POLÉMICA LITERARIA: ARREBATOS DE LA CULTURA Y OTROS ESPACIOS

Por Fernanda Portillo
México (Aunam) Soy Elena. Ostento el antagonismo de mi propia historia… maldita y desquiciada, pero nunca callada. Personaje de mis relatos… soy Verónica, Lola, Inés y Mariana, heroína y traicionera. Hablan de mí y evocan a Paz, compañero amigo, admirado por otros, mi cómplice y reclamo permanente. Sin ideología, Ramírez me definió ingobernable, pero no hay historia sin matices.

Hoy, me rehúso a hablar en mi memoria, soy espíritu, pero no letra muerta; represento un alma que perdura en el mundo de las letras y ahí, entre párrafos, encuentro chispa, fuego y vida porque ya dijo de mí Emmanuel Carballo: “Clandestina, hay que hablar en voz baja de ella para que nadie lo sepa porque nos puede pasar algo, como si fuera una conspiradora, una dinamitera”.

A casi tres lustros de su partida, Elena Garro sigue causando torbellinos. Mujer multifacética, a la Garro no hay que entenderla, es preciso leerla. Hoy, el nombre de Elena causa polémica, como lo hiciera en vida tras los acontecimientos políticos de 1968.

Los vecinos de la calle Fernández Leal reclaman la remoción de una obra arquitectónica, restaurada con el fin de usarse como espacio público. Conocida como Centro Cultural Elena Garro se inauguró el pasado 04 de octubre, entre protestas vecinales y una aguerrida defensa por parte de intelectuales como Poniatowska y la escritora Sandra Lorenzano.

El acervo cultural (literario y audiovisual) del Centro está a cargo de Educal, sociedad anónima vinculada con la distribución y promoción de los fondos editoriales respaldados por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta); y una demanda subyace en medio de una pregunta: ¿se respeta el uso de suelo habitacional cuando se usa una antigua casa victoriana como centro cultural?

No hay historia sin personajes, por eso Elena Garro, la mujer, no escribía sobre sino a partir de ellos. Tampoco hay ciudad que pueda ostentar este nombre sin habitantes. Actualmente, lo obvio se ha disfrazado de inaparente o, más conveniente, inoperante. ¿Hay espacios públicos–privados? ¿Hemos llegado a la coherencia del absurdo? Si no nos internáramos al Co-yoa-hua-can, no podríamos dar demasiadas respuestas al respecto:

El empedrado es apenas un elemento visual en la calle Fernández Leal, no nos engañemos, aquello no es calle sino pasillo y allí las piedras sobran, opacadas por el nuevo e imponente Centro Cultural.

En los barrios de El lugar de los dueños de los coyotes se han entrelazado historias bohemias de intelectuales. La gente tranquila de esta delegación alza la voz con más sutileza que los del Oriente y sin la violencia que caracteriza a los grupos tepiteños.

Hermanos de tiempo y espacio, los demandantes preguntan en qué momento el edificio dejó de ser una casa (uso de suelo habitacional) y pasó a ser una librería, gestionada por gente ajena al lugar. Entonces, ¿la pertenencia a un espacio se define por las certezas? ¿Y qué si ya no hay certeza?

A este edificio de ventanales contranatura si puede emitírsele un juicio y no es literario: ¿es el suelo en que se ha construido un hogar arrebatado?

El espacio por sí mismo no significaría un conflicto, si no existiera un choque entre grupos que lo toman como foco de una decisión política dividida en dos posturas: defender el uso habitacional que le fue asignado o invertir en infraestructura para crear un lugar nuevo dónde se ofrezca una selección de títulos literarios, promoviendo su lectura.

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Poniatowska, otra Elena, refirió a mi espíritu en la inauguración de un edificio en Coyoacán que lleva mi nombre… apelaba a una condición que conserve como sello editorial y personal durante mi tiempo de vida: Elena Garro es y será una partícula revoltosa.

