Y EL ESPACIO LO LLENÓ CON SU LUZ…

Por Zianya Itandehui Sandoval Rodríguez
México (Aunam). Los tambores y una luz rojiza fueron el inicio del espectáculo; seis músicos hicieron su aparición, los aplausos comenzaron y con ello los gritos; la música no paraba cuando, vestido de negro y con una flor roja de lado izquierdo, Pablo Milanés se presentó ante su público con Vengo naciendo.

El trovador agradeció a los mexicanos y afirmo estar “encantado de estar en esta ciudad, mi ciudad, a la que quiero tanto, en este recinto al que comencé a venir hace 33 años”, refiriéndose al Auditorio Nacional.

Sentado, como es su costumbre, interpretó Plegaria, Los días de gloria, Matinal, De que callada manera y Diario de Mauricio, temas que fueron acompañados por su agrupación, a quien nunca dejó de reconocer. El público gritaba “¡Yolanda!, ¡El breve espacio!, ¡Para Vivir!”, al tiempo que aplaudía.

Frente a su atril, el coro se hizo escuchar con el tema de El amor de mi vida, para después interpretar Si ella me faltara alguna vez. Los músicos todavía no hacían sonar los acordes de Mírame bien, cuando las ovaciones se hicieron presentes, algunas personas llegaron a ponerse de pie, múltiples voces de mujeres gritaban “¡Te amo, Pablo!”

Antes de de tocar Identidad el cantautor tomó un poco de agua, momento en el que cristalizaron sus ojos y dejó escurrir alguna lágrima acompañada de un rostro de melancolía. Rápidamente la tristeza quedó atrás cuando los comenzó Amo está Isla, luego Despertar, siempre al inicio de cada canción con peticiones de los asistentes.

El auditorio se cimbró cuando interpretó Yolanda, una de sus melodías más conocidas, por lo que Pablo Milanés guardó silencio en algunas estrofas y cerró los ojos para regocijarse con el gran coro que cantaba: “Te amo, eternamente, te amo…”.

Llegó El breve espacio, la gente se puso de pie, para demostrar su agradecimiento y entonar la canción. El placer era mutuo, intérprete y fieles seguidores llegaban al éxtasis.

Pablo Milanés daba las gracias y se despedía de su público con un beso. Sin embargo los aplausos insistentes lo hicieron regresar al escenario que lo esperaba, para corear Para vivir y Yo no te pido.

Un tenue juego de luces enmarcaba a la perfección el tema, que muchos musitaban: “Yo no te pido que me bajes una estrella azul, solo te pido que mi espacio llenes con tu luz…”.

El autor de Cuánto gané, cuánto perdí dijo de nuevo adiós a los asistentes, pero ellos se negaban a irse, por lo que al grito de “!Otra, otra!”, que duró menos de cinco minutos.

A su regresó, la mayoría pedía canciones de tipo romántico, un grupo de personas pedía Pobre del cantor, tema que se refiere a la responsabilidad de los artistas de solidarizarse con la sociedad y que no tocó; pero a cambio entonó Yo pisaré las calles nuevamente, canción que se refiere a Chile, país que actualmente atraviesa por una serie de movimientos estudiantiles.

Los siete hombres sobre el escenario agradecieron con una reverencia a una multitud que los aclamaba, tras retirarse, las luces del auditorio se encendieron, mientras se escuchaba una música de fondo que indicaba la retirada final. Afuera, la vendimia acostumbrada ofrecía productos para recordar la presencia de Milanés un 16 de octubre de 2011 en México, en el marco del Día Internacional del Trovador.





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