Sencillez y grandeza hechas mujer

Por Ivet Rodríguez Rodríguez
México (Aunam). Detrás de un escritorio, entre periódicos y montones de hojas apiladas, se distingue la figura de una mujer sencilla y de aspecto discreto. Sus cabellos grisáceos y ondulados caen por sus mejillas y alcanzan a rozar la mascada añil que envuelve su cuello. Su mirada serena refleja el sosiego de un alma satisfecha por una vida dedicada al servicio de la investigación y la enseñanza.
Su suave voz se diluye en la atmósfera taciturna que transita por los muros del edificio que alberga la Hemeroteca Nacional; María Teresa Camarillo Carbajal es Licenciada en Periodismo por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y Maestra por la Facultad de Estudios Superiores Aragón, actualmente es jefa del Departamento de Sistematización Hemerográfica del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM.
Autora de más de veinte publicaciones, entre las que destacan La represión a la prensa en América Latina, El sindicato de periodistas. Una utopía mexicana y Las publicaciones periodísticas y la historia de México, la también catedrática de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales obtuvo en 2005 la medalla Sor Juana Inés de la Cruz por su brillante trayectoria académica.
Es medio día, con la amabilidad y la serenidad que la caracteriza, Tere, como la llaman sus amigos y compañeros de trabajo, me saluda y expresa la conveniencia de charlar fuera de su cubículo: espacio pequeño acondicionado con un escritorio, dos computadoras y un librero.“Qué te parece si mejor realizamos la entrevista en una de las mesas de allá afuera (…) en aquella del rincón. A mi me gustan los rincones”, me dijo. “A mi me gustan los rincones”.
La profesora toma asiento en una de las cuatro sillas colocadas alrededor de la mesa, con movimientos lentos y seguros se quita los lentes y los coloca a un lado de su mano derecha. Entrelaza los dedos de las manos y con la mirada inquieta y fija al frente, espera la primera pregunta.
El periodismo es... la otra historia

¿Por qué decidió estudiar Periodismo?
Inicialmente yo me había inclinado por Derecho, porque creo que no puede haber una sociedad sin normas. Pero en la preparatoria nos fueron a dar conferencias sobre las nuevas carreras que estaba ofreciendo la Universidad y la creación de la entonces Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales. Nos hablaron de la Licenciatura en Periodismo, donde enfatizaban la labor constante de la prensa como un vigilante de la buena marcha de un país. Por eso decidí estudiarlo.
Recién egresada de la carrera y por recomendación de uno de sus profesores, don Mario Rojas Avendaño, la joven María Teresa decidió aventurarse en el mundo del periodismo de los años cincuenta. No obstante, era difícil para las mujeres en aquellos años; no sólo porque estaban confinadas a las informaciones de sociales, sino también porque el mercado de trabajo tenía ya ocupadas todas las plazas laborales, y cuando llegaba un periodista nuevo se le daba una suplencia.
Entre risas, confiesa que al dirigirse a las instalaciones del Novedades, la incertidumbre de no saber si tendría o no trabajo, al menos por un día, asaltaba su mente: “yo caminaba por esas calles de Bucareli con el intenso deseo de que me dijeran: 'pues ahora fulanita se enfermó', así ya podía yo tener trabajo. Pero cuando me decían: 'hoy está todo cubierto, ven mañana', pues ni modo, yo regresaba a casa acompañada de una sensación de frustración muy grande”.
Cansada de ir y venir, no dudó en aceptar un nuevo trabajo como ayudante del doctor Stanley Robert Ross, quien en ese entonces realizaba una investigación sobre México. Gracias a esa experiencia, Tere comenzó a interesarse en la reconstrucción de la historia de México a través de los periódicos.
Poco a poco empezó a darse cuenta de que el periodismo no solamente es el que se da cada día, el actual, el que muere en cuanto sale la siguiente edición; sino que realmente es la otra historia, la historia cotidiana.
Allí encontró la posibilidad de incursionar en otras áreas del periodismo, como la investigación en prospectiva. Entonces, “pues ahí me clavé”, señala.
Paralelo a su trabajo como investigadora, la profesora Camarillo colaboró en Gaceta UNAM, experiencia que le permitió cubrir todo el espectro informativo, pero en un plano distinto al de la vida cotidiana que se da fuera de los muros universitarios: “allí tuve la oportunidad de participar en eventos tan especiales como cuando vino María Félix al estreno de su afamada película La cucaracha”.
En contraste con aquello, también presenció la toma de camiones cuando querían aumentar el precio de los pasajes; “nuestra Universidad es un mundo donde acontecen eventos de toda índole; desde los eminentemente culturales y artísticos hasta los movimientos sociales”.
Al preguntarle lo que representaba el periodismo para la entonces joven María Teresa y lo que representa ahora, comenta: “cuando era estudiante, significaba la oportunidad de conocer a la gente sobresaliente: artistas, deportistas, científicos... Actualmente, el periodismo representa el testimonio diario de lo que ocurre en nuestro país. En el pasado lo veía solamente como información, ahora lo veo como algo más formativo y profundo”.
Cuando se le pide que evalúe su desempeño como académica, contesta: “me siento satisfecha con lo que he hecho, aunque me hubiera gustado ser más consciente del valor que tiene la preparación académica”.
Cuando se terminó la investigación del doctor Ross, don Daniel Cosío Villegas, quien en ese entonces era el presidente del Colegio de México (Colmex), dio la oportunidad a tres jóvenes investigadores, entre ellos Tere, de incorporarse a la institución. “Cosio Villegas nos advirtió que quien estuviera en el Colegio de México debía vivir para el Colegio de México”, expresa.
Confiesa que en aquel momento pensó: “en la mañana cumplo y cumplo muy bien, pero en las tardes hago lo que se me antoja. Entonces sacrifiqué esa gran oportunidad”. Con aire irónico, la profesora asegura: “ahorita ya sería yo famosa si me hubiera quedado ahí, en el Colmex”; con expresión serena y convincente continúa: “Pero soy feliz y estoy tranquila”.
"Yo soy una estudiosa del periodismo”
Con más de 30 años dedicados a la investigación en la historia y relación de la prensa mexicana con los ámbitos políticos, económicos y sociales de nuestro país, la profesora María Teresa habla de su experiencia como investigadora y como jefa del Departamento de Sistematización Hemerográfica de la Hemeroteca Nacional de México.
Más que periodista, ella se declara como una estudiosa del periodismo; actividad que ha dado como fruto más de veinte publicaciones, de las cuales recuerda con especial cariño El sindicato de periodistas. Una utopía mexicana y La represión a la prensa en América Latina. Esta última —comenta— levantó ámpula en su momento y fue comentada en buena parte de los medios de comunicación.
¿Cuáles son las dificultades que ha enfrentado como investigadora?