¡Oh, aún recuerdo cuando le explicaba a Emmanuel sobre aquél episodio de mi infancia!:

“Mis padres me permitieron desarrollar mi verdadera naturaleza, la de ‘partícula revoltosa’. Esas ‘partículas revoltosas’ producen desorden sin proponérselo y actúan siempre inesperadamente, a pesar suyo. Yo no pensaba ser escritora. La sola idea de sentarme a escribir en vez de leer me parecía absurda”, (Glantz, Mario. Elena Garro y sus enigmas, 2003).

Y así ha sido. Hoy, sigo viva a través del recuerdo del gremio literario pero no me importa, mi autoexilio y los años de crisis me enseñaron que los personajes que creaba eran parte de mí. Despierto cuando el lector abre un texto mío. He causado desorden una vez más, y sin proponérmelo. Mi nombre en la librería representa orgullo y descontento: ambigüedad.

Espacio público como expresión de convivencia

El enlace electrónico que indica el programa delegacional para Coyoacán, promovido por la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda en 2010, es un documento con apariencia policromática, un mapa de ordenación territorial que intenta, como todo esquema, poner orden dentro del caos.

La hoja virtual en pdf presenta una estrategia de “Zonificación y normas de ordenación” donde se especifican los usos de suelo disponibles en la Delegación Coyoacán del Distrito Federal: Habitacional, con comercio u oficinas, habiacional mixto, áreas verdes y espacios abiertos, equipamiento e industria, y los centros de barrio.

Proyectado en 2010 y disponible para su consulta general en la página oficial de la Seduvi, el mapa es una estrategia para transparentar el Programa Parcial de Desarrollo Urbano y los objetivos que se pretendían alcanzar con el mismo.

Para Jan Bazant, experto en diseño urbano e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM – X):

“Una ciudad no es una isla en medio de un territorio ‘abstracto’ como frecuentemente se conceptualizan los programas y planes de desarrollo urbano. Una ciudad está inserta dentro de una región o territorio con determinadas características ambientales y en donde hay otras ciudades de mayor o menor tamaño entre las cuales se ha tejido una estrecha interdependencia social, económica y funcional a lo largo de décadas y siglos de historia”. (Bazant, 2010: 476)

Por medio de esta definición se determina que el inmueble, ubicado en la calle Fernández Leal, no es un asunto aislado, porque forma parte de la red de intervención de espacios y uso público de los mismos y afecta a todos los habitantes del Distrito Federal en diferentes niveles de complejidad; en especial a las personas que consideran esa calle como parte importante de su entorno social inmediato, entre ellos: el comité de vecinos La Conchita representados por el señor Jorge Martínez, así como Mauricio Toledo, jefe delegacional de Coyoacán, e incluso la presidenta de Conaculta, Consuelo Sáizar.

El Centro Cultural Elena alberga mil 500 metros cuadrados, de los mil 771 disponibles en la construcción. Tiene tres pisos y fue diseñado por las arquitectas Fernanda Canales y Saidee Springall, según datos de la revista electrónica Tiempo en Línea.

La pertinencia y calidad de un espacio público puede determinarse en razón de la cantidad de tiempo opcional que se pasa allí, sin realizar algún tipo de actividad obligatoria. Sin embargo, elegir un espacio público en dónde pasar el tiempo libre, se está volviendo para el ciudadano de metrópolis, como la Ciudad de México, un asunto en el que las alternativas son reducidas.

Una de las razones de esta limitación para decidir libremente se debe a la expansión de la mancha urbana, esto es, hay una sobresaturación de espacios ocupados, que a su vez generan un decrecimiento en los beneficios económicos a los que se puede acceder (empleos y servicios) mientras siguen en aumento la sensación de ahogo o diseconomías: congestionamiento, inseguridad, insuficiencia de empleo y de equipamiento social.

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La Procuraduría Ambiental y de Ordenamiento Territorial del DF (PAOT), es la instancia encargada de recibir y canalizar las denuncias ciudadanas referentes a la afectación de los espacios públicos.

Antes de la inauguración, el pasado 04 de Octubre, Héctor Chávez, director general de Conaculta explicó que a principios de agosto se apeló la sentencia del Tribunal de lo Contencioso Administrativo del D.F. que dejó el 21 de junio sin validez jurídica el certificado de uso de suelo emitido por la Seduvi, en mayo de 2010, para edificar el centro cultural.

