UNIVERSITARIOS CON PROPUESTAS, EN EL MOVIMIENTO #YOSOY132

Por Yadira Isabel García Leyva
Fotografías: Suzuki Blanco Martínez
México (Aunam). La Plaza de las Tres Culturas registró, este 26 de mayo, la congregación de más de mil estudiantes universitarios seguidores del Movimiento #Yosoy132, aunados al espíritu del movimiento estudiantil reprimido el 2 de octubre de 1968, bajo el marco de las tres culturas o, mejor dicho, épocas: vestigios prehispánicos, un templo católico fundado en la Colonia y la Torre de Tlatelolco de arquitectura moderna.

La libertad no siempre es propicia para la organización. Una reunión al aire libre no escatima en espacios pero sí en entendimiento. Para las cuatro de la tarde, hora de la cita, fue imposible hacerse escuchar por los congregados sin un amplificador de sonido. Un par de jóvenes se movilizaron para conseguir un micrófono y una bocina. Retomaron la base de las astabanderas como tribuna y comenzó a circular una lista para ordenar a los oradores.

Se hicieron notar los que organizaron sus comitivas antes de llegar a la plaza: la UPN con cartulinas en blanco y letras azules. La Universidad Iberoamericana con carteles de fondo fosforescente y el reconocimiento de los ya presentes por su valentía. La agrupación de los artistas por sus pancartas creativas. La UNAM por su silencio: su retardo se debió a una previa reunión en el campus CU para acordar su postura.

Se privilegió la participación de integrantes del movimiento estudiantil de 1968. Uno de ellos recordó el inicio de aquel movimiento describiendo la muerte de un compañero a la puerta de la Escuela Vocacional número cinco en agosto del enigmático año.

Al enfrentamiento con el que comienza el movimiento #Yosoy132 nadie lo vio. Su inicio fue de poca naturaleza física y de basta rudeza verbal, a través de acres cuestionamientos al precandidato a la presidencia Enrique Peña Nieto, sobre todo acerca de su gestión como Gobernador del Estado de México, haciendo énfasis en temas como “Atenco” y los “feminicidios”. Estas inconformidades ya se venían gestando en las inasibles redes digitales.

Volvieron los disparos a la Plaza de las Tres Culturas pero esta vez en forma de propuestas para encausar el movimiento. Las hubo para la inmediatez del tiempo electoral: manifestaciones en la Secretaría de Gobernación, el Instituto Federal Electoral, Televisa y TV Azteca; vigilancia de casillas electorales; derogar el encargo del conteo a la empresa Hildebrando; informar a la ciudadanía.

También hubo propuestas de tipo logístico: promover comités por Universidades o por Regiones; el planteamiento de metas y objetivos; creación de un consejo. Y, para el largo plazo, se propuso difundir un modelo de ciudadano; hacer una red universitaria de acción; crear espacios de promoción de arte y ciencia. ´

A la euforia por el efecto del aire propositivo, la serenidad de la experiencia puso un alto, cuando tomó la palabra un hombre de perfil diferente: de andar pausado, con el pantalón de vestir a la cintura, cabellera blanca, de la generación del movimiento del 68. Recordó, sin tristeza sino con fortaleza, los errores de su movimiento: “tienen que tener claro que lo que puede mantener este movimiento unido es la organización horizontal. No se dejen manipular por los partidos políticos. No permitan que como en el 68 muchos de sus líderes se conviertan en agentes del gobierno a través de puestos públicos. Aprendan de la experiencia”.

El día comenzaba a ceder, pero los universitarios no estaban dispuestos a hacerlo, a pesar de las intimidaciones denunciadas. Una estudiante de la Universidad Autónoma del Estado de México pidió el anonimato de las Universidades para evitar que ella y sus compañeros fueran relacionados con el movimiento, ya que ello les traería hasta la expulsión de su Universidad. Añadió que no eran los únicos estudiantes amenazados, también lo eran los estudiantes de la Universidad Mexiquense del Bicentenario. Algunas voces inyectaron una dosis de valentía contagiosa en una consigna: ¡No estás sola!

Los congregados no sólo fueron Universitarios. Un joven, egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales confesó haber trabajado para Televisa, pero no dejó el micrófono sin antes merecerse la ovación: “Y no me importa que no me vuelvan a contratar. Ya no tengo miedo. Ya me lo quitaron todo”.

Un señor, con la misma vitalidad que lo encausara a movilizarse en 1968 hizo una recomendación a los ahí reunidos, mientras en su memoria pasaban imágenes de francotiradores: “¡Nadie saque la cabeza! Formación T en B: todos en bola. Que a nosotros nos costó mucha sangre. Pero nunca hemos dejado de luchar. Y ellos caro lo han pagado. Porque al que lucha toda la vida no lo pueden vencer. Lo único que no pueden matar son las ideas. Y además ustedes tienen creatividad y energía.” Los asistentes contestaron como si fuera un llamado a la demostración.
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También aprovechó para explicar la diferencia de los tiempos. En el 68, dijo, se utilizaron técnicas militares de dispersión y de tortura. Hoy las técnicas militares son a través de la Televisión. Por eso es que dos culturas se suman a las tres ya presentes en el punto de reunión. Quizá habrá que cambiarle de nombre a aquella Plaza.



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