Por ejemplo, con el trabajo sobre el sindicato de periodistas, me encontré con grandes lagunas de información en los archivos de las instancias correspondientes, en las que creí que encontraría información -la Secretaría del Trabajo (ST) o los propios sindicatos-. Entonces, como no hay archivos, no encontré mejor medio para llenar esas lagunas que lo propios periódicos.
La profesora asegura que en la UNAM ha tenido la oportunidad de realizarse libremente y sin censura: “la Universidad es un mundo aparte, realmente gozamos de libertad. Aquí tú propones tema de investigación, por supuesto, lo justificas, lo expones, se te aprueba. Cuando terminas tu trabajo lo sometes a calificación, generalmente son dictámenes ciegos, es decir, tú no sabes a quién le mandan tu original a calificar. Pueden hacerte observaciones, pero no pueden decirte que cambies algo. Yo no sé que tan generalizable puede ser lo que estoy diciendo, pero yo, al menos aquí, no he tenido limitaciones.”
En cuanto a sus próximos proyectos, menciona que actualmente se encuentra realizando un estudio acerca de la transformación del Estado Mexicano de Carlos Salinas a la fecha. Entre risas, nos asegura que es muy difícil seguirle el paso a la prensa: “aquí no paramos nunca y yo ya quiero descansar. Todos tenemos un ciclo y creo que mi periodo aquí ya debe terminar”.
La profesora ve a futuro y confirma su pasión por la investigación, por lo que le gustaría retomar el tema de la represión de la prensa en América Latina. Mientras tanto, espera la salida de un libro en el cual reúne 401 semblanzas de periodistas mexicanos, un trabajo que, por cuestiones económicas y burocráticas, no ha salido aún.
Periodista de formación, docente por vocación
Los nervios y la incertidumbre que provoca el dejar que alguien abra el baúl de tus secretos, se fueron dispersando conforme fue avanzando la conversación. Así, la profesora explica que su actividad docente la inició en 1987, y desde entonces ha impartido la materia de Historia de México y Procesos de Comunicación I y II. Con una sonrisa de satisfacción en el rostro, asegura que dar clases ha sido una experiencia muy grata: “Me da mucho gusto cuando los jóvenes se interesan por lo que se está exponiendo en clase, me hacen sentir que vale la pena todo el trabajo”.
Al preguntarle sobre las dificultades a las que se ha enfrentado dentro de las aulas, confiesa que su experiencia como docente ha sido un gran reto, ya que no sólo tiene que captar la atención de los jóvenes y hacer que se interesen en la materia, sino que también trata de hacerles ver que es una asignatura útil para su ejercicio profesional, ya que nadie entiende su presente sin conocer su pasado.

