RON MUECK, HIPERREALISMO DE ALTO IMPACTO


Por Ollin Velasco
México (Aunam). En un cartel a la entrada del Antiguo Colegio de San Ildefonso, colosales letras azules anuncian: Ron Mueck, hiperrealismo de alto impacto. Ante la taquilla, una larguísima hilera de semblantes aburridos espera su turno para adquirir boletos a la famosa exhibición.

Adentro, una mujer la recorre asida del brazo de su esposo. De vez en cuando se detiene ante las piezas expuestas y hace comentarios en voz baja. Ante Woman with Sticks (Mujer con ramas), se le escapa un: “Mira, a ésta hasta se le ve la celulitis y las venitas de las piernas”.

El cuidado por el detalle en la obra de Mueck hace gala de la denominación de la corriente artística a la que pertenece: el hiperrealismo. Sin embargo, de estas diez obras de arte contemporáneo del artista australiano, lo que más destaca es el mensaje que transmiten.

Ya se trate de la reproducción colosal de la cabeza de Mueck, una pareja acostada y semidesnuda, un viajero dentro de una barca o el monumental duplicado de una mujer en cama, la constante en sus rostros plastificados son la apatía, la inconformidad, el dolor, la soledad.

Los textos de acompañamiento de la exposición advierten esta sensación: “[Las piezas] Reflejan la condición existencial del individuo en la sociedad contemporánea y en su perfección formal nos muestran las imperfecciones humanas.”

Aunque fueron producidas entre 2000 y 2009, estas expresiones artísticas parecieran tener vigencia intemporal. Los asistentes rodean en silencio absorto la concreción del dominio de la anatomía demostrada por el autor, en espera de que en cualquier momento superen su condición de “técnica mixta: silicón, fibra de vidrio y acrílico” y cobren vida.

No obstante el valor que se le concede a primera vista, el trabajo del australiano se apropia desde otra dimensión cuando al final, algunos documentales proyectados revelan el proceso de elaboración de los gigantes de expresión taciturna, tras bambalinas.

Todo cobra más sentido luego de conocer los arduos procesos de creación y todas las personas y horas de trabajo que contribuyen a ello. Sin embargo, la realidad del día a día no sabe de vanguardias artísticas y aún así engendra miles de reproducciones de carne y hueso, con el mismo semblante de las piezas hiperrealistas. Se les encuentra deambulando en las calles aledañas, comiendo antojitos fuera del metro Zócalo, empujándose en el transporte público…incluso esperando su turno en la taquilla del museo. El mensaje es diáfano.

Queda claro que la ficción nunca supera la realidad, más bien su importancia radica en el afán de repensarla. La decena de seres salidos de los talleres de Mueck son un buen ejemplo de arte que crea conciencia y estará disponible en las salas suavemente iluminadas de San Ildefonso hasta el próximo 5 de febrero.









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