del sexo del cliente. De lo varonil y macho que se muestre o, en su defecto, si se trata de una mujer, de las características físicas de su acompañante.

Así se maneja este negocio, las riendas las tiene la cantinera, quien sin ser la dueña humilla, coquetea y “liga” con el cliente masculino. Una mujer a quien no le importa la edad de éste, sólo le interesa controlar lo que hay detrás de la barra y vender sin restricción legal.

El taxista beneficiado

A un costado de la disco Equinoccio, cerca de la plaza principal del Municipio de Teotihuacán, hay una base de taxis compuesta por más de 10 unidades. De lunes a jueves trabajan de 6 de la mañana a 8 de la noche, pero al llegar el fin de semana su horario se extiende hasta las dos o tres de la mañana.

El señor Javier Ruiz ha trabajado más de seis años en este lugar. Ha sido testigo de lo que pasa durante la tarde, noche y madrugada en el Equinoccio. Para él no hay problema en que los jóvenes y adolescentes se quieran divertir: “todos hemos sido jóvenes, una cerveza no es nada, que se preocupen cuando el alcohol se les haga un vicio”.

Para los taxistas, el ingreso de menores de edad a antros, discotecas y bares, ubicados en el municipio de Teotihuacán, es un negocio y no un delito.

“A nosotros nos conviene. Los sábados son los días en que nos recuperamos y sacamos más de lo acostumbrado. Los chavos y más las chavas pagan el precio que sea con tal de ser llevados a sus casas. No saben tomar y a la primera ya se sienten mareados”, dice Javier Ruiz, de 39 años de edad.

“Los taxistas ya hasta conocen a los jóvenes que asisten a divertirse, pareciera que están a la espera de que salga su cliente embrutecido por el alcohol. A veces los jóvenes sólo reconocen la forma o el color blanco del taxi y, claro, ellos aprovechan la situación”, señaló Sebastián García, vecino del lugar.

La salud en manos de la corrupción

El consumo irresponsable de sustancias nocivas, daña la salud del adolescente. Según José Javier Quintana García, médico del Instituto de Salud del Estado de México (ISEM), el tabaco y el alcohol son dos drogas que en los adolescentes causan daños irreversibles, enfermedades crónicas como el cáncer y la cirrosis; padecimientos que representan dos de las principales causas de muerte en la sociedad.

El médico del ISEM dio a conocer que ingerir tabaco a temprana edad representa la primera causa para que el joven o adolescente se haga adicto. “La nicotina es la sustancia causante de la adicción al tabaco, estimula el desarrollo de enfermedades como el enfisema pulmonar, el cáncer en pulmones, boca esófago, próstata y mama”, indicó.

De esta manera, un adolescente que consume alcohol y tabaco a temprana edad está en riesgo de tener una menor calidad de vida, en un rango de 40 a 50 años máximo. “La venta de alcohol y cigarrillos a menores de edad es un caso desafortunado para la salud del ser humano. Los adolescentes no se dan cuenta de la gravedad del asunto”, añadió Quintana García.

“Sólo quiero revivir el ambiente nocturno de Teotihuacán”

Antonio Vera es el propietario de Stragos Bar, un establecimiento con cuatro meses de haber sido inaugurado, y al cual le ha invertido más de cien mil pesos para dejar atrás una etiqueta excéntrica, que provoca el desprecio de los clientes.

Stragos Bar fue, durante diez años, un table dance y, a la fecha, el dueño no ha podido eliminar la imagen. En consecuencia, son pocos quienes asisten. Los eventos que se han realizado han contemplado diferente tipo de público, desde adolescentes hasta adultos, sin embargo, no se ha tenido el resultado esperado.

“Ha caído el ambiente. Mi propósito no es ser parte de la corrupción de discos o antros para conseguir un lleno total de este bar, estoy en contra de que se burle la ley, sólo quiero revivir el ambiente nocturno de Teotihuacán y ver que los jóvenes se diviertan sin llegar a los excesos de alcohol”, mencionó Antonio Vera.

Stragos Bar únicamente ha tenido un evento especial para adolescentes. Antonio Vera dice no haber vendido en aquella ocasión ningún tipo de bebida embriagante, sin embargo, recalcó: “parece que los jóvenes están acostumbrados a ingerir alcohol sin prohibición alguna, aquí no estamos para eso pero, si ocurre es porque las autoridades lo permiten, aunque en casos como el mío sí vigilamos la situación”.

Villa Carranza es otro ejemplo de discoteca que sí restringe la entrada a cualquier persona sin credencial de elector. Angélica Flores Sánchez, encargada del lugar los viernes, comentó que su misión es “crear un ambiente familiar, abierto a todos público y sin faltar a la ley”.

Villa Carranza se ha caracterizado por la participación de grupos que tocan estilos de música como salsa y cumbia. “Por el tipo de música más “guapachero” la gente es más tranquila que en otros sitios, aquí la gente se divierte de verdad. El riesgo de perder la licencia, por permitir la entrada a un menor de edad, no vale la pena después del éxito que hemos tenido”.

A pesar de los señalamientos en contra de las autoridades responsables, Juan C. asegura no estar dispuesto a actuar empleando un operativo de seguridad en las discotecas o bares de Teotihuacán que, durante las tardeadas, venden alcohol a menores de edad.

“Es un error querer llegar y alarmar a las personas que se encuentran en el interior de una disco. Los adolescentes se escandalizan al ver un miembro de la seguridad pública. Acciones como éstas no tienen sentido sin tener antes pruebas necesarias para clausurar el lugar”, declaró.

Aun con el ambiente nocturno solapado por la ley, Teotihuacán sigue siendo considerado “pueblo con encanto”. Las autoridades dicen realizar lo correspondiente, pero no manifiestan una postura en contra de las irregularidades que se presentan en las discotecas, su actitud ante la situación es neutral.

El propósito de convertir a Teotihuacán en un municipio donde la seguridad y la diversión no sean un problema, sólo está en manos de unos cuantos, quienes a pesar de las perdidas y frustraciones por atraer a un cliente joven a nuevos establecimientos, siguen adelante manifestando su inconformidad por la diversión a costa del abuso del alcohol.
















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