Para saber a dónde voy tengo que saber de dónde vengo
Al referirse a la Máxima Casa de Estudios, ella contesta: “la UNAM representa lo que soy y lo que tengo. Pero ¿por qué decidió estudiar en esta Universidad? “cuando estaba en segundo de secundaria, mi padre me propuso estudiar una carrera universitaria. Yo tuve la oportunidad de hacerlo en la Universidad Femenina, sin embargo, preferí la UNAM, ya que siempre ha sido una de las instituciones de mayor prestigio en nuestro país”.
Ya que ha mencionado a su padre, cuéntenos un poco más de él.

Ella, con especial cariño y respeto responde: “Mi papá no era gente de estudios; sin embargo, era un gran lector. Él llegaba a la casa y me esperaba para leer. Leí varios libros junto con él, en especial recuerdo La guerra y la paz de León Tolstoi”.
¿Y su mamá?
Mi madre era ama de casa. Muy noble, muy buena. A ella le gustaba mucho la poesía. Nos leía poemas y nos hacía que nosotros nos los aprendiéramos. Mis padres no tenían grandes estudios, pero eran muy sensibles a la lectura.
Al preguntarle con cuál de sus dos padres se identificaba más, ella responde que con su padre, ya que a pesar de su personalidad aparentemente ruda y dura, era un hombre muy complaciente con sus hijos y de valores muy firmes. De su progenitor, la profesora recuerda su preocupación por estar bien informado, razón por la cuál conserva su suscripción a dos de los periódicos que leía su padre: El Universal y Excélsior.
¡Tan mona que eras...!
Todo parecía marchar bien en la vida de María Teresa hasta que un inesperado encuentro cambió su vida para siempre. Ella estaba esperando el camión cuando se encontró con una compañera de la secundaria. Ambas se saludaron y surgió la pregunta incómoda: ¿te casaste?, a lo que Tere respondió: “No, yo no me he casado y estoy muy contenta”. Y la otra contestó: “¡Pero cómo, tú tan mona que eras!”. En ese momento Tere pensó: “¿Qué era?, o sea que ¡¿ya no soy?!”
Entre risas, ella confiesa que, después de ese encuentro, si bien no se dedicó a buscar marido sí consideró que ya era hora de casarse. Y así fue: “Conocí a mi esposo en la UNAM, él era periodista”. Tere revela que su esposo era un hombre moderno de las puertas de la casa para afuera y conservador de las puertas para adentro: “En un principio, el se negó a que yo regresara a trabajar, para él la mujer debía estar en la casa”. Y airosa continuó: “Pero como uno de mujer es necia, llegó un momento en que a él no le quedó más remedio que dejarme trabajar”.
Hijos de tigre pintito
Con postura relajada y expresión serena, Tere había dejado ya de mover sus lentes de un lado a otro. Signo de que, quizás, la entrevista había perdido ya la solemnidad con que comenzó y se transformaba poco a poco en una charla.
Así, al preguntarle acerca de su experiencia como madre ella, explica que tiene dos hijos. Alfredo, mayor, es licenciado en Administración Pública por el Colmex y maestro en la misma área por la Universidad de Princeton, así como maestro en Economía por la misma Institución. Mientras que su hija, un año menor que Alfredo, hizo la carrera de Secretaria con bachillerato; posteriormente, luego de recuperarse de un accidente que afectó su vista, pudo hacer su licenciatura en Educación Especial y su maestría en Psicología para niños con problemas.
Al pedirle que mencionara una de sus mejores cualidades como madre, ella manifiesta que siempre ha estado dispuesta a apoyar a sus hijos: “Alfredo siempre fue más independiente. En cuanto a mi hija, yo creo que la he apoyado en todo momento, sobre todo cuando hizo la licenciatura. Recuerdo que ella llevaba su grabadora a la escuela, registraba todo lo que los maestros decían. Todas sus lecturas las grababa yo, y así terminó su carrera”.
La profesora nos dice que no ha sido fácil conjuntar la vida personal con la profesional: “cuando me casé y tuve a mis hijos, me di cuenta de que la maternidad era algo bellísimo; sin embargo, yo no estaba completa. Necesitaba seguir con mi vida profesional. Fue entonces cuando me llamó el doctor Ross para continuar con el proyecto que en un primer momento había dirigido el Colmex y que ahora conducía la UNAM. Yo acepté con la condición de trabajar medio tiempo. Luego, conforme mis hijos crecieron, me incorporé de tiempo completo”.
Finalmente, y después de agradecerle la oportunidad de dejarnos entrar, por unos instantes, en su mundo, la profesora Teresa agrega: “Creo que a veces soy una persona aburrida porque no tengo nada sobresaliente que decir; sin embargo, disfruto la tranquilidad con la que vivo y yo creo que eso es lo fundamental”.

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