“¡CALDERÓN, ESCUCHA: MARGARITA ESTÁ CON LUCHA!”


  • Celebran y manifiestan su diversidad con marcha lésbica
Por Melissa Hernández
México (Aunam). El sol imperante de primavera calienta en toda la ciudad como nunca. Bajo él, realzan en las calles flores que nadie ha sabido cómo cuidar ni valorar: bellas, delicadas, difíciles y complicadas.

En cualquier lugar que se encuentren inundan de ese aroma cual si fueran fragancia de las más caras. Es un honor tener su presencia en este mundo, pues le dan color y vida. Así son las mujeres.

Debajo de la tierra, en el subterráneo, salen caminando en medio de escaleras y tumultos de gente que llevan a un mundo donde la vida es más que efímera; luchan por hacerla menos que eterna, pero al menos duradera.

Con los rayos del sol sobre sus hombros y espaldas gritan, corren; unas se ponen bloqueador solar, otras se dan una “manita de gato”; algunas más sólo miran y aguardan el momento para unirse al contingente.

Por aquí y por allá se levantan arcoíris cuyo brillo deslumbra con el resplandor de la luz, dan los últimos retoques a sus pancartas que llevan leyendas con consignas sociales como “No más femicidio, no más violaciones” y “¡Este cuerpo es mío, no se toca, no se viola, no se mata!”

Es un punto de reunión donde se encuentran amigas, compañeras, conocidas, desconocidas y todas con un mismo fin: hacer valer sus derechos y conmemorar los asesinatos de mujeres. Ahí se encuentran todas ellas tomadas de las manos, abrazadas, compartiendo lo mejor que tienen: su amor aunque la sociedad margine.

Dejándose llevar por la marea de los colores, transitaron por las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México, damas gritando con orgullo: “¡Pucha con pucha, lesbianas a la lucha!”, en medio del barullo y apretones de cientos y miles de ellas.

“Esta marcha no es de fiesta, es de lucha y de protesta”

Un flash por ahí, el sonido de un obturador captando el momento por acá, una entrevista por allá hacen de la congregación un instante importante en la sociedad: se están haciendo notar.

A los costados de la expedición se encuentran algunos mirones que son invitados a unirse. Las activistas se quejan denunciando no ser una marcha de fiesta pues algunos comienzan a poner el desorden. El recorrido se detiene unos instantes para organizarse de nuevo.

A pesar de que en pleno siglo XXI la discriminación está a la orden del día, el salir del armario se ha vuelto una actividad paulatinamente normal y cotidiana; sin embargo, los padres de muchas de las participantes no saben de su orientación sexual; aunque eso no es impedimento para poder exigir sus derechos.

Alrededor de dos horas de recorrido con rótulos en mano, gritando consignas llegan a su destino sedientas y listas para disfrutar un poco de música en vivo de las cantantes que vienen desde Texas para animar: Krudas Cubensi.

Finalmente termina esta caminata liderada por el Comité Organizador de la Marcha Lésbica, COMAL, en conjunto con asociaciones civiles del resto del país. Esta comunidad decide celebrar de alguna forma el éxito de su manifestación asistiendo a bares o fiestas lésbicas en honor a ellas.

Zona Rosa es uno de los epicentros que recibe a la mayor parte de esos seres que el resto de la sociedad ha maltratado, violado, mutilado, vejando su integridad e intentado olvidar: las lesbianas, pues en su ignorancia no reconocen que la riqueza de un país radica en su diversidad.

Hace cinco años comenzó el proyecto de una revelación promoviendo el respeto y buscando una igualdad como individuas, más allá de la sexualidad y sus vaivenes, pues “no es un carnaval comercial y mercantil sin contenido social, sino una manifestación política (no partidista)”. El 19 de marzo han vuelto a salir con la frente en alto y el orgullo por delante.




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