“Cuando haya una resolución definitiva la vamos a acatar a pie juntillas”, dijo el funcionario, para quien el uso de suelo comercial emitido por la Seduvi es el correcto porque la sede del centro cultural funcionó antes como oficinas de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) y como escuela de cine”, (Reforma, 25/09/12).

Apuesta por la cultura

Una a avalancha de periodistas esperaba a Consuelo Sáizar para saber su postura respecto a las protestas vecinales, en esa ocasión salió avante de los cuestionamientos declarando a los medios: “Muchas gracias, y en palabras de Elena Poniatowska –apuntó– la propia Elena Garro era una partícula revoltosa”.

Se alude a la figura de la escritora mexicana (considerada una de las más importantes, después de Sor Juana Inés de la Cruz) para evadir una interrogante que la sociedad civil lanza a Conaculta por su gestión de este espacio, enfocado a “la cultura”. Parece un uso demasiado arriesgado del nombre e imagen de una mujer que además se destacó como activista, guionista, coreógrafa, periodista, poeta, y precursora de la corriente literaria del realismo mágico.

Oscar Morales, jefe del Centro Cultural asegura que un espacio abierto al público “en cualquier lugar debe ser aceptable, porque hace falta mucho el impuso a las librerías, en toda la ciudad”. El centro ofrece foros abiertos, aulas para cursos, servicio de cuenta cuentos y cafetería (por concesión).

El día de la inauguración se especificó que la librería albergaría 20 mil títulos y alrededor de 180 mil ejemplares, el señor Oscar Morales puntualiza:

“Nuestro interés no es buscar algún lucro, como alguien que abre un antro… Los que se niegan a este tipo de espacios están locos, no locos, pero no se dan cuenta de la relevancia que tiene un sitio como éste para la promoción de la cultura. Esto es un centro cultural que beneficia a la sociedad y yo me manejo a partir de ese punto de vista”.

Coyoacán es una delegación con una larga tradición de promoción a la cultura, varios intelectuales del siglo XX residieron ahí, por eso, en relación a las protestas vecinales: “Para mí, debe haber otros intereses relacionados. En eso no me puedo yo meter, porque las declaraciones con respecto a esto están restringidas… si se trata de esto no podría seguir con la entrevista”.

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La escalera de madera huele a nuevo, arremolinada como caracol en su concha, permite al lector sumergirse en el universo literario y audiovisual que ofrece el acervo. Impregna el olor a pintura blanca que cubre los estantes minimalistas de estatura anormal, cual si fueran gigantes delgados que pudieran arrancar sus pies del cimiento para aventurarse por las calles empedradas con decenas de libros en sus cuerpos.

Pero por las calles del Coyo-hua-can no corren gigantes literarios; ondea una pancarta de letras negras con un profundo reclamo: “Consuelo, los vecinos ganamos. Tu obra es ilegal y la tienes que quitar”.

El lugar es un espacio público pero no gratuito. La cafetería y la librería son los servicios clave en la promoción de este Centro Cultural, cuya polémica inauguración llenó las novedades y hoy recibe un flujo promedios de 180 visitantes por día.

Autora de relatos dramáticos de ficción y no ficción, fue considerada una persona con un estilo literario impregnado de una “particular diferencia”. A poco más de un mes de operaciones, el acervo Educal del Centro tiene disponibles para su venta: “La casa junto al río” ($160); “Las obras reunidas II y III” ($370) y “Los recuerdos del porvenir” ($198), obras todas de la polémica y enigmática: Elena Garro.

El edificio color zanahoria enfrente del 43, reclama el espacio arrebatado: “Conaculta desacata al tribunal por continuar la obra de la casa”, a la vez que por las paredes de Elena, el edificio, los tragaluces dejan pasar el sol y la sombra desvanece los contornos de un librero. Allá, se despliega una enorme manta con el rostro de la pícara, la esposa de Paz… la ingobernable.














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